esperanza hermidaHablar o escribir sobre nuestra industria siderúrgica, es como hacerlo sobre la actividad petrolera, por su peso económico en el presupuesto nacional, su importancia estratégica tanto para Venezuela como para el planeta, y por las luchas históricamente libradas por sus trabajadores y trabajadoras. La diferencia hoy quizás radica en que al momento de redactar estas líneas, tanto en SIDOR y como en FERROMINERA DEL ORINOCO hay una combativa huelga de la clase trabajadora, exigiendo al Estado el cumplimiento de varias obligaciones.

El Presidente Maduro tiene en sus manos la posibilidad de resolver estos problemas. Pero no es con amenazas inútiles. Ni es militarizando, encarcelando o reprimiendo. El silencio de los hornos exige cumplimiento a los derechos laborales.  

 

Convenios colectivos cuya discusión se retrasa injustificadamente, daños a la salud de los trabajadores y trabajadoras, una amplia masa de personas tercerizadas y acuerdos burlados reiteradamente por las autoridades de CVG, han expandido el tradicional calor de la zona del hierro, impregnando portones, vías férreas y líneas de producción en las principales empresas que procesan el cotizado hierro venezolano y sus derivados. Pero cabe preguntarse en voz alta: ¿en qué coinciden la lucha de sidoristas y mineros del hierro? ¿Qué hacen las autoridades del Estado frente al reclamo de la clase trabajadora?

 

En Sidor fue firmado un convenio colectivo y compromisos como el pago de utilidades y los ajustes salariales, han sido incumplidos. Desde entonces hace 3 años, la deuda se ha incrementado. Al Presidente Chávez se lo dijeron los trabajadores sidoristas el año pasado, en un acto durante su campaña electoral. El Presidente Maduro lo sabe. Osorio, el Presidente de la CVG, también lo sabe. Pero lamentablemente, antes de resolver el problema de fondo, es decir, las deudas, Maduro y Osorio amenazaron inútilmente a los huelguistas.

 

La dirigencia sindical sidorista que luchó por lograr el cumplimiento de sus reivindicaciones, se enfrentó a dirigentes de la Central Bolivariana Socialista, hasta que la base laboral saltó esa confrontación y ejerció la huelga como mecanismo de presión. El gobierno, lejos de resolver la situación cumpliendo el acuerdo alcanzado el pasado sábado, enredó el final feliz de este conflicto al desconocer, el lunes de esta semana, su palabra empeñada. La clase trabajadora sidorista, incólume, reanudó la huelga.

 

En Ferrominera del Orinoco, el conflicto es por el pago del bono compensatorio por mora en la discusión contractual, pasivos laborales del personal activo y jubilado y derechos socioeconómicos adeudados desde hace 15 meses. Ante la oferta del Presidente de la empresa, del jueves 03.10.03, los trabajadores decidieron mantener la huelga hasta que se les cancelen las obligaciones incumplidas.

 

Pero esta situación tiene particulares matices. Por una parte, el encarcelamiento del expresidente de Ferrominera del Orinoco, da la razón a la denuncia del Secretario General del Sindicato, Rubén González, sobre la corrupción como una de las causas de las violaciones a los derechos laborales. Por otro lado, Rubén González desarrolla una emblemática lucha desde Sintraferrominera: estuvo preso 18 meses por ejercer el derecho a la huelga y ahora enfrenta un juicio penal en Caracas, por similar motivo.

 

El Presidente Maduro tiene en sus manos la posibilidad de resolver estos problemas. Pero no es con amenazas inútiles. Ni es militarizando, encarcelando o reprimiendo. El silencio de los hornos exige cumplimiento a los derechos laborales.

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