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La cárcel, lejos de ser una sanción solo para las personas que representen una amenaza a la sociedad, se ha convertido en una salida fácil para los cuerpos policiales, para lidiar con las vulneraciones a la ley.

Comienzo esta columna con esta reflexión, y, podemos decir, sí se ha abusado y desfigurado el objeto de la reclusión, y solo podemos mencionar que el fracaso de las políticas está en que no han podido resolver la problemática.

La cárcel, lejos de ser una sanción solo para las personas que representen una amenaza a la sociedad, se ha convertido en una salida fácil para los cuerpos policiales, para lidiar con las vulneraciones a la ley.

Los defensores hemos actuado de manera pacífica en la promoción y protección de los derechos humanos, impulsando el desarrollo, la lucha contra la pobreza, realizando acciones humanitarias, fomentando la reconstrucción de la paz y la justicia, y promoviendo derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales. El papel que hacemos los defensores de derechos humanos es central para visibilizar situaciones de injusticia social.

Por qué me refiero a los defensores, por una sola razón, porque el Estado no se atreve a decir la verdad, nosotros sí, lo hacemos y nos cuesta persecuciones, judicializaciones, amedrentamientos y hasta desapariciones.

Dado el contexto tan complejo de inseguridad que se vive en el país desde hace varios años, en el que buena parte de la población vive en un clima de rivalidad del crimen y enfrenta altos niveles de incidencias en delitos de alto impacto como el homicidio doloso, secuestro y extorsión, es entendible que la sociedad se encuentre a la defensiva, incrédula de las instituciones y en busca de un castigo ejemplar, la cárcel, para cualquier ofensor, bajo la lente de la justicia retributiva.

Es necesario y oportuno reflexionar sobre la política criminal que gerencian las autoridades; si bien es cierto que una persona que comete un delito debe ser sancionada, también es cierto que esa sanción sea pagada en un lugar que respete la condición de ser humano, y no como en la actualidad que la política de gobierno es tener a las personas bajo amenaza o bajo amedrentamiento, y con unas condiciones infrahumanas, o sea, cumpliendo con lo que enseña esa Universidad del Delito, llamada Cárcel.

Esa es sencillamente la verdad, la situación carcelaria en vez de resolverla, lo que ha hecho es manejarla para que cuando se presenten enfrentamientos, haya muchos muertos, por ello siempre hemos dicho que los centros de reclusión se encuentran montados en barriles de pólvora.

Cómo hacer entender a los responsables que esta política debe ser integral, debe marchar como un reloj suizo, y con ello hacer entender a la sociedad que no se cumple con el sistema penitenciario actual, sino que se pone en peligro a todos.

Aquello que la sociedad pretende castigar y evitar con la cárcel, puede volverse en su contra en el mediano plazo si se continúa con la inercia penitenciaria actual y no se aprende de las experiencias internacionales.

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