Hoy reiteramos el compromiso de continuar apoyando todos los esfuerzos que realizan los Estados para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Esto es fundamental para quienes aspiramos a lograr más derechos para más personas y un mundo de paz, desarrollo, bienestar y justicia, para todas y para todos.
Los Estados Miembros de la OEA adoptaron en 1994 la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará), que es uno de los instrumentos del Sistema Interamericano que más ratificaciones ha recibido.
Hace 20 años, una de cada tres mujeres en el mundo declaraba haber sido víctima de violencia en algún momento de su vida, generalmente a manos de su pareja. Hoy la cifra lamentablemente se mantiene.
– En México, el 46,5 por ciento de las mujeres mayores de 15 años declararon haber sufrido al menos un incidente de violencia a manos de su pareja en los últimos 12 meses. Entre las mujeres que trabajan, esta cifra alcanza un 52,1 por ciento y entre 2012 y 2013, 3.892 mujeres y niñas fueron asesinadas, lo que equivale a casi diez al día, o una cada 2 horas;
– En Argentina, más de 8.000 mujeres denuncian cada año verse afectadas por algún tipo de violencia;
– En Colombia, el 37 por ciento de las mujeres alguna vez casadas o unidas en pareja reportaron haber sufrido agresiones físicas por parte de su compañero;
– En República Dominicana se denunciaron 65,709 casos de violencia contra las mujeres en 2012, incluyendo 3,500 casos de violencia sexual.
Al ratificar la Convención de Belém do Pará, los Estados Parte se comprometieron a impulsar una serie de acciones para garantizar a las mujeres su derecho de vivir libres de violencia, entre ellas:
1. Adoptar políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres;
2. Actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer; y
3. Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres y contrarrestar prejuicios y costumbres que legitiman o exacerban la violencia de género.
Sin embargo es posible contar con marcos legales brillantes en el papel, pero si no se aplican, son apenas pura retórica.
Hoy hago un llamado a la acción para instalar un nuevo paradigma donde tanto hombres como mujeres podamos convivir en condiciones de igualdad y justicia y sin violencia.
Este trabajo requiere de la sociedad entera – el gobierno, a través de los sectores de educación, desarrollo y seguridad y los mecanismos de apoyo a las mujeres, los medios de comunicación, el sector privado y, por supuesto, la sociedad civil.
En la marcha hacia un mundo de más derechos para cada vez más personas es imprescindible la continuación de la lucha integral para la protección, promoción, y fortalecimiento del derecho básico y fundamental de las mujeres de vivir libres de violencia en todas sus formas. (OEA)