A pesar de sus características de pueblo andino, universitario y de sus calificativos como “preciosa” o “eco turística”, Mérida se ha convertido en una mas de las millones de ciudades del mundo que sigue al pie de la letra la formula desarrollista del “capitalismo salvaje”: producción y consumo ilimitado de recursos sin consideraciones sociales, culturales y ecológicas. Ya es común observar en nuestra ciudad fenómenos característicos de las grandes capitales: emisión de gases contaminantes, deforestación de áreas verdes, congestionamiento vehicular, despilfarro y contaminación de agua, y generación de toneladas de desechos sólidos.
Desde hace unos 25 años la producción desechos sólidos en todo el estado Mérida se ha incrementado de manera exponencial. Recordemos en el año 94 “el basurero más alto de Venezuela” que se ubicaba cerca del Collado del Cóndor (pico el águila), así mismo y en cada una de las ciudades y pueblos aledaños a la ciudad de Mérida surgieron numerosos basureros locales. Finalmente y como andinos “amantes de las montañas” se decidió disponer todos los desechos sólidos de 5 municipios: Rangel, Santos Marquina, Libertador, Campo Elías y Sucre, en los “peladeros de chivo” ubicados en la zona sur del estado. Pero como el problema no esta en la disposición final sino en el origen, el basurero ha colapsado en diversas oportunidades y ha tenido que mudarse aproximadamente a 5 lugares distintos.
Lejos de ser “peladeros de chivo” las zonas xerófitas del sur del estado Mérida son ecosistemas de gran interés y diversidad biológica, contando con lugares de valor ecológico, como la mitológica laguna de Urao o la laguna de Caparu, la cual esta siendo catalogada como humedal de interés Ramsar por organismos ambientales nacionales e internacionales. Cada basurero convierte a estas zonas de alto valor ecológico en tristes cementerios de desechos, de esta sociedad aun consumista-capitalista.
La planta de desechos sólidos es un fracaso ambiental
Vista la necesidad de solucionar el problema de colapso de los diversos rellenos sanitarios, las comunidades vecinas del sector El Balcón (donde se ubico el penúltimo basurero) sostuvieron una prolongada lucha por la clausura del botadero que allí servía de destino final a la basura de Mérida y lograron presionar a las autoridades regionales para que adelantaran gestiones en busca de una alternativa. La gobernación adeca de William Dávila proyectó la construcción de una planta de tratamiento de desechos, involucrando en el proyecto a la empresa SISTEMA DE INCINERACIÓN Y RECICLAJE DE BASURA MÉRIDA C.A, SINCREBA.
“Al construir cualquier obra de envergadura se deben tomar en cuenta desde un punto de vista macro los servicios públicos, todos los elementos sociales, el estudio de factibilidad y el impacto ambiental, entre otras cosas, pero aquí se trabajó no sobre la base de una planta de tratamiento sino sobre una planta segregadora”. “La empresa SINCREBA no es especializada en diseño conceptual de plantas de manejo de desechos, sino que ha surgido como una respuesta a unos requerimientos que tenían las autoridades, pero si se evalúa el perfil y la experiencia de esa empresa no llegaría a estar frente a una capacidad demostrable en el manejo integral de la basura.” (José Rujano, profesor de la Universidad de los Andes, entrevistado por el Diario Frontera, 19-7-06)
La construcción de la planta tomo varios años y finalmente fue inaugurada por el Gobernador Florencio Porras en Agosto de 2006. Este parecía ser el fin de botaderos de basura para los 5 municipios de la mancomunidad, pero unos meses después, a unos 800 metros del lugar donde esta instalada la planta, surgió un nuevo basurero “Puente Viejo”. Pese a las advertencias y recomendaciones de los ecologistas sobre atacar el problema en el origen (reducción, re uso y separación para el reciclaje), las autoridades en conjunto con las empresas, recolectora Urbaser y separadora Sincreba, mantuvieron la burocrática y poco ecológica formula de la planta separadora de desechos.
Aun sin solucionar el problema ambiental que dio origen a la construcción de la planta, surgió un segundo problema: el laboral y humano. Sincreba utilizó la concesión como una licencia para explotar desaforadamente a los trabajadores, pagándoles miserias a destajo por los materiales clasificados manualmente en condiciones insalubres, sin recibir bono de alimentación, sin cotización al Seguro Social y a la Ley de Política Habitacional, sin seguridad personal o industrial, sin contar con el equipo mínimo necesario para desempeñar esa labor.
Los más marginados y explotados de esta sociedad realizan una de sus labores más necesarias. Por la salubridad de nuestras ciudades, arruinan su salud tratando los desechos. César Albornoz, de largas luchas, observa: “un hombre realiza la tarea que nadie quiere realizar, se contamina, puede contaminar a su familia, y a cambio no recibe sino miserias. Ni siquiera el salario mínimo, mientras que un diputado puede ganar millones por alzar la mano de vez en cuando”.
A finales septiembre de 2007 los obreros cansados de la explotación del patrón, toman control de la planta y deciden operarla directamente. Pasando por diversas dificultades como cortes de luz y agua, limitaciones de accesos a los camiones recolectores y recuperadores, grupos de choque rompe huelgas pro patronales, ningún apoyo de las autoridades de la mancomunidad de alcaldías y presión policial para el desalojo.
En octubre de 2007 la incapacidad de la empresa Sincreba y el conflicto laboral, han motivado el crecimiento exponencial del basurero de puente “Puente Viejo”, el cual además de impactar negativamente el paisaje, el suelo y la vegetación de los ecosistemas xerófitos de la zona sur del estado Mérida, esta ubicado a pocos metros de la quebrada el Molino, que luego de pasar por las pendientes del basurero, descarga sus aguas al río Chama, que finalmente desembocan al lago de Maracaibo.
El movimiento ecologista de Mérida, justificado en todos los planteamientos anteriormente expuestos y principalmente por la incapacidad para la solución del problema ambiental de los desechos sólidos, solicita a las autoridades de los 5 municipios de la mancomunidad: Rangel, Santos Marquina, Libertador, Campo Elías y Sucre, la revocación de la concesión o la cancelación del contrato que mantienen con la empresa Sincreba. Así mismo nos solidarizamos con los obreros que en octubre de 2007 tomaron la planta en reclamo a sus derechos humanos y laborales, y apoyamos el control obrero como formula para la disminución de los problemas socio-ambientales que se generan en torno a la basura.
El movimiento ecologista ha propuesto históricamente la “regla de las tres erres”: reduce, reutiliza y recicla para conseguir un modelo de consumo sostenible. A medida que se ha ido profundizando en el debate sobre nuestra forma de vida consumista se han ido añadiendo erres, como: repensar, reestructurar y redistribuir.
Repensar nuestro modo de vida, nuestras necesidades básicas, para diferenciarlas de las prescindibles. Reestructurar el sistema económico para que, en lugar de producir bienes superfluos, se concentre en la satisfacción de las necesidades de todos. Incluir los costes sociales y ambientales en el precio final de los bienes de consumo. Reducir el consumo excesivo. Reutilizar, es decir, alargar desde su diseño hasta su uso la vida útil de los materiales. Reciclar para reincorporar al ciclo los materiales una vez finalizada su vida útil. Redistribuir, porque todos tenemos derecho a proporciones equitativas de recursos, y el planeta tiene la capacidad de satisfacernos.