Los trabajadores de la anterior PDVSA, la que no era roja rojita, tenían ciertos principios y valores, resumidos de manera brillante por el Dr. Brígido Natera, cuando manifestó que los trabajadores petroleros incluían una disciplina de trabajo que lamentablemente no era común en el país, eran poseedores de normas que estimulaban el que hacer, permitían el control y hacían responsable a cada persona de su actuación. Eran diferentes porque llegaban a la hora y salían a la hora que el trabajo lo permitiera: eran trabajadores que tenían un compromiso con sus objetivos y se empeñaban en ser útiles y servir. Trabajadores con estos principios y valores hicieron de PDVSA una empresa reconocida nacional e internacionalmente.

Esos trabajadores se jubilaban a los 60 años, después de décadas de esfuerzo responsable y esforzado,  con una pensión que les garantizaba una calidad de vida sin riqueza pero  con todas las necesidades básicas plenamente cubiertas. Lo legal y moralmente correcto es que esa calidad de vida, alcanzada con el trabajo esforzado, se mantuviera por el resto de la vida.  Pero la historia  comprueba que desde el momento de la jubilación comienza un deterioro de la calidad de vida de todos los jubilados, hasta tal punto que, hoy en día, el 85%  tienen la pensión mínima, equivalente a Bs. 2409. En este grupo están incluidos  jubilados de nómina menor, mayor y ejecutiva. Este triste hecho indica, sin necesidad de un análisis profundo, que algo no ha funcionado en el sistema de jubilación de la industria petrolera.

No puede ser que la casi totalidad de los jubilados ganen menos que los trabajadores activos con las responsabilidades menos calificadas. Para captar realmente la implicación de esta situación, recordemos que cualquier buhonero o taxista gana, por lo menos, tres veces la pensión de la gran mayoría de  los jubilados petroleros. Las pensiones de los jubilados petroleros vienen de las ganancias de un fondo creado por ellos, con la colaboración de PDVSA. Ese fondo es administrado por una junta nombrada por la directiva de PDVSA entre empleados activos de la misma.

En los últimos años ha habido evidencias de que el fondo no ha sido administrado eficientemente, lo que, junto con la inflación galopante en el país, hizo que las ganancias del mismo no hayan permitido realizar los incrementos de pensión necesarios  para compensar  la inflación. Este último hecho ha creado una brecha inmensa entre lo que reciben los jubilados y lo necesario para vivir decentemente.

Actualmente la Asociaciónde Jubilados está haciendo recomendaciones a PDVSA para tratar de mejorar los rendimientos del fondo; eso está bien, pero  debe verse sólo como un primer paso, pues la brecha de pérdida de calidad de vida es tan grande que no podrá ser cubierta con las condiciones actuales del fondo. Se hace necesario que PDVSA inyecte dinero para incrementar, de manera sustancial, los activos del fondo y que, además, cubra lo que éste no pueda proveer, en otras palabras que asuma, de manera plena y justa, su compromiso con los jubilados. Esto demanda un cambio importante en el sistema actual de jubilación.

Para lograr lo anterior es imperativo, primeramente, que todos los jubilados se hagan conscientes de esta necesidad y, en segundo lugar, que busquen  maneras de accionar para que PDVSA cambie de actitud y responsablemente actúe para sacar a sus jubilados de la triste situación en la que se encuentran. (Roberto Muñoz E, [email protected])

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