luisa pernaleteLa escena se desenvuelve a bordo de una buseta de las que cubre rutas cortas en una comunidad popular de San Félix. Un joven va guindando en la puerta. Una señora de esas que ahora llaman de tercera edad comenta en voz alta que es un peligro que el joven vaya ahí, casi en el aire. «Eso está prohibido, se han muerto unos cuantos». Si fuera autoridad amonestaría al chofer y al joven. Nadie contesta y el joven sigue haciendo malabarismos peligrosos. La señora insiste. “¡Eso está prohibido!” El chofer sonríe como diciendo. “Tranquila señora, si eso es normal”. Otro joven toma la palabra y lanza una frase lapidaria: “Qué Ley, señora, si aquí todo el mundo quiere ser Ley. Todo el mundo manda y nadie hace caso. Fíjese, esta mañana –era domingo –mataron a las 9 a un chamo por Castillito. La OLP, se lo arrancaron de su madre. Le metieron 16 tiros. Yo lo vi. Hasta me salpicó la sangre”

Y ahí si comenzó un conversatorio sobre el hecho. Según el informante improvisado ,»las OLP”, o sea, las autoridades, actuaron a plena luz del día, con su cara descubierta, miraron los rostros de varios jóvenes y dispararon. Supuestamente el “chamo” tenía problemas. Sólo ese relato da para una tesis, pues aquí no hay pena de muerte, esa no puede ser la manera de resolver el problema de la inseguridad. Las autoridades, según este relato, realizan ejecuciones extra judiciales sin cuidar ni siquiera que sea a la luz de todo el mundo, pero queda la afirmación anterior: “Aquí todo el mundo quiere ser Ley”. Y esto se está volviendo costumbre.

¿Quién manda a quién en este país? ¿Dónde está la Ley legítima? ¿Dónde queda el debido proceso? ¿Cada quién aplica la justicia a su parecer? Los linchamientos apuntan hacía la privatización de la justicia y vayan siguiendo la lista de casos de gente disparando para resolver los problemas de inseguridad. Los “ajustes de cuenta” también van en esa dirección. Aplicar la ley según su conveniencia.

Esto nos puede llevar al caos, y en el caos los más débiles suelen ser las primeras víctimas. Todos no podemos ser “la ley”. En el hogar, los padres tienen la última responsabilidad, en una escuela, el equipo directivo tiene la última responsabilidad, en el país también hay autoridades responsables de aplicar la ley y hay una Constitución que dice qué vale y qué no, y todo no vale. Los ciudadanos no podemos comportarnos como los animales de la selva: la ley del más fuerte, y en nuestro caso, la ley del que está armado o apoyado. Las leyes se han hecho para tener un código de comportamiento. Está claro que la impunidad que impera está exasperando a los venezolanos, esa es una explicación pero no podemos aceptarlo.

Todos no podemos ser “la Ley”. Las leyes están para protegernos, si cada quién la aplica, nadie estará a salvo.

 

 

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