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Finalmente no le quedo mas remedio al pseudo Estado extractivista y populista, caidos los precios del petroleo y las reservas internacionales, que entregarse con mas fuerza al capital extractivista internacional.

Asistimos asi a la entrega total de nuestros recursos hidrocarburiferos con el guion de la guerra global del Oriente Medio, pero «hacia adentro»: Tumeremo dixit.

La «banda de los cuatro» que controla el Estado ha procedido a la militarizacion de las actividades hidrocarburiferas y mineras. Se legaliza asi una actividad (ilegal) que de por si ya estaba en manos de los militares venezolanos.

Es una suerte de premio consolacion a un ejercito que ha sido parte de este fraude de experimento civico-militar de nepman (nuevos ricos). Asi catologo Lenin a los aprovechadores de la nueva politica economica implementada en la ex Union Sovietica, antes de su muerte.

La compañia minera de las fuerzas armadas cuyo principal accionista es el Ministerio de la Defensa, es otro adefesio juridico con fines politicos. Algo a lo que nos hemos tenido que acostumbrar en estos tiempos, y que en el derecho penal se conoce como «el mal uso de los fines».

Frente a la rapiña los territorios y las culturas indigenas son los mas expuestos. Con este nuevo esperpento de Decreto, los derechos territoriales indigenas quedan a la cola de la actividad minera. Ni siquiera se nombran en el mismo. Su unica salvacion es la autodemarcacion.

Los poderes constituidos siguen en mora con los indigenas. Basta con reconocer y validar lo que ellos asumen como sus territorios.

Deben abrirse los espacios de resistencia. La nueva asamblea es uno de ellos pero el movimiento indigena cooptado (de un lado y otro) no tiene la fuerza ni la capacidad de plantear lo sustantivo: la autodemarcacion.

La otra via es la que se ha pensado desde hace rato: la internacional. Hay que organizarse para perder el miedo e intentarlo.

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