Entre los días 17 y 18 de marzo pasados, se realizó en Bruselas el foro “Compromisos de la Unión Europea (UE) con la sociedad civil y los derechos humanos”. Representando a PROVEA tuvimos la oportunidad de participar en algunas de sus mesas temáticas y afortunadamente, regresamos a Caracas antes de los atentados. La coincidencia circunstancial de estos eventos, motiva una reflexión sobre varios desafíos en materia de derechos humanos.
El primer pensamiento que de inmediato surge frente al horror causado por los atentados, es el profundo rechazo al terrorismo, venga de donde venga. Es ineludible en esta hora cuestionar firme y enérgicamente cualquier forma de violencia, especialmente, la orientada a acabar con la vida humana o imponerle a un ser humano condicionamientos, coacciones y discriminaciones que niegan el acceso a sus derechos.
Una segunda reflexión guarda relación con el contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece el derecho a la libertad y a la igualdad en dignidad de todos los seres humanos, desde su nacimiento, y el deber de comportarse fraternalmente los unos con los otros, así como el derecho a la vida y a la seguridad, asignando al Estado el rol de garantizar todos estos derechos.
Ahora bien, con ocasión de la violencia que cegó la vida de al menos 34 civiles, hirió a más de un centenar de personas inocentes e impactó a nivel mundial, una tercera reflexión tiene que ver con la capacidad del Estado frente a las causas de este tipo de ataques y a las formas que adopta el terrorismo para lograr su objetivo de dañar a la humanidad.
Indudablemente que la serie de atentados realizados de forma reciente en varias ciudades europeas, tiene un lugar común expuesto de manera pública por quienes se atribuyen su autoría. No obstante, los gobiernos de la UE y del Reino Unido tienen un importante rol a jugar en el cumplimiento y garantía de desarrollo de los derechos humanos, conforme al cuerpo normativo del cual se ha dotado esta comunidad de naciones y los demás países que no siendo miembros de la UE, poseen directrices claras en la materia. No en vano fue después del horror vivido durante la guerra europea y que adquirió visos planetarios, que surgió la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.
En ese orden de ideas, nos hacemos eco de la preocupación expresada por Maina Kiai, Relator Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la libertad de reunión y asociación pacíficas, quien estuvo presente como panelista en el foro sobre los compromisos de la UE con la sociedad y los derechos humanos, la semana pasada. Kiai habló de su inquietud por la profunda crisis de refugiados por razones económicas que agobia a varios países de la UE, y su angustia por los ataques cada vez más extendidos del terrorismo. En ese contexto, Kiai hizo un llamado a Europa para encarar estos hechos asumiendo el reto de mantener la vigencia plena de los derechos humanos.
Los atentados de Bruselas convocan a otras reflexiones: la violencia por causa de la guerra, el hambre, el hampa, los efectos del cambio climático, la falta de agua… En nuestro caso, Venezuela se tutea con los países en guerra por la cantidad de personas muertas, pero a manos del hampa.
Entonces es inevitable reiterar que mientras existan desigualdades en la calidad de vida de la población, discriminación por cualquier razón, negación de derechos y violencia, la lucha por la vigencia plena de los derechos humanos en el planeta, es un desafío para los gobiernos, para los pueblos e incluso para los organismos internacionales de protección.