logoOVCSEl gobierno enfrenta las protestas con amenazas, militarismo y diálogo de sordos.

La resolución de los conflictos laborales debe ser por la vía democrática.

En Venezuela cada año se bate el récord de protestas. Desde 2007 se observa un incremento pronunciado y sostenido de las movilizaciones populares.

En 2010 se registró un salto cuantitativo de gran importancia al pasar de 3 mil a más de 5 mil protestas en un año.

Los reportes del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social demuestran que el 80% de esas protestas son de orden social, y que los temas laborales y de vivienda han sido las causas principales de quienes han ejercido el derecho a la protesta.

No ha habido solidaridad entre los diferentes sectores que protestan y no ha existido una conducción política que haya amalgamado y dirigido el descontento, a pesar del peso que ha tenido en todos estos años el hecho político

El otro 20%, relacionado con derechos civiles y políticos, se identifican con demandas de personas privadas de libertad, seguridad ciudadana y el derecho a la justicia.

Las protestas para exigir derechos políticos, aunque han tenido mayor presencia en 2013, no representan grandes valores porcentuales, aunque sí mucha cobertura mediática.

Conducción de las protestas

Escuchamos a mucha gente decir “tantas protestas en Venezuela y no pasa nada”, otros más osados y menos documentados comparan a las protestas criollas con las primaveras del mundo árabe.

Y algunos se preguntan por qué aquí no se han reproducido los movimientos de “indignados” que vivieron varios países europeos o más recientemente Brasil.

La respuesta es sencilla.

En Venezuela se protesta y mucho. Pero las protestas no están interconectadas entre sí. Los ciudadanos, solos o agrupados en sectores (sindicatos, vecinos, gremios, etc) protestan por sus derechos o reivindicaciones, pero no existe un elemento que los aglutine.

De alguna forma, la sociedad está dividida en compartimientos estancos y probablemente esta situación se ha agudizado en los últimos años.

No ha habido solidaridad entre los diferentes sectores que protestan y no ha existido una conducción política que haya amalgamado y dirigido el descontento, a pesar del peso que ha tenido en todos estos años el hecho político.

Ironías.

Sin embargo, el gobierno sí ha sabido manejar muchas de esas protestas para recibir el menor daño posible usando muy distintas herramientas que van desde las mesas de diálogo, de acuerdos (que la mayoría de las veces no se cumplen) o simplemente acallándolas mediáticamente (vemos aumentar últimamente los medios censurados y autocensurados) y aislándolas, hasta el uso de métodos non santos como la judicialización y criminalización de quienes protestan.

Muchas de las protestas, por cierto, provienen de sectores afectos al oficialismo. El gobierno ha salido airoso de muchos episodios críticos, pero las causas del descontento persisten.

Por otro lado, no observamos a líderes opositores acompañando a quienes día a día salen a la calle a demandar derechos o reivindicaciones, con honrosas excepciones de algunos que otros diputados o dirigentes cercanos a ciertas causas universitarias o sindicales.

Las protestas en el contexto actual

La crisis económica parece no estar bajo control y pudiera ser un elemento determinante en el desarrollo de las protestas que hoy vemos.

El gobierno parece estar atado de manos a la hora de tratar con los sindicatos y gremios. Parece que atrás quedaron los tiempos en que la liquidez monetaria le permitía negociar con más comodidad las exigencias de los trabajadores.

Vuelta a clases con conflicto

Hoy vemos al gremio magisterial en la calle exigiendo mejoras sustanciales en sus ingresos económicos. La vuelta a clases ha traído de vuelta un problema de vieja data: muchos maestros apenas ganan algo más que el sueldo mínimo.

Además, el gobierno represa muchas veces recursos que los entes regionales tienen destinados para ese sector.

Empresas básicas

Llama la atención la forma en que el gobierno ha tratado el tema de la conflictividad laboral en las empresas básicas.

Deja que exploten los conflictos, generalmente en forma de paros laborales, espera unos días, amenaza y a veces usa, la fuerza militar para luego sentarse a hablar y al poco tiempo incumple la palabra empeñada.

Los sindicatos, que en la zona de Guayana tienen tradición de lucha vuelven a llamar al paro. Un ciclo que ha sido últimamente una constante.

Lo que está pasando en Sidor y en Ferrominera del Orinoco es consecuencia de lo que venimos diciendo en éste y en anteriores artículos.

Por parte del gobierno han privado la agenda política y los desplantes e incumplimientos, que sumados a la crisis económica y a la corrupción que se ha visto en esas empresas, le ha restado capacidad negociadora frente a unos sindicatos que no solo lucen fuertes, sino que lo son realmente.

La acción del gobierno

La opción de usar la amenaza y a los militares, ya sea en las instalaciones de trabajo o en la calle, no parece haber sido la mejor.

Tampoco el hecho de perseguir y despedir a trabajadores, como el caso del dirigente petrolero Iván Freites, o el sometimiento a procesos judiciales a dirigentes, trabajadores o ciudadanos por protestar o disentir.

El gobierno debe cuidarse de utilizar métodos no democráticos para dirimir las diferencias.

@MarcoAPonce y @mlhccs

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *