Desde que se creó, en 2006, la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario del Ministerio de Salud es la responsable del grueso de las obras –y también las fallas– de infraestructura en hospitales, ambulatorios y demás centros de salud. Uno de sus fracasos es su plan de remodelaciones, signado por irregularidades en las contrataciones y por no haber podido cumplir 60% de su meta, en ningún año, desde que arrancó en 2007
La alimentación de los pacientes de la Maternidad Concepción Palacios depende del Hospital Militar. A diario, se debe esperar a que desde allí traigan los almuerzos, pues la cocina del principal centro materno del país dejó de funcionar desde hace más de una década. Quienes acuden a las Emergencias del Hospital Vargas y del Materno Infantil de Caricuao deben aguantar el sofocón, porque el aire acondicionado se daña a cada rato. En Los Magallanes de Catia, las goteras son comunes, porque las tuberías llevan años colapsadas sin recibir mantenimiento. En el Lídice, las filtraciones se han apoderado del área de descanso del personal obrero, donde todo es humedad y oscuridad.
Las fallas de estos cinco centros de salud mencionados debieron haberse solventado hace 9 años, cuando en 2007 –año de la bonanza económica– fueron incluidos en un plan de reparación, remodelación y recuperación de varias decenas de hospitales en todo el país, el cual sería ejecutado por la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario (Fundeeh) del Ministerio de Salud. Sin embargo, a lo largo de estos años, sólo se han aplicado paños de agua tibia para intentar que la operatividad del sistema de salud pública se mantenga pese al descuido y la desinversión.
La historia de esta debacle tuvo su génesis en noviembre de 2006, cuando la fundación se creó por medio del Decreto Presidencial N° 4.965. La intención era que esta tuviese una misión elemental: la construcción, dotación y equipamiento de la planta física hospitalaria general especializada, incluida en el “Plan Especial de Desarrollo y Ampliación de la Red Hospitalaria Nacional”. Su primer presidente fue Carlos Humberto Alvarado González, actual rector de la Universidad de las Ciencias de la Salud, quien fue desplazado a los 7 meses por el General de Brigada del Ejército, Jesús María Mantilla Oliveros, quien se autodesignó en el cargo días después de haber sido nombrado ministro de Salud. La mayoría de los titulares de la cartera que le siguieron hicieron lo mismo.
No fue sino hasta 2008 cuando la Fundeeh encendió las alarmas de los parlamentarios de la Asamblea Nacional. Tirso Silva, médico y entonces diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), solicitó que se hiciera un seguimiento a un crédito adicional de 1,35 millardos de bolívares, el cual se había transferido al Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel en agosto de 2007, para que tuviese como destinataria final a la fundación y a su plan de “Acondicionamiento, repotenciación y modernización de 62 hospitales tipo I, II, III y IV” de todo el territorio nacional, que beneficiaría a 2 millones de personas.
En la Memoria y Cuenta de 2007 del Ministerio aparecieron los resultados de aquella inversión. La Fundeeh explicó que, del monto aprobado, la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre) sólo transfirió Bs. 691.075.500, poco menos de la mitad de lo que se le concedió. Pero, además, mostró un cuadro escueto y sin detalle para exponer los avances. ¿Pudieron los adelantos físicos de las labores alcanzar 119% en lugar de 100%, como sería lo correcto? ¿Pudo hacerse esto con apenas 26% de los recursos financieros disponibles?
Captura de pantalla de la Memoria y Cuenta 2007 del Ministerio de Salud
La Asamblea Nacional conformó una subcomisión mixta para hacer el seguimiento pedido por Silva y presentó los resultados en julio de 2008, en un texto que destapó una serie de irregularidades en el cumplimiento de las obras de infraestructura pautadas.
Los documentos consignados por los diputados desaparecieron del Palacio Legislativo y de las oficinas administrativas de la AN. Pese a que fueron entregados a la Comisión de Finanzas y a la de Contraloría, y a que su copia debería estar en el archivo del Hemiciclo, no hay rastro de ellos en la actualidad. “De aquí desapareció hasta el informe donde se había aprobado ese crédito”, contó un empleado de Finanzas que no quiso revelar su nombre. A pesar de la traba, se logró tener acceso al informe elaborado por Silva, quien siguió los trabajos que se harían en 10 hospitales de la capital venezolana: Hospital Vargas de Caracas, Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, Hospital Oncológico Luis Razetti, Hospital Materno Infantil Pastor Oropeza de Caricuao, Hospital Dr. Leopoldo Manrique Terrero (Periférico de Coche), Hospital Dr. Jesús Yerena de Lídice, Maternidad Concepción Palacios, Hospital J. M. de los Ríos, Hospital Dr. José Gregorio Hernández (Los Magallanes de Catia) y Hospital Universitario de Caracas.
Dentro de las conclusiones del informe de la AN se indicó que se desconocía si las empresas que iniciaron las obras habían sido sometidas a los procesos licitatorios de ley, así como las fechas exactas de la suscripción de los contratos. Tampoco se sabía si estas compañías cumplían con los requisitos exigidos por el Sistema Nacional de Contratistas. Lo que sí se afirmó es que ninguna de estas había culminado su trabajo en el tiempo establecido para ello.
La “caja negra”
“Hay que denunciar partiendo de una verdad: el Estado no ha escatimado esfuerzos para el sector de la salud”, aseveró Tirso Silva, quien hoy es director del Hospital Vargas. Sin embargo, la crisis que hoy atraviesan los hospitales está marcada por las fallas que en el pasado, cuando se asignaron recursos para resolverlas, debieron subsanarse.
Aunque en su página web, la Fundeeh exhibe todas las obras que ejecuta, la mayoría de los trabajos de aquel plan de 2007 no aparece en el conteo. En las Memorias y Cuentas del Ministerio de Salud que van de 2006 a 2015, la meta de ejecución de los trabajos que se llevaron a cabo desde la fundación no había sobrepasado en ningún año el 60%.
En el informe sobre el Derecho a la Salud de 2015, el Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos, Provea, mostró cifras que revelaron cómo el deterioro de los hospitales había afectado, con el paso del tiempo, a quienes acudían hasta allí para curarse. De las 3.719 denuncias sobre deficiencias en el sistema sanitario que registró la organización en su base de datos, 47% se relacionó con la “escasez de dotación y equipamiento, déficit de personal, infraestructura física debilitada y cierre, paralización o suspensión de servicios en hospitales y ambulatorios públicos”, incluyendo centros de la Misión Barrio Adentro. Entre 2012 y 2015, los reclamos sobre las fallas en la infraestructura de estos centros pasaron de 61 a 292, las denuncias por el mal funcionamiento de los aires acondicionados subieron de 45 a 183, mientras que los señalamientos por las obras inconclusas se incrementaron de 58 a 97. Las críticas por la situación de las aguas servidas aumentaron de 12 a 84, y por las fallas de electricidad, de 23 a 40. Muchas hubieran podido prevenirse si las obras de la Fundeeh se hubieran ejecutado sin retrasos.
Para el director de Salud del Distrito Capital, Earle Siso, la mala gerencia dentro de la fundación fue la que generó el colapso. En declaraciones a El Universal, insistió en que se trataba de una institución víctima del robo y la inoperancia. “Se convirtió en un caja negra. No da respuestas. Hay fallas de infraestructura en los hospitales. La Maternidad Concepción Palacios tiene dos cocinas y ninguna funciona. Nos está comiendo la inflación. Caímos en deterioro total sin partidas absolutas. El Materno Hugo Chávez de El Valle es un desastre. No puedo arreglar todo. Estamos viviendo una crisis histórica», sentenció.
Todos para uno
En el documento del Parlamento también se alertó sobre la contratación de una misma firma para varios trabajos. “Hay un reciclaje de las mismas empresas contratadas en los distintos establecimientos hospitalarios”, se apuntó en el escrito. Una de estas fue la Distribuidora Imagison, a la cual se encargó el reacondicionamiento del sistema de gases medicinales –que provee de oxígeno y otros gases a los pacientes internos– de siete hospitales de Caracas. De acuerdo con el Registro Nacional de Contratistas (RNC), la empresa con dos empleados en nómina está presidida por José Jesús Álvarez Noguera, quien también es dueño de otras firmas del ramo médico que han prestado servicio al Gobierno: Distribuidora Erelmed C. A. y el Grupo Echomed de Venezuela. Ninguna está actualmente habilitada para contratar con el Estado. A Álvarez Noguera se le intentó contactar vía telefónica durante la realización de este reportaje, pero estaba de viaje fuera del país. En la dirección física donde está Imagison, en Quinta Crespo, sólo hay un depósito que permanece cerrado la mayor parte del tiempo, según un comerciante.
A pesar de que Imagison fue creada en 2004, según la ficha del RNC no aumentó su capital hasta febrero de 2008, año en el que finalizó las obras en cuestión. En ese mismo documento, se observó que ninguno de los 18 contratos que se suscribieron para estos trabajos (sólo 4 son de hospitales del Distrito Capital, los otros son de centro de salud del interior del país) tenía número. Algunos se pactaron en diciembre de 2007, otros entre febrero y marzo de 2008. La mayoría de las obras (13) se culminó el 7 de julio de 2008.
Estos datos no concuerdan con el informe de Silva, entregado en el mismo mes del fin de las obras. Para esa fecha, en el Oncológico Luis Razetti y en el J. M. de los Ríos sólo se había ejecutado 10% del trabajo, pese a que Imagison había recibido un avance de 50% para cada uno (348.371,05 Bs. en el primer caso y 635.094,10 en el segundo). En el Periférico de Coche, sólo había un avance de 8% cuando también se le había pagado la mitad (349.143,55 Bs.). En otros centros de salud, la situación era lo contrario: el avance de la obra era de 60% cuando el financiero llegaba a 50%.
En Los Magallanes de Catia, para la fecha, no había ningún tipo de adelanto. Sin embargo, hoy día existe un espacio dedicado al sistema de gases medicinales en la parte trasera del hospital. Allí, el cartelón de la obra descansa sobre una de las paredes del cuarto que resguarda los equipos. Los trabajadores entrevistados señalaron que las máquinas nunca han funcionado de manera óptima, ya que muchas de las tomas presentaban –y siguen presentando– fallas. En la actualidad, a pesar de que la obra recibió un mantenimiento hace un año, los pacientes dependen de las bombonas.
En otros centros hospitalarios donde Imagison también efectuó trabajos, como el Materno Infantil de Caricuao y el Hospital de Lídice, el mal funcionamiento de las tomas es una constante. “Hay habitaciones en donde hay seis pacientes y sólo una toma buena. Eso es un problema porque entonces a las personas hay que moverlas de un cuarto a otro, para que puedan tener oxígeno”, acotó un empleado del área de Cirugía del último centro de salud.
La Distribuidora Imagison ejecutó otras obras para la Fundeeh después de los trabajos de 2008. Sin embargo, en agosto de 2012, la fundación emprendió contra la empresa un procedimiento de rescisión unilateral de uno de sus contratos. En respuesta, la compañía privada exigió la nulidad de la acción y señaló que en los actos administrativos hubo “vicios formales y de fondo”, ya que no había una motivación justificada para finiquitar la relación. Así mismo, ejerció un recurso por “Abstención o Negativa de los Funcionarios Públicos a Actuar Conforme las Obligaciones Legales que le Corresponden”, ya que estos no respondieron a los planteamientos técnicos que les había formulado la firma para la continuación de las labores. En el RNC, Imagison aparece ahora como una empresa sancionada.
De un hospital a un teatro
A la Constructora Mignoli, propiedad de Antonio Mignoli, se le encomendaron 6 obras en 5 hospitales de Caracas entre 2007 y 2008, casi todas relacionadas con el reacondicionamiento del sistema eléctrico y una más de trabajos en los aires acondicionados. Al igual que Distribuidora Imagison, 2008 fue el año cuando se registró formalmente un aumento del capital de la empresa que había sido creada 9 años antes.
En su ficha en el RNC se observó que todas las obras encargadas por la Fundeeh se asignaron a la empresa por medio de una resolución que declaraba en “Emergencia Institucional al Ministerio de la Salud” para adjudicar directamente en concurso privado la ejecución de cada trabajo.
Sin embargo, los plazos en los que se cumplieron las labores demostraron que no todo era urgente. Los que se llevaron a cabo en el Hospital de Los Magallanes de Catia tardaron 3 años, de noviembre de 2007 a noviembre de 2010. En el J. M. de los Ríos demoraron dos años y medio, mientras que en el Hospital Universitario de Caracas, los que habían comenzado en diciembre de 2007, se terminaron a mediados de 2009. En la Maternidad Concepción Palacios, el reacondicionamiento eléctrico no se culminó, sino que llegó hasta 95%. El informe consignado ante la Asamblea apuntó que la Maternidad había sido precisamente la más afectada por los retrasos. Pese a haber recibido una avance financiero de 4.266.687,90 Bs, que equivalía a 50% de la obra, para julio de 2008 sólo se había ejecutado 10% de la misma.
Hoy, los problemas eléctricos continúan afectando a Los Magallanes de Catia, que tiene áreas y pisos enteros completamente a oscuras debido a que hay tableros que se recalientan y múltiples conexiones que ya no funcionan. La energía suele fallar en este centro de salud y la planta que debería suplirla está fuera de servicio.
“Aquí nada sirve”, aseveró una mujer tendida en una de las camas del piso 3. Antes de volver a hablar, apuntó hacia la lámpara de clip que estaba sobre su cama, una que le habían llevado desde su casa. “Esta es la única manera de tener esto iluminado. Cuando llegué, aquí no había ni un bombillo”, agregó.
El nombre de la Constructora Mignoli sonó 5 años después del inicio de aquellas obras por estar inmerso en un escándalo de corrupción. A la compañía se le encargó un proyecto de adecuación tecnológica en el Teatro de la Ópera de Maracay y, posteriormente, trabajos de “adecuación física” que terminaron por destruir el interior del edificio patrimonial. Todo ocurrió después de que el entonces gobernador del estado Aragua, Rafael Isea, cerrara en 2009 el centro cultural con la excusa de su remodelación. Para 2013, Tarek El Aissami, quien era el nuevo mandatario regional, denunció la situación así como la pérdida de 88 millones de bolívares que se habían invertido en labores de ingeniería. Hoy, la empresa está inhabilitada en el RNC. Los intentos por contactar a sus propietarios, vía telefónica y de forma presencial, fueron inútiles.
Sin cocina = sin comida
Una reja fue todo lo que quedó de aquella remodelación que la Fundeeh prometió iniciar en la cocina de la Maternidad Concepción Palacios. El sitio hoy, nueve años después del anuncio del plan de “reacondicionamiento de los servicios de Cocina y Nutrición”, permanece con sus dos entradas selladas por candados, en la oscuridad de un pasillo desde donde, a ratos, se siente el olor fétido de una cañería.
En el informe de Tirso Silva, el trabajo apareció dentro del recuadro de “Obras en Ejecución en Proceso de Contratación”. A Inversiones y Construcciones Viar (Incovi) C.A, una empresa con 10 empleados de nómina, localizada en el Barrio El Cambio de Barinas, le fue asignada la labor que ascendía a un monto de 10.398.382,61 bolívares.
Para julio de 2008, el avance físico en la cocina era de 5%, pese a que el Estado aún no había desembolsado nada. “Lo único que pusieron fue una reja”, contó Esther Figueroa, enfermera y delegada sindical de la Maternidad donde ha trabajado durante 30 años. Desde entonces, el Ministerio de Salud resolvió contratar a una compañía que llevara a diario más de 400 comidas para los pacientes hasta que, en abril de este año, los platos dejaron de llegar porque desde el Ejecutivo se mantenía una deuda con los proveedores.
Aunque la Fundeeh recibió 14 millones de bolívares en 2010 para la “culminación de la segunda fase de los trabajos de remodelación” de este centro, nada se destinó a la cocina, que había quedado como un depósito de camas pediátricas, según Figueroa. Hoy, los pacientes dependen de los almuerzos que se envían desde el Hospital Militar, pero estos son apenas 170, menos de la mitad de los que llegaban antes.
“¿Qué cómo hacen? Pues los pacientes se turnan. Unos días comen y otros días no, porque no alcanza para todos. Los familiares tienen que estar pendientes para que les den la comida”, señaló otro trabajador de la mayor maternidad de la capital venezolana.
Entre aguas servidas
En junio, en el Hospital Vargas no se pudo ocultar más el problema de las aguas servidas. Los pacientes salieron a la calle para protestar porque las filtraciones habían llegado hasta los quirófanos y los charcos negros se dibujaron en suelos que debían estar inmaculados para evitar cualquier tipo de contaminación durante una cirugía. “Eso fue horrible y todavía hay salas en donde entran las aguas negras y el olor no se aguanta. Las residencias de los médicos, en el edificio nuevo, tuvieron que ser desalojadas por eso”, reveló una trabajadora.
El reacondicionamiento de este sistema, así como el de aguas blancas, estaba pautado dentro del plan de 2007, pero todavía no se ha solventado.
Silva, quien lleva hoy las riendas de este centro sanitario, reveló que no fue sino hasta el año pasado cuando se taparon las tuberías y caños que habían quedado abiertos desde aquella época, cuando las obras quedaron a la mitad. La encargada de la ejecución era Construcciones y Mantenimientos Ocopi, C. A., empresa a la cual se le había pagado la mitad del costo total (1.120.408,54 bolívares). La realización de los trabajos, de acuerdo con el informe de la AN, también alcanzó 50%.
A esa misma compañía, que hoy aparece como sancionada en el RNC, se le encargaron otras seis obras en el mismo hospital. Estas, no sólo abarcaban las tuberías, sino también el reacondicionamiento de unidades tan disímiles como la cocina y la Unidad de Cuidados Intensivos de Adultos, o la impermeabilización de los techos, que también quedó pendiente y que propició que en algunos rincones del edificio patrimonial se vean grietas.
Vivir sin aire
El aire espeso y caliente que llega a la Observación Pediátrica del Hospital Materno Infantil de Caricuao se siente también en dos de las Pediatrías y en uno de los pasillos de un servicio de Obstetricia. “Así los pacientes pueden contaminarse con más facilidad. Las bacterias se reproducen más rápido”, afirmó una médico antes de comenzar su ronda diaria. En otra sala, una enfermera comentó que en las áreas donde hacía más calor, el personal médico y obrero se ausentaba a ratos. “A veces esto está lleno, porque tenemos que atender a los niños y ellos vienen con sus papás. Hoy sólo tenemos 6 pacienticos, pero hay días en los que hay 14 y esto no se soporta”, dijo mientras se abanicaba con una hoja de papel.
Los problemas del aire acondicionado no son nuevos en el Materno Infantil. Los trabajadores comentaron que aunque se han hecho varios arreglos, no hay ninguno que perdure más de dos meses. Así ha sido durante años, incluso antes de 2007, cuando la Fundeeh ordenó que allí se llevara a cabo un reacondicionamiento del sistema que costó más de 2 millones de bolívares y estuvo a cargo del Grupo Cobe C. A., cuya oficina está ubicada en Bello Monte.
La del aire acondicionado es una de las fallas más comunes en los hospitales caraqueños. Las escenas del Materno Infantil de Caricuao se repiten en Los Magallanes de Catia, donde los familiares de los pacientes se quejan porque deben mantener las ventanas abiertas y soportar las picaduras de los mosquitos que pululan en los charcos que se hacen en las terrazas y platabandas del hospital. La falta ha hecho que algunos quirófanos estén inoperativos.
También pasa lo mismo en la Emergencia del Vargas, inaugurada hace apenas tres años por el entonces vicepresidente Jorge Arreaza. Allí, el calor agobia a los enfermos al punto del desmayo. El vapor se condensa más porque el sitio fue concebido totalmente cerrado y dependiente del aire acondicionado. A este problema, Tirso Silva le llama “falla de origen”: si bien se hizo la obra, no se previó que se pactara un mantenimiento continuo que la preservara. Entre diciembre pasado y mayo de este año, se debieron cancelar varias operaciones porque en los quirófanos no funcionaban los aparatos. De esta realidad, muy pocos centros de salud escapan en un país donde, además de fallas de infraestructura, se debe vivir con la escasez de insumos, medicinas y hasta productos que desinfecten y prevengan la posibilidad de contaminarse mientras se está enfermo.
Lorena Meléndez G./ Especial para Provea
Redacción y fotografía