Uno de los “códigos” que tiene un determinado contexto social es el conformado por las prácticas sociales, entendiendo estas como aquellas formas recurrentes de realizar ciertas “actividades” o prácticas, como la vestimenta, la religión, la cultura (que engloba muchos aspectos) entre otras.
La cultura es una de esas prácticas que configura la vida de las personas de forma individual y colectiva traduciéndose como expresiones del ser humano; de lo que se deriva que el juego, deporte, tradiciones y actividades recreativas son prácticas sociales.
En nuestro país, la recreación no se ha fomentado como una práctica social de referencia, resulta ser un tema con poco arraigo en las valoraciones y en la exigibilidad de los ciudadanos. Caso concreto es lo que ocurre con algunas actividades deportivas, específicamente el béisbol.
Dada esta consideración, ¿qué tenemos en Venezuela en materia de prácticas sociales con enfoque recreativo?
Planes vacacionales y campamentos infantiles, visitas guiadas a niños y niñas a diferentes escuelas de la Ciudad Capital, clases de natación, bailoterapia, desarrollo de actividades deportivas a instituciones, empresas y comunidades organizadas, caminatas y ciclovías recreativas; acciones que han sido desplegadas por los ministerios de Cultura, Juventud, Instituto Nacional de Deporte e Instituto Nacional de Capacitación y Recreación de los Trabajadores, este último como ente oficial encargado de promover y fomentar la recreación de los trabajadores y trabajadoras así como de su círculo inmediato no ha desarrollado una política y planes de acción dirigidos a valorar la recreación como un derecho humano con incidencia positiva en los individuos. Las acciones recreativas emprendidas conforman una iniciativa modesta, aunque no se encuentren enmarcadas en una política pública, constituyen un avance en esta materia.
Entender la recreación como una práctica social que puede dar forma a la vida y al pensamiento colectivo, conlleva a que el Estado sea un actor más activo en la construcción y promociones de las expresiones del colectivo. El Estado debe garantizar las condiciones para que exista el acceso a todas las expresiones recreativas, culturales y de cualquier otra índole, abarcando desde la creación y disfrute de las mismas.
Como en muchos otros ámbitos de la vida humana, el empoderamiento a nuevas prácticas en un tiempo libremente escogido, debe empezar por nosotros. Hagamos de la recreación (con todo el sentido que implica este derecho) una práctica social que coadyuve al desarrollo humano, empleando la comunicación y la interacción como elementos que pueden contribuir a mejorar nuestra calidad de vida.
Socióloga, Especialista en seguridad social – @desireegm