A quinientos veintidós años de la invasión europea e inicio de la tragedia en nuestras tierras, emerge hoy la voz de los noventa millones de indígenas masacrados, por el poder imperante, para reafirmar la condición étnica y el compromiso histórico en la lucha por la defensa de la dignidad frente a la arrogancia de quienes prevalidos de una cuota de poder pretenden seguir negando en la práctica los derechos colectivos e individuales, consagrados en los instrumentos jurídicos nacionales e internacionales.
No hay nada que celebrar. Hoy levantamos las mil banderas de la dignidad y el coraje de los ancestros para activar la conciencia de nuestros hermanos indígenas convocándolos a sumarse a este movimiento colectivo de los derechos humanos comprometido con esta causa justa, sin reserva de ninguna naturaleza.
Este sentimiento que se nutre de la lucha de los pueblos originarios se aviva en cada batalla. Hoy honramos la memoria de nuestros ancestros y asumimos el desafío histórico de encarar a todo aquel insolente que tenga como propósito criminalizar a los descendientes de Tupac Katari y Guacaipuro, símbolos de la resistencia contra la opresión y el coloniaje.
A cinco siglos de este genocidio contra los pueblos y comunidades indígenas, denunciamos a los cuatros vientos que se ha desatado una conjura de mil demonios para estigmatizar a nuestros hermanos, mediante una campaña difamatoria que tiene como blanco los grupos humanos más vulnerables de la sociedad, especialmente los wayúu, atentando contra sus derechos fundamentales.
Quienes militamos en la causa de la justicia y en la promoción y defensa de los derechos humanos- fundamento de la convivencia democrática y de la paz social- como lo consagra el artículo 132 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, reafirmamos nuestro compromiso con los pueblos y comunidades indígenas en esta fecha histórica.
Reprochamos el proceder de quienes califican a nuestros hermanos indígenas como bandoleros, contrabandistas o bachaqueros -en el peor de los casos-, como si fuésemos una especie animal rastrera que es necesario exterminar. Ello constituye una afrenta a la dignidad y es deplorable, desde todo punto de vista, cuando es alentada por la vocería oficial.
Este 12 de octubre, Día de la Dignidad, invocamos el espíritu de nuestros dioses para declarar, desde esta tierra sagrada, que NOSOTROS NO SOMOS BANDOLEROS, NI BACHAQUEROS, NI CONTRABANDISTAS, NI GUERRILLEROS, NI PARAMILITARES, NI COLABORADORES CON LOS GRUPOS GENERADORES DE VIOLENCIA. ¡SOMOS POBLADORES FRONTERIZOS CON MAS DE QUINIENTOS AÑOS DE HISTORIA Y RESISTENCIA!.
Las voces de la Guajira no serán silenciadas. No tenemos miedo. No seremos cómplices, ni ocultaremos lo que ocurre en nuestro hábitat natural para reclamar justicia y protección de los pueblos y comunidades indígenas que, en menos de cuatro años con la activación del Distrito Militar 1, en este espacio fronterizo, ha dejado una estela de TRECE(13) MUERTOS, VEINTIOCHO (28) HERIDOS, QUINCE (15) TORTURADOS, UN (01) SECUESTRADO, UN (01) DESAPARECIDO y VEINTISIETE (27) PRIVADOS ILEGITIMAMENTE DE LA LIBERTAD.
Abogamos por el respeto a la jurisdicción especial indígena consagrada en el artículo 260 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en concordancia con el artículo 30 de la Declaración de la Organización de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en cuyo texto se establece: 1. No se desarrollarán actividades militares en las tierras o territorios de los pueblos indígenas, a menos que lo justifique una razón de interés público pertinente o que se haya acordado libremente con los pueblos indígenas interesados, o que éstos lo hayan solicitado. 2. Los Estados celebrarán consultas eficaces con los pueblos indígenas interesados, por los procedimientos apropiados y en particular por medio de sus instituciones representativas, antes de utilizar sus tierras o territorios para actividades militares.
Hay principios indeclinables y en ello nos jugamos la vida. La dignidad de los indígenas no se negocia. Y los derechos humanos no se mendigan. Nosotros reconocemos la voluntad política y la decisión de Hugo Chávez por proteger y defender la causa de los pueblos y comunidades indígenas. Fue él -como Jefe de Estado- el primero en reconocer los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, dándole rango constitucional y más aún declararse aliado de “los indios”..
En consecuencia, por la defensa de la dignidad de “los indios” exigimos al Estado venezolano el cese de las hostilidades y el respeto a los descendientes de los pueblos originarios, por cuanto somos los auténticos centinelas de la frontera y los hijos e hijas de la Madre Tierra.
El Libertador Simón Bolívar en una carta a Francisco de Paula Santander, el 28 de julio de 1825, escribió: “…Yo pienso hacerles todo el bien posible: primero por el bien de la humanidad y, segundo, porque tienen derecho a ello y, últimamente, porque hacerles el bien no cuesta nada y vale mucho”.