Leonel Grisett representa a la cuarta fuerza dentro del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y Sus Similares (Sutiss) según las elecciones más recientes en Sidor, en 2010.
Con el equipo Coalición Siderúrgica, y otros movimientos de base, acompañaron a los trabajadores en la última huelga en Sidor, protesta que -en su opinión- revela un cambio dentro del movimiento sidorista, un reflejo de país que apunta al empoderamiento colectivo de las bases.
– ¿Qué tiene de particular esta última huelga en Sidor?
– Lo que tiene de particular es que los trabajadores han dado muestras de lo que para algunos sólo fue propaganda política, ahora para los trabajadores es una realidad: tomar el control, el control sobre la empresa para desarticular la unidad que existía entre el patrón y el sindicato.
– ¿Es síntoma de que hay un cambio dentro del movimiento de los trabajadores o es una coyuntura reivindicativa?
– No, es un síntoma firme del cambio, un cambio hacia lo positivo porque el trabajador está colocando las instituciones en su lugar. Cuando digo que no sólo es reivindicativo ni coyuntural es porque el trabajador está dando la pelea por los insumos, los repuestos, las inversiones, porque aun cuando la huelga terminó en Sidor, sigue casi en paro.
– ¿Cuál es el motor de ese cambio positivo, sabiendo que ha habido perversión del movimiento sindical, violencia, incursión de hombres armados?
– Yo creo que los trabajadores se han percatado de que estamos tocando fondo, que Sidor está tocando fondo. Los trabajadores están viendo que más allá de la reivindicación, la falta de sustentabilidad de la empresa pone en juego sus puestos de trabajo, eso los conlleva a reaccionar contra el sindicato, contra el patrón que es el más responsable. Uno de los detonantes de esto, es que no hay un liderazgo creíble en el que se pueda depositar la confianza.
Un cambio serio
– Sutiss ha sido débil en exigirle al Ejecutivo seriedad en la conducción de la empresa ¿por qué?
– No, yo no creo que haya sido débil; ha sido cómplice. Un sindicato no se puede basar sólo en lo reivindicativo, sino en la sustentabilidad de la empresa.
– ¿Se ha perdido la mística de trabajo en Sidor?
– Lamentablemente tengo que decir que sí, porque necesariamente debe de existir un modelaje. En toda familia el modelo es el padre, la madre. Entonces ¿qué pasa? Si tenemos una empresa que no modela, si tenemos un presidente de Sidor que no le da la cara a los trabajadores, que irrespeta los acuerdos, si a partir de allí se comienza a irrespetar, más el desconocimiento del mundo siderúrgico, entonces ¿cómo podemos exigirle a los que están más abajo? Es difícil.
– ¿Qué ejemplo debe dar un dirigente sindical de Sutiss?
– El primer ejemplo que se debe dar en Sutiss es eliminar la inmensa cantidad de comisiones de servicios estériles, personas que fueron sacadas de sus áreas para hacer nada; es decir, respetar el contrato. Uno de los ejemplos que debe dar Sutiss es responsabilidad; Sutiss no informa de los avances reales que van en el contrato colectivo. Yo creo que lo que Sutiss debería hacer es dar prioridad a lo que los trabajadores están exigiendo.
– José Luis Hernández, presidente de Sutiss, dice que los trabajadores aprobaron discutir el contrato, las utilidades y luego ir a elecciones.
– No, los trabajadores quieren darle prioridad al contrato colectivo, pero no porque se haya decidido en un plebiscito ni en una asamblea. Tampoco se trata de un cheque en blanco, no estamos dispuestos a dárselo, debe haber un cambio de actitud.
– ¿Las elecciones en corto o mediano plazo dependerán de esa actitud del sindicato?
– Ahora Sutiss lo que está haciendo es ver cómo hace para permanecer en el poder. Yo creo que ya es hora de que la prioridad la tengan los trabajadores y no los dirigentes.
– Se han visto prácticas violentas dentro del espacio de Sutiss. ¿Cree que hay oportunidad de revertir esa realidad?
– Primero, no fue Sutiss quien introdujo ese elemento (violento) en Sidor. Ese elemento lo introdujo el propio Estado en todas las empresas, no sólo en Sidor, en muchas empresas para asegurar la paz laboral y doblegar a aquel que no quiera acatar sus líneas. Esa misma complicidad que hay entre los sindicatos le abrieron las puertas a ese elemento que trajo el patrón, creyendo ellos que era algo que podían controlar a su favor como el caso de Alianza Sindical. Aun cuando él dice que no apuesta a la violencia, es algo que se le sale de control.
– ¿Qué es necesario para apartar la violencia del espacio sindical?
– Que cada quien juegue su rol. Decidimos esto porque honor a quien honor merece, fue muy evidente en la breve gestión de Justo Noguera (expresidente de Sidor). La empresa jugó su rol, las diferentes corrientes sindicales, por ejemplo, no llevaron personas ajenas a planta, eso bastó para que en una semana se viera el cambio.
– Hay preocupación por la productividad de Sidor. El Gobierno destina recursos al pago de pasivos o beneficios y la empresa sigue dando pérdidas. ¿No podría esto convertirse en un bumerán para los trabajadores?
– No, por el contrario. Esto es una cadena donde todos estamos siendo afectados: el pueblo, nosotros los trabajadores y a su vez el mismo Estado. Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato, alguien tiene que de alguna manera hacer visible el problema. Se habla de la eliminación de la tercerización pero ¿qué otras empresas hemos hecho? Lo que estamos socavando es a las empresas que ya están. Por otra parte, estos trabajadores no te están quebrando la empresa cuando los introduces si hay un plan estratégico para que toda esta mano de obra sea productiva, pero cuando tú te encuentras con una empresa abarrotada de personal, sin gerencia y sin autonomía de lo que es la producción y la venta, entonces allí tenemos un problema los trabajadores, el pueblo y el propio Estado. Parece ilógico pero Sidor entre más produce más pierde. Es ilógico.
Unos nuevos siderúrgicos
– ¿Cómo es el carácter de este nuevo movimiento siderúrgico que comienza a nacer?
– Primero, aquí se está dando algo importante. Tenemos tres generaciones en planta. Una que comienza con el nacimiento de la planta con más de 30 años de servicio que es a la que más le duele lo que ocurre; segundo, una generación que fue entrenada para la producción a la ganancia plena; y una de postnacionalización, que es hoy por hoy la mayoría, que desconocen un poco la historia, que siempre fueron víctimas de la transnacional, del sindicato y del mismo Estado. Ahora ¿por qué es diferente? Yo creo que es bonito que tres generaciones coincidan en la necesidad de levantar a Sidor, de que se le dé el precio justo a eso que estamos produciendo, y se están encontrando en medio de la lucha estas tres generaciones.
– ¿Lo que está pasando en Sidor es un reflejo del país?
– Yo estoy de acuerdo en que esto es un reflejo de país. No podemos limitarnos a decir que lo que está pasando dentro de Sidor es un problema de obreros y sindicatos. No hay una muestra estadística más perfecta que la de una empresa como la de Sidor, que refleja una realidad país y que te está diciendo que a falta de liderazgo representativo acuden al liderazgo colectivo, y ponen a cada quien en su lugar y no temen en decirle a la gente las cosas.
Producción nacional
– Ustedes respaldaron la nacionalización, ¿de qué sirve tener una empresa estatal, nacionalista, pero que no aporta beneficio al Estado?
– Allí hay que entender algo, por qué se da la nacionalización, porque decir que se respaldó una cosa sin decir por qué es un error. En el período de Ternium la empresa también tuvo altos y bajos. En ese tiempo estaba Ramón Machuca (expresidente de Sutiss), que tenía un liderazgo -llegó a tener nueve miembros del comité ejecutivo-, convenció a los trabajadores de sostener con sus hombros la empresa ¿por qué? Porque se hablaba de sustentabilidad, se hablaba de que si la empresa caía se colocaba en riesgo la estabilidad de estos trabajadores. Hubo una propuesta de prestarle nuestras prestaciones a la empresa.
Ah, pero una vez que la empresa logra enrumbarse hacia el éxito, con el esfuerzo de todos, entonces vimos cómo el patrón empezó a adquirir nuevas siderúrgicas, compró la fábrica de tubos, Matesi, hizo inversiones en Colombia, entonces el trabajador sintió que esas riquezas no estaba siendo compartida. El sindicato comenzó a ostentar riquezas que jamás y nunca había tenido, entonces al final -en toda esta jugada- los trabajadores nunca salieron del foso, eso conllevó a la nacionalización.
– ¿Hay oportunidad de demostrar que Sidor en manos del Estado puede ser productiva?
– Sí… pero mira, cuando hablamos en manos del Estado, nos referimos a que el Estado no se puede negar a las inversiones. El Estado no se puede negar a que exportemos nuestros productos. Si el Estado no se sincera en cuanto al manejo de una empresa, va a seguir en el fracaso. De que puede, sí se puede. No estoy de acuerdo con una posición populista de Acarigua (José Rodríguez, secretario de finanzas de Sutiss) de elegir al presidente de Sidor, no es cuestión de elegir. Si allí traemos como administrador a Mandrake el mago y no le damos la autonomía sobre la empresa, sobre lo que se necesita, lo que se produce, vamos a tener el mismo problema.
– ¿Esa autonomía no generó corrupción en Sidor? El Estado confió la administración a un grupo de trabajadores ¿qué pasó?
– No comparto la tesis de que la autonomía haya terminado en un hecho de corrupción, porque sencillamente nunca ha habido autonomía. Estas empresas no han sido administradas dentro de lo que debe ser, es tan así, que si estuviéramos hablando de Sidor… uno puede decir, sí, es posible pero… ¿todas las empresas? Llegamos a La Fuente, a Koma, y nos encontramos con la misma historia.
– Pero había trabajadores al frente de ese control obrero
– Es que trabajadores somos todos.
– Sí, pero no trabajadores cualesquiera, tenían trayectoria en Sidor.
– Eh… Ellos fueron enemigos de su propio proyecto ¿por qué lo digo? Son personas que de alguna manera fueron buenos mecánicos, fueron buenos operadores de horno, pero una vez que los llevas a administrar dinero que, ni en 20 vidas juntas que tengan van a tener, allí les cayó el gusanito de la tentación y se olvidaron de ideología y del Plan Socialista, de todo eso, y cayeron en grandes hechos de corrupción que no terminan de investigarse.
– ¿Qué modelo cree que funciona en Sidor?
– Primero hay que regresar los militares a los cuarteles, porque lo que recién sucedió con el caso de (el presidente de CVG Carlos) Osorio, eso raya en la ineptitud de ese cuerpo para la administración de una empresa de ese calibre. Lo otro es permitir que los profesionales que tengamos en planta, pero no por elecciones, sino por sus gestiones y desempeño mostrado, pasen a ocupar cargos para gestionar. Lo otro es que necesitamos grandes inversiones para verdaderamente sembrar el petróleo. No hay que negarse a nuevos socios, siempre y cuando sea de ganar-ganar. Hay que desahogar la empresa: hay muchos trabajadores que dieron el todo por el todo en Sidor, pero ¿por qué no se van? Porque tienen una sociedad que no los va a recibir de buena manera, tienes que acompañarlos en buen plan de jubilación. El gobierno debe abrirse a escuchar a todas las partes, inclusive al sector privado.
En lo político
– ¿Aún aspira a ser presidente de Sutiss?
– … Sí, pero no aspirar a ser el presidente de Sutiss por serlo, ni en convertirme en un caudillo que es lo que ha venido pasando, que los trabajadores depositan su confianza en un caudillo y cuando ese caudillo les falla viene el desastre. Más que mis aspiraciones de ser presidente, mi aspiración es que los trabajadores concreten el cambio y que entiendan que este no es un tema presidencialista, sino de equipo de trabajo con formación. Así como necesitamos trabajadores con formación para levantar la empresa, necesitamos un equipo de trabajadores con formación para levantar la institución y su liderazgo. Por eso es que mi aspiración no es sola, es la aspiración de 174 compañeros que hoy integramos el equipo de la Coalición Siderúrgica.
– Meléndez es “chavista hasta los tuétanos”, Acarigua es hijo de Alfredo Maneiro, ¿usted cómo se define?
– Progresista. Yo creo que hoy ni los países, ni las empresas, ni las familias se definen por si son de izquierda, o una religión; se definen por el progreso, por eso es que ves que la gran lucha es para sacar de la pobreza al pueblo, a la familia.
– ¿Comparte el proyecto político de Chávez y ahora de Maduro?
– Definitivamente no comparto sus errores, que son muuuuuchos y eso es lo que está conllevando al cambio. ¿Qué es revolución? Revolución es darle la vuelta a lo que está malo. Y si en algún momento, Acción Democrática cuando nació fue para dar un cambio, esta revolución -a la cual yo acompañé, porque tengo que decirlo, llegué a ser coordinador de un círculo bolivariano- al cabo de poco tiempo vi que eso no iba por buen camino, y hace tiempo que abandoné, sabía que iba a tener este desenlace. Algo que aprendí es que en Venezuela cabemos todos.
– ¿Va a regresar a Unidad Matancera?
– Jeje… no. Es un tema de unidad. Nosotros seguimos llamando a la unidad de las diferentes corrientes, que no desaparezcan. Me niego a cruzarme de brazos y dejar de que esta empresa caiga. Me niego a que esa historia grande que tiene Sutiss desaparezca, me niego. (Clavel Rangel, Correo del Caroní, 30.10.13)