Los residentes de Paraitepuy de Roraima, próxima al tepuy Roraima de la Gran Sabana, se sienten en el abandono por la ausencia de servicios como la energía eléctrica, atención médica y programas de capacitación.
Pese a que desde hace año y medio el sector tiene un ambulatorio, éste apenas si cuenta con una enfermera que no tiene cómo atender a sus compañeros en caso de una emergencia, como la mordedura de una serpiente tan común en la zona.
El lugar está a cargo del Distrito Sanitario, situado en Santa Elena de Uairén, capital de Gran Sabana. Cada mes la institución realiza reuniones en la sede principal donde entrega los medicamentos a los distintos ambulatorios.
El técnico hospitalario, María Edita Javier, que es la única encargada del dispensario de Paraitepuy explica que se le complica salir de su comunidad -situada a casi tres horas de Santa Elena de Uairén y con una carretera de difícil acceso-, lo que muchas veces la deja sin medicinas para su sector.
“No me dan viáticos para salir y tengo año y medio sin cobrar mi sueldo así que cómo hago para llegar hasta Santa Elena, lo que nos dan es poquita medicina, que si tres cajitas de antibióticos, unas ampollas de Dipirona… y cuando no llego a las reuniones apenas si me dejan lo que sobró. El jefe de distrito se enfada, pero no puedo hacer más”.
Peticiones ignoradas
Javier afirma que en el centro médico no tiene ni cómo hacer una nebulización, porque además de las carencias de medicamentos la comunidad no tiene energía eléctrica por falta de gasoil para la planta que desde hace años está instalada.
Aunque ella ha solicitado en reiteradas oportunidades una planta eléctrica pequeña para poner en funcionamiento el ambulatorio, nada ha logrado. “No puedo usar las neveras y por eso no puedo traer vacunas, hay instalaciones y estoy capacitada pero no tengo con qué ayudar, hago lo que puedo pero siento que nos tienen olvidados”.
Los principales padecimientos de esta área son gripes, diarreas, afecciones de la piel y Leishmaniasis, definida como una enfermedad zoonótica causada por diferentes especies de protozoos del género Leishmania. Las manifestaciones de ésta van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente hasta formas fatales en las cuales se presenta inflamación severa del hígado y del bazo.
Desidia local
Miguel Lezama, capitán de la comunidad, explicó que la zona vive en su mayoría del turismo hacia el tepuy Roraima en las temporadas altas, y en las bajas apenas de un conuco comunal que permite su subsistencia.
El poblado no tiene calidad de vida, y pese a contar con una planta eléctrica y tendido para la distribución de la energía no tienen gasoil para arrancar la máquina y generar la tan ansiada luz. Desde hace tres años tienen esta dificultad, primero porque la planta se dañó y recientemente fue reparada gracias a Edelca, y segundo porque carecen de las guías necesarias para la compra del combustible y posterior traslado a la comunidad, que tiene casi 500 habitantes.
La implementación del Proyecto Cima, que limpia el Roraima, les deparó atención médica integral y odontológica, cosa que es bien vista por Lezama que pide al gobierno local y regional más atenciones frecuentes y no esporádicas como el caso del citado plan.
El capitán agradecería si alguna institución y los organismos del Estado se interesan en ayudarlos con la atención médica y la cristalización de algunos pequeños proyectos para el desarrollo de Paraitepuy, entre ellos un corredor artesanal que de empleo y permita a los visitantes llevarse algunos recuerdos hechos por los indígenas. (Natalie Garcia, Correo del Caroní, 29.06.10)