Su búsqueda constituye un largo camino que muchas familias empiezan cuando pierden un ser querido, pero que solo unas culminan porque, pareciera que aún el sistema de justicia en nuestro país juega al cansancio de las víctimas y sus familiares, quienes terminan rindiéndose y abandonando la lucha

 

Después de más de dos años y 24 audiencias de juicio oral y público, el Tribunal Sexto de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, a cargo de la jueza Anabelle Plaz Rojo, sentenció a 27 años de prisión al agente Dixon Argenis Canelón Mendoza y al sargento Graciano Antonio Granda; y a 24 años de prisión al cabo primero Luis Pastor Camacaro Rodríguez y al distinguido Erik Alexander Torctes Ereu. Todos funcionarios de la Policía de Lara, quienes el 29 de abril del año 2008 asesinaron a los jóvenes Fabricio Douglas Iván Pérez Heredia y Ángel Alexander Ernesto Pérez Heredia. La búsqueda justicia es un largo camino que muchas familias empiezan cuando pierden un ser querido, pero que solo unas culminan porque, lamentablemente y, a pesar de los esfuerzos por erradicar viejos vicios, pareciera que aún el sistema de justicia en nuestro país juega al cansancio de las víctimas y sus familiares, quienes terminan rindiéndose y abandonando la lucha. Afortunadamente, el caso de la familia Pérez Heredia ya obtuvo una sentencia condenatoria y confiamos en que más tarde o más temprano se convierta en definitivamente firme y se alcance por fin la justicia. Ellos y ellas son un ejemplo de constancia y fe. Por eso, hoy quisimos traer ante ustedes un extracto de la carta que leyó Iván Pérez, padre de los jóvenes asesinados, Fabricio Douglas Iván Pérez Heredia y Ángel Alexander Ernesto Pérez Heredia, cuando se le concedió el derecho de palabra ese 18 de agosto de 2011, antes de que la jueza dictara su veredicto.

 

Carta

 

“Declaro en nombre del honor de mis hijos asesinados, y de otras víctimas producto de inhumanas y crueles actuaciones de éstos acusados, en el nombre de mis compartidos ideales por la vida, la paz y la justicia, juro por el Dios de mis ancestros que todo cuanto hoy expongo ante este honorable tribunal tiene la sagrada intención de exigir justicia en nombre de la verdad. Ciudadana jueza, no puedo dejar de destacar mi angustia que, más que personal, es colectiva por el interés que el asesinato de mis dos hijos causó en distintos sectores de los estados Lara, Carabobo y nacionalmente. Dicha angustia está referida a los múltiples obstáculos que se presentaron en el transcurso de este juicio, que a la fecha marca 40 meses igual a tres años y cuatro meses, en los cuales hemos sufrido con estupor e indignación las tácticas reñidas con la ética y la moral de la defensa de los acusados que, al no tener recursos jurídicos que garantizaran idónea defensa de sus clientes, acudió a la bajeza humana del engaño, logrando desintegrar al Tribunal Mixto constituido en la ciudad de Barquisimeto, el 18 de agosto de 2009. Entre subterfugios, hace radicar el caso en este honorable circuito judicial del estado Carabobo. Desde los inicios del juicio son incontables las maniobras dilatorias emprendidas por la defensa, lo que demuestra la carencia de argumentos y bases legales de la defensa para garantizar, por un lado, la asistencia de los derechos de sus clientes y, por el otro, demostrar los supuestos que alegan los imputados en sus innobles actuaciones contra mis dos hijos desarmados, trabajadores del campo y uno de ellos estudiante… En este sentido, salta una pregunta colectiva: ¿No existe alguna medida sancionatoria contra profesionales que entorpecen la idónea y transparente administración de justicia de jueces y juezas? Sobre el caso del asesinato de mis dos hijos, por las brutales actuaciones de los cuatro exfuncionarios policiales acusados, debo exponer en principio que la tragedia causada por ustedes a tres familias no tiene reparación alguna. Dos jóvenes mujeres, cada una con dos hijas; mi familia conformada con humildad por Gladis Heredia, mi esposa, y cuatro hijos, dos de los cuales ustedes asesinaron el 29 de abril de 2008, integrábamos la unidad familiar que con nuestras limitaciones materiales manteníamos sueños y esperanzas… Mis hijos tuvieron hogar… como todos los jóvenes fueron irreverentes, pero jamás delincuentes, como se ha pretendido hacer ver por estos cuatro acusados de su crimen. Ese fatídico día del 29 de abril del 2008 salieron juntos de mi casa Ángel Alexander y Douglas Fabricio Pérez Heredia… aproximadamente entre las 8 y las 9 de la mañana, fueron a cobrar un cheque en el Banco Provincial, producto de la venta de unos cochinos. A partir de allí comenzó nuestra tragedia familiar, pues desde que salieron del banco mantuvimos comunicación telefónica, en vista de que mi nieta, hija de Douglas Fabricio, estaba enferma y él debía comprarle los remedios, así como comprar un repuesto para el camión cisterna. Estaban estacionándose cerca de Casa Record, cuando tuvimos la última comunicación telefónica. De ese sitio y momento no tuvimos más comunicación con ellos. Recorrí todos los organismos de seguridad, hospitales, comercios cercanos a Casa Record, sin dar con el paradero de ellos. Ese instante produjo un giro en mi vida, junto a mi familia, un antes y un después; cambió la paz y la tranquilidad de cada uno de mis hijos vivos, esposa, nietas y amigos, ustedes sembraron un tormento y angustia dolorosa en una humilde familia, destrozaron las esperanzas de cuatro niñas y truncaron dos vidas productivas preñadas de sueños en el futuro. Mis dos hijos fueron sus víctimas directas de sus crueles e inhumanas acciones; están dolorosamente enterrados. Pero, ustedes, acusados, han dejado víctimas indirectas cargando las terribles consecuencias de sus criminales actos; entre esas víctimas, sus propias familias… Hay hombres que en vida están muertos porque no quieren ni valoran la vida, mientras que mis hijos viven… en el torrente de ríos y quebradas. Ustedes me los arrebataron con su cruel violencia, pero yo junto al pueblo que los vio nacer permanecerán vivos por siempre. Más allá de cualquier sentencia, ustedes serán señalados por la historia el resto de sus vidas por esa digna lucha de un pueblo que no me dejó caer en la impotencia del dolor. Ninguna sentencia humana podrá hacerles pagar sus monstruosidades en el ejercicio de sus funciones…confío en el castigo divino…. No albergo rencor alguno porque no sé odiar. En estos tres años de lucha no me ha animado la revancha…Espero impere el reino de la justicia y que todo el peso de la ley deje un contundente precedente para todo aquel funcionario que envestido de autoridad atente contra el sagrado derecho a la vida y los derechos humanos de ciudadanos y ciudadanas indefensas. Haga justicia en el nombre de Dios y de los hombres…” Iván Pérez

 

“Hay hombres que en vida están muertos porque no quieren ni valoran la vida, mientras que mis hijos viven… en el torrente de ríos y quebradas. Ustedes me los arrebataron con su cruel violencia”.

Iván Pérez, padre de Fabricio y Ángel Pérez Heredia, los jóvenes asesinados por la policía del estado Lara

 

16.10.11  Diario La Voz

 

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