Juderkis 1Antes de iniciar este artículo sería conveniente realizar unas preguntas claves que me permitan dilucidar la temática en cuestión ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? Y ¿A dónde voy?.

El defender los derechos humanos es una bandera de paz y el fruto por ello,  es la construcción de una sociedad justa

A lo largo de mis casi 20 años de existencia por los derechos humanos, he tenido la ganancia de introducir  esa cultura en la totalidad de mi plan de vida, desde lo teórico y sobre todo desde lo práctico.  Definitivamente el activismo ha hecho nido y cala en mi existencia.

No en vano que llegué a una comunidad religiosa, donde existían para  entonces, jóvenes con inquietudes, deseos, sueños y desde luego con un gran compromiso para transformar su realidad, su entorno.  Entre visitas a los ancianatos, a hogares con niños, niñas y adolescentes con atención especial; participar en planes vacacionales de derechos para niños, niñas y adolescentes; voluntariado en una ONG, visitas a centros penitenciarios, acompañamiento a centros de atención mental durante los sucesos de Vargas; paralelamente en grupos para la reconquista de nuestro Folklore, se fue generando esa cultura e indudablemente un compromiso de forma desinteresada por ayudar al otro.

No tengo duda en decir, que esas experiencias nutrieron y a la vez abrieron nuevos caminos.  El trabajar en dos organizaciones de derechos humanos,  y haber tenido la posibilidad de aprender y desarrollarme personal y profesionalmente en una de estas durante (11)  años, no tiene precio.

Pero sin duda, esta motivación no tendría soporte sin la gente, las víctimas, las comunidades, los destinatarios y destinatarias de nuestra labor, los compañeros y compañeras de lucha, los funcionarios y funcionarias conscientes.

Hay que tener presente que la relación del activista de derechos humanos con los destinatarios o destinatarias de su labor se hace sin juicios, prejuicios, ni estereotipos, etc.; en muchos casos tan próximos y tan fraternos. Contando con la mejor herramienta  para esta relación como lo es la comunicación.

Por último y no menos importante, el impulso a estudiar derecho no es heredado, se acarrea del trabajo realizado, del escuchar día a día a las víctimas en búsqueda de justicia, y de sosiego frente a la indiferencia de quienes se cubren los ojos, se hacen los sordos frente a la injusticia. En definitiva por la opción de vida que escogí, colaborar por una sociedad justa.

En este contexto, no me queda más que decir que no podemos trasformar nuestra realidad si no partimos por transformarnos a nosotros/as mismos/as.

En conclusión, a mi modo de ver el activista en derechos humanos cuenta con ciertas virtudes que no deben ser vistas como genes con los que se nacen o como un don que se te regala, sino como una forma de actuar, de vivir y porque no decirlo, de existir.  En definitiva son cualidades para nada vagas que se van arando.

El defender los derechos humanos es una bandera de paz y el fruto por ello,  es la construcción de una sociedad justa. Estoy totalmente convencida que para su realización se debe obrar, con convicción  y contundentemente como decía José Martí “Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”.

No existe una forma exclusiva de ser activista. Cada activista se moviliza por motivaciones diferentes, persigue fines distintos y en definitiva es una persona distinta con diferentes ideas y comportamientos. No obstante, el activista de derechos humanos, trabaja para hacer realidad los derechos humanos. “Pese a su diversidad, los defensores y defensoras de los derechos humanos tienen varias características en común, con independencia de quiénes sean o qué hagan. Todos respetan el principio fundamental de universalidad: que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos, sin importar el género, la raza, la etnia o cualquier otra condición. Todos se comprometen a cumplir las normas internacionales de derechos humanos y a respetar los derechos y las libertades del prójimo en sus propias acciones”[1].

Debo concluir, pero antes de hacerlo deseo citar  al gran poeta chileno Pablo Neruda  “Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano”.

educació[email protected]


[1] http://www.es.amnesty.org/temas/defensores/

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