En la década que Amarilis Jiménez tiene trabajando como madre procesadora del Programa de Alimentación Escolar (PAE) no ha percibido utilidades, ni cuota vacacional, ni otros beneficios contemplados en la ley.
A pesar de que la jornada laboral de estas mujeres es de 10 horas mínimas, sólo reciben una “colaboración” de 20 bolívares diarios, una “colaboración” -así define el Gobierno- el salario que les corresponde a estas madres por su trabajo.
Amarilis trabaja de lunes a viernes. Antes de las 7:00 de la mañana está en el Liceo Nacional Los Olivos, donde trabaja desde hace cinco años. Al llegar inicia el trabajo, no puede perder tiempo, porque debe picar los ingredientes para cocinar los 557 almuerzos de los alumnos.
Anteriormente trabajaba en la Escuela Nacional Yocoima, también en Los Olivos, es madre de tres hijos y vive en Villa Aponwao, antiguo Toro Muerto. A su lado cocinan otras cuatro personas, quienes también cobran 20 bolívares por día laborado.
Son cinco empleados en esta área y salen del liceo pasadas las 5:00 de la tarde. “No es fácil cocinar para más de 500 personas. Eso es bastante trabajo y entre todos tratamos de agilizar para salir temprano”, comentan.
América Méndez debe estar también a las 7:00 de la mañana en el Liceo Puerto Ordaz, de Villa Africana. Es madre elaboradora del Programa de Alimentación Escolar, pero a diferencia de Amarilis, ésta vive en el sector La Victoria, vía Upata.
Con los 20 bolívares que a diario devenga, trata de mantener a sus cinco hijos, “por ellos estoy trabajando”, afirma.
Dar mucho por poco
Trabajar 10 horas por 20 bolívares diarios da una suma mensual de 600 bolívares si trabajan 30 días, pero la mayoría labora de lunes a viernes y eso equivale a 400 bolívares al mes.
En la descripción de la misión del PAE se habla de la “participación consciente y responsable de los docentes, las familias, la Comunidad Educativa y la comunidad organizada y el fortalecimiento a la economía social a través de la incorporación de cooperativas, microempresas, asociaciones y concesionarias”.
El pago de la “colaboración” es trimestral, es decir, cobran entre mil 200 a mil 800 bolívares cada tres meses. En algunos casos no llegan ni al sueldo mínimo de 1.548 bolívares.
El quehacer de una madre procesadora no es sencillo, las condiciones donde lo hacen son deficientes y aún así deben preparar grandes cantidades de comida, poniendo en riesgo su salud.
Los espacios donde funcionan las cocinas son improvisados, es decir, no se adaptan a una cocina industrial. En la mayoría de los casos no tienen ventilación, por lo que se acumula el vapor.
Frecuentemente exponen sus manos al calor, para luego mojarlas con agua fría o introducirlas en la nevera a temperatura baja, lo que con el tiempo produce espasmos.
Por una previsión
Con el pasar de los años su condición de salud se va deteriorando, pero lo que realmente les preocupa es no contar con una pensión del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), pues están en calidad de colaboradoras.
La jefa de cocina de la Escuela Nacional (EN) Libertador en San Félix, Vivian Villanueva, acota que el trabajo de las madres elaboradoras no se corresponde con el sueldo, ni es valorado por la directiva de los colegios.
“A las madres no nos dan los puestos que deberíamos tener, porque trabajamos 10 horas diarias, y no nos toman en cuenta para nada, desde el gobierno central hasta los directores de las escuelas”, asevera.
En el caso del plantel Libertador, las mujeres preparan almuerzo y merienda para mil 220 estudiantes. Son 12 madres que laboran en la cocina.
Ajustarse a la realidad
Aunque el programa inició con el concepto de colaborar, la realidad social de las madres procesadoras obliga a las autoridades educativas a replantear el papel de estas mujeres dentro del programa para su beneficio.
Para nadie es un secreto que 20 bolívares no son suficientes para mantener un hogar con tres o más hijos, menos si el pago lo hacen cada tres meses. Como en el caso de Cluse Vásquez, quien trabaja en la Escuela Libertador y tienen 7 hijos.
“El dinero no alcanza, se esfuma de las manos y no cubrimos todas las necesidades que tenemos en nuestros hogares”, dice.
De acuerdo con información de la Asamblea Nacional (AN), existen 200 mil madres elaboradoras en todo el país, que atienden a un promedio un millón 400 mil niños. En una nota de prensa del Parlamento -publicada en su sitio web- se reconoce que el gobierno adeuda 81 millones de bolívares; ya en este texto, el poder legislativo es consciente de la denuncia de “la situación e explotación y carencia de seguridad social” para las trabajadoras.
La mayoría de estas mujeres se ven en la necesidad de tener otro empleo, lo que genera un agotamiento físico, emocional y mental que resulta perjudicial para su salud y sus familias.
Uno de los planteamientos hechos por el presidente de la república, Hugo Chávez Frías al inicio del programa en las escuelas, fue ingresar a las madres elaboradoras a la nómina del Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE).
Más de 10 años han pasado desde entonces y aún esperan por la promesa del mandatario. La directora del Liceo José Gabriel Machado, Zoila López, indica que, “eso está en proyecto, sería un resultado positivo para estas madres trabajadores que necesitan un sueldo para cubrir sus gastos personales”.
Las madres piden que el sueldo sea entregado mensual, en vez de trimestral.
En el texto emitido por la AN, indica que parlamentarios descartan la inclusión de las trabajadoras a la nómina del MPPE, por el alto costo que generaría, pero estudian una reforma.
Aún así, mientras continúan esperando, las ciudadanas piden que tomen en cuenta sus necesidades al momento de hacer las reformas, y les asignen un salario acorde a los niveles de inflación que existen en la actualidad.
Padres elaboradores
La cocina también es para los hombres. En el Liceo Los Olivos y Puerto Ordaz la figura de padres procesadores está presente.
De este último plantel, el coordinador del PAE es José Malavé, un representante. Explica que está desempleado y colabora con el programa en la institución.
En el Liceo Los Olivos dos hombres forman parte del grupo de cocineros, colaboran en la preparación de más de 550 almuerzos. Antonio Cabello es uno, fue electo en asamblea de padres.
“Esto es una ayuda, aquí trabajamos y a la vez ayudamos al liceo”, comenta el ciudadano. (Diogelis Pocaterra, Correo del Caroní, 05.03.12)