Hace dos meses un grupo comenzó a recoger firmas por Internet para pedir al Ministerio de Salud y varios despachos asociados que les provean con urgencia el medicamento cabergolina, utilizado para controlar la secreción de la hormona prolactina que, en demasía, puede generar tumores en la hipófisis. Hasta el momento han logrado que 5.776 personas apoyen su causa, pero el medicamento sigue desaparecido y no hay forma de reemplazarlo.
Jessica Luján vive en San Cristóbal. Desde hace un año busca sin éxito Dostinex, Cabertrix o Alactin (marcas comerciales de cabergolina) para su padre de 60 años. “Mi papá corre el riesgo de quedar ciego si no toma la medicina de por vida. Tiene un tumor en la hipófisis que si no se medica crece y presiona el nervio óptico. Hace ya un mes que no lo toma, no puede dormir, se pone de muy mal humor y ya empieza a ver mal”, dice preocupada.
La hiperprolactinemia le produjo a Hilda Correa un tumor pequeño en la hipófisis. En enero de este año compró la última caja de cabergolina con la que frena el crecimiento del quiste. “Desde esa fecha he estado estirando lo que tenía. Hay semanas que me la tomo y otras que no. Me registré en el Siamed (Sistema Integral para Acceso a Medicamentos, del Ministerio de Salud), pero hasta el momento lo único que me ha llegado fue el mensaje de registro. En Cúcuta, antes del cierre de la frontera la medicina costaba 40.000”, explica Correa. Gracias a una amistad que tiene en el exterior, consiguió que le enviaran una caja de 8 tabletas de 0,5 mg cada una. Tomará la mitad de la dosis que le corresponde (0,5 mg, lunes y jueves) para administrar su inventario.
Hace 3 años, a Natacha Moreno, de 22 años de edad, le detectaron un macroadenoma hipofisiario. Aunque se lo extrajeron, debe tomar cabergolina como tratamiento posoperatorio. “Desde febrero solo lo conseguíamos en Badan (Banco de Drogas Antineoplásicas), pero desde septiembre no hay nada. Tampoco consigo la hormona antidiurética desde mayo de 2014. Tengo meningitis e hidrocefalia. Mis reservas se acaban en enero”.
Hasta el 8 de diciembre, la Fundación Badan, en su cuenta de Twitter, informaba a los usuarios que aún no disponían de fecha de despacho para la cabergolina.
Dostinex, Alactín y Cabertrix no son caros, cuestan 98, 89 y 250 bolívares, respectivamente. Pero no los hay. Los buscadores de Locatel y Farmatado indican que la mercancía está agotada. En la página web de Farmatodo Colombia los 3 medicamentos están disponibles, pero al cambio del dólar paralelo del jueves salían en 55.319 bolívares el Dostinex (64,55 dólares), 31.991 bolívares el Alactin (37,33 dólares) y 39.413 bolívares el Cabertrix (45,99 dólares) cada caja de 8 tabletas.
Gobierno sordo. Hace más de seis meses, el Ministerio de Salud pidió a la Sociedad Venezolana de Endocrinología y Metabolismo una lista de medicamentos esenciales. Entre los enumerados, estaban la cabergolina y la hormona diurética.
“El problema es político. No es un problema médico. El problema se resuelve con una política sincera que busque honrar los pagos con los proveedores”, asegura Daniel Marante, miembro de la sociedad.
El endocrinólogo explica que la elevada producción de prolactina puede generar tumores que, en algunos casos, crecen tanto que comprimen la vía óptica y ocasionan ceguera o trastornos de la visión. “Tenemos nueve meses con escasez aguda y tres meses con falta total. El tratamiento con cabergolina es altamente eficaz. Hay una alternativa antigua, menos eficaz y menos tolerada que es la bromocriptina, pero tampoco la hay en el país”.
La cifra
3 meses tienen en Pfizer sin importar Dostinex (cabergolina). “No hay ni una unidad en almacén y por consiguiente no lo van a encontrar en el país”, informó Alí Mora, secretario general del sindicato de Pfizer (El Nacional, María Emilia Jorge)