luisa pernaleteComencemos por el tema de siempre: no hay suficientes centros de educación inicial, y ¿saben por qué lo que tiene que ver con derechos de niños y niñas debe tener prioridad? Porque ellos no pueden esperar.

Ya se, no van a asignar un 0800 con un número tan largo: 0800646766774674323, ¡nadie lo va a discar!, pero es que ya una empieza a ponerse brava con esto de la indefensión a los niños y niñas y hay que inventar muchos mecanismos para llamar la atención de las autoridades y de la sociedad.

Comencemos por el tema de siempre: no hay suficientes centros de educación inicial, y ¿saben por qué lo que tiene que ver con derechos de niños y niñas debe tener prioridad? Porque ellos no pueden esperar.

No, el 0800 que proponemos no estará disponible, ya lo sabemos, pero como nos gustaría un gran altoparlante, un coro de mil voces con llantos infantiles a ver si los que toman las decisiones se enteran de que los niños no pueden esperar

Usted no le puede decir a un pequeño de 4 años que se están tramitando unos créditos en China o en la Conchinchina para poder construir todos esos centros que se necesitan, dígale que se siente a esperar su turno… se le pasará esa edad tan importante, luego puede que logre un cupo en primer grado sin haber cursado estos niveles educativos y esa desventaja puede que la arrastre toda su vida.

¿Y qué me dicen de los niños y niñas que asisten a alguna de las 30 escuelas del estado Bolívar que tienen ¡todavía! techos de asbesto?. Se sabe que ese material hace décadas que se prohibió utilizar porque es cancerígeno.

Rolando Azócar (Correo del Caroní) ha publicado este mes varios reportajes sobre este problema y esa luz roja debería ser recogida por las autoridades de manera efectiva.

¿Se le puede decir a esos niños y a sus familias que se esperen, que sus escuelas están en alguna lista y algún día se les cambiará el techo? ¿por qué las escuelas públicas no son sometidas a las mismas supervisiones que las escuelas privadas, y así tal vez se hubieran percatado de la gravedad del asunto antes?, ¿esperamos a que los niños se enfermen y se pongan en la lista de los hospitales oncológicos?.

No se puede esperar que ese polvo dañino siga entrando en los pulmones de los pequeños. ¡Hay que apurarse!.

Esta columna la hubiésemos podido titular “Alcaparras vs leche”, pues parece que es muy importante para el alto gobierno garantizar los ingredientes para las hallacas navideñas, tendremos alcaparras y aceitunas, y, tranquilos, no faltará turrón ni panettone, pero mientras, en los sectores populares los niños no están tomando leche.

Sus madres no pueden pasarse la semana en una cola, o no tienen los 120 o 130 para pagarla en “expendios alternativos”, por llamar de alguna manera a esos lugares en donde se encuentran -a veces- los productos básicos que todos perseguimos.

Quiero subrayar el drama de la leche para los más chiquitos. No se necesitan sesudas investigaciones para afirmar que eso está pasando: los niños no están tomando leche. Ponga el nombre que quiera: desabastecimiento, escasez, sabotaje lácteo.

La señora Iraida contaba que su hija Valentina, de dos años, lloraba porque a ella no le están dando su alimento con leche sino con agua, “¡mamá mala!”, le decía la pequeña.

¿Cómo le dice que no puede gastar 130 por el kilo que antes pagaba 36? ¿Cómo le dice que “el Imperio del norte” o el asiático no quiere que sus huesos se fortalezcan? Agregue otra preocupación más: comenzaron las clases, no hay ni leche ni harina precocida para las arepas. ¿Qué desayunarán?.

Prioridad es prioridad, significa primero, por encima, pero si además es absoluta, como lo reza la Convención Internacional del Niño, también nuestra Constitución Bolivariana, y luego la subraya la Lopnna, se supone que está por encima de todo lo demás, que es obligatorio, que no es un mero deseo.

No, el 0800 que proponemos no estará disponible, ya lo sabemos, pero como nos gustaría un gran altoparlante, un coro de mil voces con llantos infantiles a ver si los que toman las decisiones se enteran de que los niños no pueden esperar. (Publicado en Correo del Caroní, 29.09.13)

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