“Mi hijo está herido, bota sangre por todas partes, fue lo último que me dijo el sábado en la mañana, no supe más de él. No ha sido atendido por ningún médico, no sé qué hacer”. Yalis Pérez denunció que su hijo herido fue trasladado la noche del viernes con destino desconocido. “Él me llamó para decirme que lo iban a trasladar y que no sabía para dónde, y me dijo que ya no iba a poder hablar conmigo pues los estaban obligando a botar los celulares y dejarlos en la cárcel”. “He recorrido los hospitales y hasta la morgue pero nadie sabe nada de ellos, estoy desesperada no sé qué hacer porque no nos dicen nada”.
“Yo no encuentro a mi nieto”, dijo llorando Gioconda León, “vengo de Maracay y lo he buscado por todas partes, nadie me da razón de él. Paga condena desde hace tres años”.
Sorángel Danila sabe que a su esposo lo trasladaron a Tocorón porque se lo dijo desde el autobús cuando se lo llevaban el viernes en la noche, pero de allí no ha podido saber más de él. “¿Qué van a hacer con los que estaban esperando para juicio? A él ya lo tenían para darle la libertad, y tenía que presentarse en estos días. ¿Qué va a pasar ahora con él, no puede presentarse a juicio, entonces va a tener que seguir pagando condena en otra cárcel?” “No sé si mi hijo está muerto detrás de esos portones”, dice Rodríguez, quien lo único que sabe es que Joseph, que cayó preso hace dos años por secuestro y espera aún su juicio, sufrió quemaduras en la cara tras explotarle una granada.
“Hasta ahora no sé dónde está, lo he buscado en todos los hospitales”, con los ojos llorosos, solicitando, junto a otras mujeres a su alrededor, que se le entreguen los listados oficiales de fallecidos y heridos.
“No encontramos quién nos dé explicaciones”, afirma esta señora de 50 años con la mirada perdida, junto a otros 200 familiares apostados detrás del perímetro de seguridad, a unos 300 metros del penal.
“Parecía una película de guerra, con tanquetas, tiros y demasiado humo”, y a los familiares las fuerzas del orden les lanzaron bombas lacrimógenas, cuenta con desespero García.
“Hablé con mi hijo ahorita. Me dijo `Mamá, estamos asustados porque la Guardia (Nacional) se quiere meter, nos quieren matar a toditos’”, dice angustiada Mariela Escobar, con el celular aferrado en una mano.
Con pancartas que rezan “Queremos respuestas inmediatas” y “Déjennos pasar agua, alimentos y medicinas”, los familiares hacen frente a medio centenar de militares -armados con armas largas, rolos y escudos- y a algunas tanquetas con equipos antidisturbios que impiden acercarse al penal.
Andalucía Freites: “Lo más grave son las mentiras de las autoridades”. Madre de un recluso trasladado a Villa Hermosa en Maracaibo, sostiene que Iris Varela lo que hace es mentirle a la gente y que nunca concertaron ningún traslado. “Y más mentira es que diga que hubo algarabía de los internos cuando supieron que iban a ser trasladados. ¿Cómo es posible que esa mujer mienta de esa manera, tan descaradamente? Pero hay una justicia divina y ella tendrá que pagar algún día lo que ha hecho”.