Pedrito tenía nueve años, cuando lo cambiaron de un colegio a otro. Lo que no sabía su madre, ni el mismo Pedrito, era cuánto iban a cambiar sus juegos inocentes del recreo. Por su carácter introvertido, Pedrito no sabía cómo defenderse de sus nuevos “compañeritos”, quienes lo sometían a tratos crueles, mientras jugaban a la “Seguridad Nacional”. Lo malo es que esto no era sólo un juego. Hoy, a sus 43 años, Pedro todavía recuerda esta triste etapa de su vida. Así, vemos cómo la violencia escolar puede esconderse tras burlas inocentes que derivan en agresiones físicas y psicológicas que pueden marcar a una persona en crecimiento.
Generalmente, asociamos la violencia escolar con problemas de disciplina, conflictos entre profesores y estudiantes, destrucción de instalaciones, maltrato entre compañeros, burlas ofensivas y el acoso conocido mejor conocido como «chalequeo», cuando implica la reiterada humillación y el uso de descalificativos.
La violencia escolar es la acción u omisión intencionadamente dañina, ejercida entre miembros y miembras de la comunidad educativa (estudiantes, docentes, representantes, personal subalterno) y que se produce dentro de los espacios físicos que le son propios a ésta (instalaciones escolares), o en otros espacios directamente relacionados con lo escolar (alrededores de la escuela o lugares donde se desarrollan actividades extraescolares). (1)
De acuerdo con Bárbara García Sánchez, socióloga especialista en educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, de Colombia, “el fenómeno de la violencia escolar está disparado a nivel mundial. Tiene que ver con que las relaciones sociales encontraron en la violencia una forma de expresión”.
Por su parte, Carlos Trapani, coordinador del programa Buen Trato de Centros Comunitarios de Aprendizaje Por los Derechos de la Niñez y Adolescencia (Cecodap), la violencia externa es un factor social que se reproduce en la escuela: «Tenemos un entorno violento, un discurso violento, unas relaciones violentas y la escuela no es una isla. Es inevitable que esto impacte dentro de las instituciones».
La violencia no conduce a nada positivo
En el año 2009, el Centro Gumilla realizó una investigación para examinar las manifestaciones de violencia en las escuelas públicas, colegios de Fe y Alegría, y la Asociación Venezolana de Educación Católica de las parroquias Petare y Sucre del Distrito Metropolitano. (2) Entre las conclusiones de este estudio destacan que “los estudiantes parecen estar conscientes de que la violencia no conduce a nada positivo, ya que las consecuencias podrían ser mayores que los actos en los que se incurren. Sin embargo, no escapan de ella y la justifican bajo el lema en defensa propia, lo cual sugiere una actitud proclive al fenómeno”.
Asimismo, añaden que hay factores de riesgo que hacen que los y las estudiantes tengan una alta probabilidad de estar involucrados e involucradas con hechos violentos, consuman sustancias psicoactivas, lleguen a tener armas, o presenten conductas transgresoras”. (3)
Algunos de estos factores son: Carecer de relaciones interpersonales cercanas basadas en el respeto y la solidaridad; ser hijos o hijas de padres que utilizan técnicas inadecuadas para resolver problemas; el no tener objetivos y metas claras y un grupo familiar que los respalda; el no poseer mecanismos pacíficos de resolución de conflictos; el estudiar en planteles con pésimos servicios de luz, agua e infraestructura sin mantenimiento; entre otros.
Radiografía de la violencia
La socióloga Bárbara García, señala que “hay una correspondencia entre la violencia intrafamiliar y la violencia escolar: Es como poner una radiografía sobre otra en la que se copian los comportamientos”. (4) No obstante, también los grupos de pares –o iguales– en la infancia influyen significativamente en el desarrollo y comportamiento de los niños y las niñas, sobre todo a medida que crecen y durante la adolescencia.
La investigación del Centro Gumilla sobre las expresiones de la violencia en las escuelas señala que éstas, además de su rol de promover el buen desempeño académico, pueden influir sobre la agresión de diversas maneras, bien sea por algunas características de la organización escolar o por las prácticas específicas de los profesores, que pueden aumentar el riesgo de agresión infantil, o promover comportamientos positivos. (5)
Prevenir la violencia escolar
Para influir positivamente en las prácticas de los y las docentes, la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz continúa formándolos y formándolas en Derechos Humanos, porque está consciente del enorme papel que ellos y ellas desempeñan en la formación de niños, niñas o adolescentes.
Así, a través de talleres dirigidos al personal docente y directivo, se busca diagnosticar los elementos que constituyen sus praxis educativas; por ejemplo, desde el punto de vista de la disciplina y la autoridad, se puede construir una concepción diferente de la disciplina y la autoridad basadas en los Derechos Humanos. ¿El objetivo?: Dejar atrás la escuela que reproduce un sistema excluyente y opresor y convertirla en agente concientizador y movilizador, siendo los Derechos Humanos el norte.
Ahora bien, existen otras iniciativas que se están desarrollando en algunas escuelas para disminuir los índices de violencia escolar, como por ejemplo el Plan Violencia Cero del Programa El Dibise va a la Escuela (implementado en el estado Aragua) junto con la red de docentes preventivos y las brigadas de padres voluntarios.
Para Oscar Misle, director y coordinador del programa Creciendo Juntos de Cecodap, “la solución está en realizar un trabajo pedagógico más efectivo que las sanciones…”. Otra solución que propone Cecodap a la violencia escolar es que se abran espacios para que los y las estudiantes conversen acerca de lo que viven en sus casas y escuelas, de manera que sientan tomados en cuenta y así cambien de actitud.
Sea cual sea la solución frente a la violencia escolar, lo importante es que estemos conscientes de que la misma debe ser responsabilidad e interés de la sociedad en general, con acciones dentro y hacia fuera de los planteles educativos, donde el trabajo conjunto entre la comunidad, la familia y las escuelas dé sus buenos frutos.
Fuentes
1.- http://es.wikipedia.org/wiki/Violencia_escolar
2.- Centro Gumilla, Investigación Sobre Violencia en Las Escuelas, Caracas, 2009.
3 Ibidem
4 Gabriela Rojas “La Escuela está desbordada para actuar, Ultimas noticias, 27710/2011, pág.4.
5 Centro Gumilla, Investigación Sobre Violencia en Las Escuelas, Caracas, 2009.