“Suspendidas clases en una escuela de San Félix por una balacera”. Con esta noticia abrió un periódico local su edición del 21 de marzo.

 

El hecho ocurrió en la comunidad de La Victoria. Imaginemos la escena: es temprano, la hora de entrar a clases, digamos 6:45 de la mañana. Niños, niñas y adolescentes, la mayoría a pie, algunos acompañados de sus padres, y son recibidos por una balacera producto de “intercambio” criminal de dos bandas.

 

¿Sindicatos de la construcción? ¿Dos de las 9 bandas delincuenciales organizadas de la comunidad? Ese detalle no cambia el hecho: ir a clases es un riesgo en muchas comunidades de esta ciudad.

 

Sigan imaginando: los niños corren huyendo de las balas, procurando que ninguna de esas mal llamadas “balas perdidas” acaben son sus vidas antes de tiempo, pues la infancia no es la etapa para morir, sino para empezar a vivir.

 

Sabemos que esta situación no es la primera vez que se sufre en La Victoria, es más, sabemos que estas escuelas no son las únicas que han suspendido clases por el mismo motivo: las balaceras ente bandas, sólo que no siempre han salido en primera plana.

 

¿No es terrible que esto pase en la ciudad y no haya una reacción contundente de parte de las autoridades o de parte de la sociedad? ¿Será que nos estamos acostumbrando?

Hay otra nota salida en la prensa local en este año que merece ser parte de esta introducción: Ciudad Guayana ha ingresado en las lista de las 50 ciudades con más alta tasa de homicidios a escala mundial: ¡67 por cada 100 mil habitantes!

 

Estos datos, proporcionados por una ONG mexicana deberían haber provocado una reacción más enérgica por parte de los guayacitamos. Además, tenemos los datos proporcionados por algunos periódicos locales, tomemos una par: 57 menores de 18 años perdieron la vida por balas en el 2011, más de una salón de clases.

 

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