Por Elio Gómez Grillo

 

Ahora cuando se ha producido en Venezuela una espeluznante y desoladora crisis penitenciaria, ha surgido entre los despropósitos más truculentos la amenaza, hecha pública, de atentar, en represalia, contra la vida del compatriota Humberto Prado y de su honorable familia.

A Humberto Prado (Caracas, 1956) le conocí hace muchos años como recluso del penal La Planta, en Caracas. Era muy joven y figuraba como uno de los líderes -nada de “pran!”, por favor- del establecimiento. Coordinaba los entretenimientos deportivos de sus compañeros y él mismo era una espectacular estrella del baloncesto. Recuerdo también que colaboraba en la organización de unos hermosos Juegos Florales Literarios, que constituían un atractivo evento de creación de sana emulación intelectual entre los reclusos.

Al mismo tiempo, Humberto Prado culminaba sus estudios de bachillerato y, ya en libertad, se hizo abogado, casó con una colega y constituyó una digna familia, que ha procreado dos hijos. Y entregó su vida a luchar por la mejoría de vida de quienes fueron sus hermanos de cautiverio. Trabajó en el Ministerio de Justicia en varios cargos, incluso como director de cárcel.

En 2002 creó el Observatorio Venezolano de Prisiones y extendió continentalmente sus propósitos penitenciarios, contribuyendo al nacimiento del Observatorio Latinoamericano de Prisiones, de los cuales es coordinador. En el curso de estos nueve años transcurridos, ha sido testigo todo el país de la lucha sin tregua que Humberto ha librado y libra en beneficio de un mejor penitenciarismo en Venezuela.

Su Observatorio ha publicado más y mejor bibliografía penitenciaria que toda la conocida en nuestra historia editorial. Son volúmenes sobre los derechos humanos y procesales de los presos en Venezuela, sobre la situación penitenciaria en Latinoamérica, sobre la descentralización de los centros penitenciarios… Además, entre otras actividades, mantiene una columna semanal sobre temas penitenciarios en un diario caraqueño, y coordina nacionalmente las Comisiones de Derechos Humanos de la Federación Venezolana de Abogados.

La figura de Humberto Prado como activista penitenciario no tiene precedentes en Venezuela. Merece el reconocimiento nacional en lugar de las infamias que contra él profieren los culpables de nuestra desgracia penitenciaria, que ha provocado este caos que indigna y repugna al país.

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