Durante el periodo junio 2008 – junio 2009, 79.48% de los homicidios fueron cometidos con armas de fuego, mientras que para el año 2010, el porcentaje se incrementó a 94%, según cifras registradas por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC)
Un total de 13 mil 840 homicidios ocurrieron en Venezuela en el año 2010, según las cifras oficiales anunciadas por el ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia (MIJ), Tareck El Aissami; lo que se corresponde con una tasa de 48 homicidios por cada 100 mil habitantes, para un estimado de más de 28 millones de habitantes en el país para finales del 2010. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), durante el periodo junio 2008- junio 2009, 79.48% de los homicidios fueron cometidos con armas de fuego, mientras que para el año 2010, el porcentaje se incrementó a 94%, según cifras registradas por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).
Sin control ni registros
Ante la complejidad del tema de la violencia y las armas de fuego, contactamos a Verónica Zubillaga, quien es profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB), forma parte de la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme (COPREDE) y es investigadora de temas relacionados con violencia urbana en América Latina, juventud e identidad masculina. Entre sus más recientes publicaciones se encuentran “Violencia y Globalización en América Latina” y “En búsqueda de salidas a la violencia: Análisis de experiencias de reconversión de hombres jóvenes de vida violenta en Caracas”.
-¿Maneja alguna estadística de la cantidad de armas, legales e ilegales que hay en Venezuela?
-No se sabe a ciencia cierta cuántas armas hay en la calle. La última vez que se dieron cifras oficiales fue en el año 2006, cuando el ministro de Interior y Justicia, Jesse Chacón, señaló que de acuerdo a las estimaciones de la Dirección de Armamento de la Fuerza Armada Nacional (DARFA), actual Dirección General de Armas y Explosivos (DAEX), se creía que había alrededor de 6 millones de armas, de las cuales 75% era ilegal. Eso se traduce en que hay una gran cantidad de armas que no tienen control. Saber con exactitud cuántas armas hay es una de las misiones de la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme.
Generan muerte y hostilidad -¿Por qué se arman las personas?
-Algunos se arman porque piensan que con un arma están mas seguros para defenderse en el caso de un robo, pero estudios realizados en países hermanos, como Brasil, revelan que una persona que tiene un arma y responde con un arma tiene una probabilidad mucho más alta de morir en un asalto, que una persona que actúa y reacciona de una manera calmada.
-¿Cuáles son las consecuencias de la proliferación de armas en Venezuela y en el mundo?
-Genera un estado de hostilidad, de desconfianza y animadversión entre los ciudadanos, lo cual es dañino para convivir en democracia. Por otro lado, la presencia de armas en los conflictos interpersonales tiene consecuencias fatales, como las muertes y las lesiones, con todos los costos que eso conlleva. Es decir, se dedica dinero para atender este tipo de lesiones por armas de fuego, en vez de invertirlo en prevenir enfermedades. Por otro lado, genera un enorme dolor social en familias con pérdidas por la violencia armada. A esto habría que añadirle el impacto económico que sufren las familias, teniendo en cuenta que muchas de las víctimas de la violencia armada son hombres en edades productivas. Asimismo, en las relaciones comunitarias, la violencia genera repliegue, miedo, truncando las posibilidades de acción conjunta, proyectos y participación.
¿Carrera armamentista?
-¿Cuáles son los factores que inciden en la proliferación de armas en nuestro país? -En Venezuela, desde los años 90, la gente comenzó a armarse por la inseguridad y, luego con los procesos de intensa conflictividad social, la gente siguió armándose, pero estos procesos lo que han generado es más violencia, mayor pérdida, más repliegue y, por supuesto, el incremento de los homicidios y las lesiones. Es decir, las armas son uno de los factores que intervienen en la escalada de la violencia. Por ejemplo, la gente se siente insegura porque no confía en la policía. Consigue armas y, como se asume que el otro está armado, entonces yo también me armo y comienza una carrera fatal.
-¿Hay propuestas concretas para disminuir la proliferación de armas?
-Sí, por supuesto. La Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme está abocada, por un lado, a generar información basada en evidencias; es decir, hay toda una línea de investigación para generar participación, hay toda una línea de consulta para que la gente participe y discuta. Hay que colocar el tema de las armas de fuego y los riesgos del uso de armas de fuego en la agenda de discusión; hay toda una línea de generar conciencia y por eso la comisión está construida por actores tan diferentes, como son miembros de organizaciones sociales u ONG`S, miembros de universidades, diputados, viceministros, el Director de la Policía Nacional Bolivariana, y representante del DAEX, porque busca ser una instancia donde se llegue a un consenso. Propuestas para el control de armas hay muy interesantes en Brasil y en El Salvador, donde podemos tener algunas pistas: básicamente, las propuestas se centran en disminuir la demanda de armas, a través de informar y concientizar a la población acerca de los riesgos implicados en el uso de armas. Hay que controlar todos los procesos para el acceso a las armas, hay que saber cuántas armas existen y marcarlas, hay que restringir el porte de armas en espacios públicos, así como regularizar todo el circuito de las armas, desde la importación hasta la comercialización, y hay que destruir las excedentes o ilegales.
-¿Cuál es el papel del Estado?
-Uno de los mensajes más claro de esta comisión es que el Estado tiene la responsabilidad fundamental en el control de armas, pero también en la seguridad ciudadana. Ahora, el Estado tiene que comprometerse en regularizar la situación de las armas.