Por Luisa Pernalete

“Ahora los niños en el recreo juegan a ser pranes.
 ¡Imagínese, qué héroes!” eso me dijo hace unos meses una maestra de una escuela ubicada en una comunidad del oeste de Maracaibo: ¡Niños jugando a ser pranes! A veces los juegos no son simplemente cosas de niños, sin importancia.

El juego es una actividad vital para el desarrollo emocional de los niños y niñas. Permite que se socialice, que dé rienda suelta a su imaginación, que se ponga en el papel de otros. El juego es una especie de ensayo de la vida que nos gustaría llevar. Se puede apuntar a ser héroes grandiosos que luchan como quijotes, por los desvalidos, o… a ser jefes de bandas armadas. Si los pequeños juegan a ser pranes, si los juguetes que tienen a su alcance son pistolas, metralletas que lanzan coloridos disparos, o súper-armas que acaban con un planeta, estarán ensayando lo que quisieran hacer, y dada la cultura de violencia que va ganando terreno, esos juegos pueden terminar en realidad. Dice el doctor Arnold Goldestein, de la Universidad de Siracusa, que jugar con juguetes bélicos legitima conductas. (Citado por la gente del Consejo de la Juventud Española en su campaña a favor de juguetes para la paz). Por eso hay que ponerle atención a los juguetes.

En Ciudad Guayana, la parroquia San Martín de Porres, en San Félix, desde hace varios años, realiza en diciembre una bonita y pedagógica actividad de promoción de la paz que consiste en cambiar juguetes bélicos por otros que favorecen la recreación sin violencia, como balones o “peloticas de goma”, para estar a tono con la temporada de béisbol. “Mejor balones que balas”, pudiera ser el lema. Tenemos que convencer a los niños y niñas que es mejor jugar con paz, sin que nadie muera ni siquiera en broma; tenemos que proporcionarles actividades recreativas sanas, hay que mostrarles un abanico de posibilidades de éxito sin necesidad de armas para “ser respetados” o para tener nombre en la comunidad. Podríamos parafrasear el lema propuesto por “Mejor página de cultura que página de sucesos”; o “Mejor dar vida que disparos”. Los balones proporcionan compañeros de equipo, las balas en cambio, proporcionan cómplices de delitos. Con los balones sudarán y reirán, con las balas, terminarán llorando todos.

Venezuela está urgida de un gran plan nacional de recreación sana para nuestros niños, niñas y adolescentes. El derecho a la recreación está contemplado en la Lopnna y en la Constitución Bolivariana de Venezuela (artículos 63 y 64, y 111 respectivamente).

He visto en pequeño cómo los adolescentes ante una propuesta atractiva de recreación, se suman sin ser obligados. Después de participar en planes vacacionales, como los que organizan los grupos juveniles ligados a los salesianos, por poner un ejemplo local, los adolescentes empiezan a soñar con el próximo. Yo sueño con una Escuela de Recreadores para que muchos niños, niñas, adolescentes y jóvenes se convenzan, viviéndolo, que mejor son los balones que las balas.

En el país hay ONG dedicadas a promover la paz a través de la pintura, de los cuentos, del teatro, los juegos cooperativos… Actividades como las que promueven ellas y las motorizadas por la parroquia San Martín de Porres son una gota que se suma al río de agua dulce en medio de la violencia en Venezuela. (Correo del Caroní, 06.12.11)