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El pasado mes de julio varias organizaciones de la sociedad civil enviaron una carta al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresando el rechazo y la indignación ante el silencio de las agencias de la ONU establecidas en el país, frente a la evidente situación de retroceso generalizado en derechos sociales y crisis humanitaria que impide la garantía y realización plena de los derechos a la salud y a la alimentación de la mayoría de las y los venezolanos y, sobre todo, de los sectores en mayor condición de vulnerabilidad.

En la comunicación enviada al más alto funcionario de la Organización de Naciones Unidas, las ONG dijeron que agencias establecidas en Venezuela como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en “un contexto de acelerado incremento de la pobreza, de fragilidad económica y social, de inestabilidad política e institucional, así como frente a una masiva y severa escasez de alimentos, medicinas e insumos médicos en todo el territorio nacional y la ausencia de capacidades internas para solventar esta situación a mediano plazo”, han guardado silencio y mostrado un desempeño que los mantiene al margen de la grave crisis, propiciando que en su conjunto, el Sistema de Naciones Unidas falle en sus obligaciones para contribuir a la superación de los problemas en Venezuela.

“Ya el hambre en Venezuela no es un problema”, había dicho en junio Marcelo Resende, representante de la FAO en el país, para luego añadir el 20 de julio que en Venezuela “no están dadas las condiciones para recibir ayuda humanitaria” y elogiar en un acto realizado junto al Ministerio de Alimentación, Rodolfo Marco Torres y el jefe de control de los Comités Locales de Abastecimiento (CLAP), Freddy Bernal, la labor que realiza esta inconstitucional instancia de distribución de alimentos creada por el Ejecutivo venezolano.

Pero la denuncia y la visibilización rinden frutos. El esfuerzo sostenido de personas afectadas, activistas y ONG por mostrar al mundo y los órganos de protección de derechos humanos la grave situación que atravesamos, tiene ahora un importante respaldo en el reconocimiento hecho este miércoles por el señor Ban Ki-moon, sobre la existencia de una crisis humanitaria en Venezuela y la necesidad de activar los mecanismos de ayuda humanitaria y cooperación internacional. “Estoy muy preocupado por la situación actual, en la que las necesidades básicas no pueden ser cubiertas, como la comida, el agua, la sanidad, la ropa, no están disponibles. Eso crea una crisis humanitaria en Venezuela. Toda esta situación está creada por la inestabilidad política. Y antes que nada tiene que haber estabilidad política. La ONU está lista para ayudar, pero las potencias y los organismos regionales ya están comprometidos”, dijo el alto funcionario.

Queda en manos de las agencias de Naciones Unidas en el país asumir el cumplimiento pleno del mandato para el cual han sido creadas o insistir en mantenerse al margen y no aportar nada a la solución de la crisis. Queda de parte del Ejecutivo venezolano y otros altos funcionarios del Estado, activar los mecanismos de ayuda humanitaria para evitar que ocurran más muertes y no prolongar el daño y la dramática situación que padecen millones de personas en el país, o insistir en negar la existencia de la crisis y continuar manipulando al señalar que la ayuda humanitaria es sinónimo de injerencia. ¿Qué dirán Diosdado Cabello, Héctor Rodríguez o la ministra Luisana Melo? ¿Se atreverán a acusar a Ban Ki-moon de “injerencista” y promotor de “invasiones”?.

Tal como fue expresado ante el Secretario General de la ONU, la ayuda humanitaria es una necesidad y un “mecanismo idóneo y disponible para enfrentar esta extrema situación, en un contexto de alta fragilidad desde el punto de vista jurídico, institucional, social y económico”. La pelota está en manos del Gobierno y de quienes tiene la capacidad de tomar decisiones para superar la problemática.

En manos de los “de abajo”, de los que padecen día a día la crisis, está el enorme poder de seguir organizados y movilizados para que se tomen las medidas necesarias y se proteja la vida de quienes hoy están en riesgo.

(*) Coordinador de Investigación de Provea

@intiamaru79

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