Los servicios públicos son parte fundamental de las sociedades hoy en día. Abarcan el cumplimiento de necesidades básicas en torno a la cotidianidad del ciudadano, sin embargo ¿Qué pasa cuándo estos servicios fallan o son racionados? ¿En qué sentido se vulneran estos derechos humanos? En esta entrevista a José María de Viana, se buscan respuestas ante dichas interrogantes.
Ingeniero civil y profesor de la UCAB, José María de Viana tiene una trayectoria profesional descrita por sus aportes como expresidente Hidrocapital y Movilnet.
De Viana, considera que la crisis actual se resume a través del deterioro de los servicios públicos, gestionados a través de empresas que han sido administradas por el Estado. Sin embargo, antes de exponer las dimensiones de la situación actual en materia de agua y electricidad, determinó que es importante conocer los siguientes puntos para establecer un contexto:
1) La función de los servicios públicos.
En las sociedades, los servicios públicos se encargan de satisfacer algunas de las necesidades básicas de los ciudadanos. El Estado tiene la obligación de garantizar los derechos fundamentales de las personas. Sin embargo, es importante destacar que el Estado debe trabajar en pro de 2 conceptos clave: cobertura (acerca de cómo prestar el servicio) y calidad (nivel del servicio).
2) La autonomía de los servicios.
De Viana señaló que anteriormente los servicios básicos eran suministrados a través de instituciones autónomas, es decir no dependían de una estructura ligada al Estado.
«En Venezuela ocurrió un fenómeno sin precedentes, con la llegada al poder de un grupo político, se buscó controlar los mayores servicios públicos. Inicia un proceo de control y captura, podríamos hablar de una colonización de servicios.»
El profesor expresó que hace algunos años, ciertas empresas de servicios públicos tenían un reconocimiento global, destacando la labor que realizó en su debida época EDELCA, con la construcción de centrales hidroeléctricas.
«A partir del año 99, se empezaron a desvirtuar los cargos en muchas de estas empresas al desvincular la preparación como requisito necesario para ejercer un puesto.»
Gobierno corporativo y estado de Emergencia
Para el ingeniero, la crisis actual en materia de servicios se establece frente a inversiones erróneas. Estima que se han inventado excusas bajo el lema de «emergencia» para gastar recursos públicos en obras que nunca han funcionado. Destaca la inversión de 70 mil dólares para obras eléctricas en el año 2008 y 10 mil dólares para la mejora de tuberías y establecimiento de embalses.
«Entre algunas de las obras que nunca han funcionado se encuentran la planta termoeléctrica bachaquero, el parque de la Guajira y el Gran acueducto Bolivariano»
Falta de información
De Viana expresa que otra de las consecuencias de la situación actual es la falta de información. Por lo que la gente desconoce la inversión en materia de agua y electricidad. Criticó que toda la responsabilidad en materia de racionamiento eléctrico recaiga en el fenómeno ambiental «El Niño», aseverando que se ha sobre explotado los embalses, como sucede en el caso caraqueño con Camatagua.
«Tacoa funciona al 10% de su capacidad, mientras que otras plantas ni siquiera funcionan, el problema no es sólo ambiental, no se han creado nuevas alternativas, ninguna de las plantas nuevas están operativas.»
Insalubridad del agua
El agua constituye uno de los servicios más racionados en los últimos años. El Estado ha señalado que la situación es fenómeno de la sequía y posteriormente de la conciencia del ciudadano. Sin embargo, De Viana reitera que se ha construido un trasvase de aguas negras a las fuentes de agua potable de Caracas, Maracay y Valencia.
«En los últimos años no se han construido embalses. Y lo más preocupante es que la gente denuncia que el agua sabe mal, incluso que tiene gran cantidad de amoníaco en cantidades tóxicas.»
Por último, De Viana expresó que a futuro el país necesitará mucho trabajo, sobre todo al considerar que se recuperen los servicios básicos en pro de cumplir con las necesidades de los ciudadanos.
Daniel Klíe.