logoOVCSMuchas protestas son originadas por las mismas causas, que no se resuelven

Si no se atacan los problemas de fondo, la gente seguirá en la calle exigiendo sus derechos

En los últimos tres años los estudios del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social han reportado un aumento consistente en la protesta social.

Hablamos de más de 5 mil protestas por año. Sin duda es una cifra récord en nuestra región: Venezuela es el país donde más se protesta. Y básicamente las exigencias están ligadas a dos temas: trabajo y vivienda.

Las autoridades deberían sentarse a dialogar, de verdad, con los trabajadores y los ciudadanos antes de que estallen los conflictos y podrían evitar muchas protestas

Para los ciudadanos que habitamos en este país es habitual ver una tranca de avenidas o carreteras, o una concentración y hasta huelgas de hambre en las puertas de gobernaciones, ministerios y alcaldías.

En ocasiones no han sido simples observadores, también han participado.

La protesta se ha convertido en parte de la vida de todas y todos. Y muchas veces nos preguntamos: ¿por qué hay tantas protestas en Venezuela?

La respuesta es sencilla: falta de respuestas oportunas por parte de las autoridades.

Ausencia de respuestas oportunas

La respuesta a los manifestantes debe ser efectiva, esto quiere decir que las medidas anunciadas y acordadas deben ejecutarse de manera que resuelvan el problema definitivamente.

Y debe ser oportuna porque las autoridades tienen la obligación de atender a quienes exigen derechos de manera expedita, sin demoras. Incluso, con una gestión eficiente, se pueden prever fallas y mitigar los riesgos de conflictos.

La frecuencia de las protestas es muy alta y las personas realizan muchas protestas pidiendo solución a un mismo problema, porque muchas veces las causas siguen siendo las mismas.

Ganar tiempo sin resolver

La política de las autoridades ha sido la conducción de los conflictos, y no su resolución.

Esta conducción tiene como característica principal la instalación de mesas de diálogo o negociación en las que se proponen ciertos acuerdos que en la mayoría de los casos favorecen a quienes protestan.

Luego de que los manifestantes se desmovilizan confiando en el cumplimiento de los acuerdos, a las pocas semanas se encuentran con que no se han concretado los compromisos adquiridos con ellos, lo que ocasiona nuevas, y a veces más radicales, acciones de protesta.

Es decir, da la impresión, para muchos es certeza, que se usan las mesas de diálogo, no como herramientas de inclusión o de resolución de conflictos, si no que para “ganar tiempo”.

Tiempo que luego no se invierte en avanzar en la solución de los problemas o en dar respuestas a los manifestantes. De esta manera se va consolidando el espiral de conflictividad que se desarrolla en nuestro país.

Podemos mencionar dos ejemplos claros: la huelga hambre de estudiantes universitarios frente a la sede del PNUD en Caracas en 2011, donde los jóvenes se mantuvieron durante más de 30 días ejerciendo esa protesta radical, y levantaron el conflicto luego de ciertos acuerdos con el gobierno sobre aumento de becas y dotaciones de infraestructura.

Al mes ya estaban otra vez protestando por lo mismo, incluso en el actual conflicto de las universidades, los estudiantes exigen las mismas reivindicaciones, porque nunca fueron cumplidas tal como lo acordaron hace dos años.

Otro ejemplo es la protesta que mantuvieron los trabajadores de Ferrominera del Orinoco, que luego de una huelga laboral de más de 10 días, con militarización por parte del gobierno nacional incluida, el pasado mes de junio, llegaron a un acuerdo donde se cubrían todas las demandas referidas a contratos, pago de deudas y reenganches.

A quince días de levantado el conflicto, hoy los trabajadores ejercen de nuevo acciones de protesta, debido al incumplimiento de los compromisos y acuerdos por parte del patrón, que en este caso es el gobierno.

Similares situaciones hemos visto en el pasado reciente con las enfermeras, los trabajadores de la salud, los ciudadanos que viven en refugios a la espera de viviendas, etc.

Diálogo a tiempo

Los problemas económicos y políticos se ven reflejados también en la conflictividad y en la forma como el gobierno la enfrenta.

Actualmente los trabajadores de Minerven llevan más de 30 días de paro laboral, en Pianmeca, una procesadora de aluminio, que depende de los despachos de la estatal Venalum, sus trabajadores protagonizan una protesta en los portones que lleva más de 20 días.

Los trabajadores de Corpoelec anuncian un conflicto si no son satisfechas sus demandas. El magisterio venezolano advierte que quiere un aumento de salario en el orden del 60%.

Las autoridades deberían sentarse a dialogar, de verdad, con los trabajadores y los ciudadanos antes de que estallen los conflictos y podrían evitar muchas protestas.

Ahí está el ejemplo de los universitarios, que tras más de un mes de paro, lograron hacer sentar a negociar al gobierno y consiguieron, además, que reconociera a FAPUV.

El gobierno debe saber que si no resuelve los problemas de fondo y simplemente busca ganar tiempo, la gente seguirá en la calle exigiendo sus derechos.

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