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Amigas, amigos,

En este 2016 que está a punto de comenzar, sabemos que nos queda arduo trabajo por delante.

Nuestros planteos al frente de la OEA todavía pertenecen a una dinámica de construcción, pero nuestros esfuerzos para facilitar la resolución de los desafíos hemisféricos van a ser constantes.

La justicia y la ética deben ser las reglas que guíen la convivencia entre los países y, en cada país, el ejercicio de gobierno y oposición.

Hagamos en 2016 que la paz y la justicia sean coherentes entre sí y también coherentes con el sentido de la vida de los pueblos de las Américas, que Colombia encuentre la paz como derecho esencial de su pueblo y que nunca más vivamos un conflicto armado en nuestro continente.

Nadie puede hablar por el pueblo, porque los pueblos hablan por sí mismos. No podemos mantenernos neutrales ante la controversia, porque la democracia nos da la libertad y la responsabilidad de hablar con coraje para representar valores y principios irrenunciables.

Felicitamos todos los procesos electorales realizados en 2015, todos ellos han significado mucho para el fortalecimiento de la democracia.

Felicitamos especialmente a Venezuela y pedimos que nadie distorsione la voz del pueblo y su expresión más genuina -que son los resultados electorales- con estratagemas de dudosa juridicidad, ni reclamando decisiones viciadas de parcialidad a organismos reconstituidos para la ocasión.

Que no se apele a la prepotencia tampoco, sino que haya diálogo y paz, y que el derecho a denunciar irregularidades no se sostenga en la parcialidad de órganos con nuevos integrantes de reconocida filiación político-partidaria.

Debemos redoblar la lucha contra la impunidad para proteger la democracia y los derechos humanos, y hemos de garantizar la honestidad de los gobernantes y los derechos de los gobernados.

Defendamos todos los derechos humanos sin ideología ni creencias específicas, porque las violaciones de esos derechos y la represión se hacen desde la derecha y la izquierda, se manifiestan en cada periodista o activista de derechos humanos asesinado, en cada estudiante preso o torturado, en cada ciudadano abusado por la corrupción o por la violencia del crimen organizado.

La lucha más grande de todas, sin embargo, es la lucha por el bienestar de todos, por la igualdad y para eliminar cualquier forma de discriminación.

Es también la más cruel, porque el presente y la realidad golpean todavía con dureza a los que viven el desasosiego y la angustia de la pobreza y la violencia. Para ellos 2016 ya es tarde.

Compañeras y compañeros de las Américas:
Que nuestros mejores deseos para 2016 nunca sustituyan la capacidad de trabajo y nuestro esfuerzo permanente, inspirado en los valores esenciales de paz, democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo.

Luis Almagro,
Secretario General de la OEA

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