“Cuando ya no sea ni siquiera una memoria, tan sólo un nombre, confío en que mi voz podrá perpetuar la gran obra de mi vida”.
Cuando Florence Nightingale pronunció esas palabras, probablemente no esperaba tener discípulas tan entregadas y virtuosas como las enfermeras venezolanas. Hoy, sin importar el tamaño del obstáculo que se atraviese en su camino, las damas de blanco avanzan. En hospitales desvencijados, sin medicinas y con un salario que no se equipara ni en sueños al valor de su trabajo, ellas avanzan. Por vocación y con amor.
Ayer se conmemoró una vez más su día, momento de júbilo y admiración; pero en lugar de celebrar, el colegio de enfermería de Monagas se apostó en la plaza Bolívar de Maturín y mostró que hay más allá del Juramento Nightingale.
No es secreto que la inflación venezolana ha dejado sin efecto la tabla salarial de múltiples profesiones. En el caso de estas mujeres, la ganancia apenas supera el salario mínimo. «Necesitamos un incremento de al menos 300% para poder mantener a nuestras familias”, explicó Alexandra Hernández, presidenta del gremio en Monagas.
Ello sin mencionar a las 300 damas de blanco que, tras más de 25 años de servicio, no reciben sus jubilaciones ni prestaciones sociales por inconvenientes administrativos.
«Nuestra convención colectiva data del año 2002 y la normativa laboral que nos rige venció en julio del año pasado”, detalló Hernández.
La Verdad De Monagas