Con la muerte de Marcela Blanco Serrano de 52 años y Katiusca Blanco de 34 sumaron 102 venezolanas asesinadas solamente en la Gran Caracas en 2013.
Marcela y Katiuska fueron asesinadas por los invasores de su casa en Petare. ¿Podían haber acudido a alguna autoridad para denunciar a los diez hombres que desde hacía 15 días se habían instalado a vivir en uno de los pisos de su casa?.
La mayoría de las personas a quien hemos preguntado asumen que no, en la medida de las prácticas de abuso de poder ampliamente toleradas y naturalizadas desde la negligencia y la impunidad que experimentamos en nuestra sociedad por parte de las autoridades del sistema de justicia, sin considerar los derechos de las víctimas, a quienes se les desconocen sus necesidades y se les abandona a su propia suerte.
Suena bastante lógico en el marasmo de la inseguridad, pensar que Marcela y su hija Katiuska consideraron inútil formular una denuncia ante las autoridades, cuando la respuesta, por experiencia, se presume negativa de antemano.
Sin embargo, a pesar de los incontables sucesos diarios de violencia con su altísima cuota de impunidad, ellas no pudieron intuir que al exigirles a los invasores que se marcharan de su casa, las recibirían a tiros.
No les alcanzó la experiencia ni la evaluación de la brutalidad desplegada en los últimos años por los delincuentes, para protegerse de una banda de diez sujetos usurpadores en pleno ejercicio del poder, que sólo ahora están solicitados por la policía judicial.
La nieta de Marcela que las acompañaba, se salvó de la muerte porque se escondió. Con este doble asesinato, tenemos 10 huérfanos/as más en el país. Cada una de ellas tenía cinco hijas/os. ¿Cuántas huérfanas y huérfanos hay en país a causa de la violencia?
Fuente: http://www.eluniversal.com/sucesos/130810/mueren-madre-e-hija-al-tratar-de-recuperar-su-vivienda
Matones II
Rosa tiene 17 años, tampoco se atrevió en su momento a denunciar a un hombre joven que la semana pasada sabiendo que ella estaba sola en su casa, se abrió la bragueta y mostró el pene mientras le decía en plena calle lo más típico del machismo universal básico-fálico: “todo esto es tuyo”.
La familia indignada, de inmediato pensó en denunciar; al evaluar la situación se pusieron a pensar cómo debían actuar.
El hombre del pene, es parte de un grupo de hombres jóvenes que se comportan como los dueños de la cuadra y requieren mostrarse como masculinos con los signos más arcaicos asociados con la temeridad y a las pruebas de supuesta hombría.
En esta oportunidad se interpreta que uno de ellos ya ha dado una muestra contundente de sus intenciones.
La familia angustiada está consultando, está sopesando el valor de una acción pacífica colectiva ante una situación amenazante que pudiera desembocar en la violación de Rosa u otra mujer y hasta en un asesinato; están pensando que en su casa no tienen armas ni las quieren tener, en cómo proceder ante hechos variados y periódicos que debieran ser resueltos con el apoyo de las autoridades, piensan en cómo prevenir y disminuir la violencia en su comunidad… piensan y piensan …
Reducir los índices de violencia en nuestra sociedad es un deber indelegable del Estado.
Ni el gobierno ni la sociedad pueden desconocer el problema de la violencia como un hecho altamente relacionado con la construcción sociocultural de un tipo de masculinidad.
Los índices existentes de víctimas y victimarios no parecen suficientes pistas para un abordaje más eficiente, que incluya nada más y nada menos que una cuestión de género.
Por sus pistolas
Hay un arma por cada 10 que viven en la tierra, según Amnistía internacional. El uso de armas de fuego es la principal causa de muerte entre varones de 15 a 17 años de edad, según Cecodap.
Los hombres son las principales víctimas de la violencia por el uso de armas y también los principales fabricantes.
Muchos de ellos, jóvenes y adultos recurren al uso de armas para afirmar una identidad masculina que sienten amenazada por distintas razones como el desempleo, la pérdida de poder económico, pérdidas afectivas, la defensa ante el poder de los otros, o la imposición de su propio poder.
Estas “razones son válidas” y viables solo en determinados contextos y países condescendientes y, en el marco de masculinidades machistas.
Con las armas se explota la asociación masculinidad-violencia, así como a través de los carros, masculinidad-velocidad-riesgo.
Son asociaciones peligrosas que siguen en la cúspide cultural a pesar del costo de tantas vidas, incluidas las ajenas.
Los especialistas en la materia estiman que en el mundo el 25% de las armas están en poder de la policía, el ejército y otras entidades gubernamentales. El 75 % restante está en manos de civiles, compañías de seguridad privada, fuerzas paramilitares y otros grupos armados.
En cada país, el gobierno tiene la responsabilidad de controlar la tenencia, la compra, la venta, y el uso de las municiones. En fin, lo que se ha dicho mil veces.
Edadismo
El edadismo -suena un poco extraño el término- ha sido señalado como la tercera gran forma de discriminación de nuestra sociedad, tras el racismo y el sexismo.
Es una discriminación que afecta al total de la población por razones de edad.
Supone una percepción negativa de las personas mayores, normalmente por parte del resto de grupos etarios, pero también por el propio colectivo de mayores.
Esta percepción incluye ideas como enfermedad, dependencia, deterioro, fealdad, etc., aunque la mayoría de las veces no se corresponda con la realidad.
El edadismo con perspectiva de género nos coloca en occidente frente a una cultura en la que no es lo mismo envejecer siendo mujer que siendo hombre.
Se supone que las mujeres alcanzamos la mediana edad y la vejez a una edad cronológica más joven que los hombres, que son quienes se han reservado para sí un margen de “vida social significativa” de casi 20 años más que el que les concede a ellas.
Un tema largo y tendido que abordan – entre otros temas- las autoras Clara Coria, Anna Freixas y Susana Covas en el libro Los cambios en la vida de las mujeres, “Mientras los hombres maduran las mujeres envejecen”. Susan Sontag.
Para información y denuncias
Línea nacional (O8OO-MUJERES) 0800-6853737
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Casa de la Mujer Juana Ramírez “La Avanzadora” – Maracay
(Fundada en 1985)
Programa de Atención a Mujeres en situación de violencia
De lunes a jueves de 8 a 12 y de 1 a 5 p.m.
Viernes de 8 a 12 y de 1 a 4 p.m.
CEDIAR -Centro de Documentación e Información “Aída Arroyo”.
Servicios: lunes a jueves de 1,30 a 5 pm –
Directorio: Órgano Divulgativo de la Casa de la Mujer Juana Ramírez “La Avanzadora” C/ López Aveledo Norte No. 11. Urb. Calicanto. Aptdo. Correos 2028. Telefax. 0243- 2463796 Correo E: [email protected] .
No. 850 Año XXIII 14/08/2003