“¿Por qué se tienen que ir, nosotros queremos que se queden y ellas quieren quedarse?”, se preguntaba la señora Elsy, vecina de Brisas de Orinoco -San Félix- ante la inminente partida de las maestras católicas, religiosas que han acompañado a esa comunidad popular por casi una década. No se quieren ir, pero deben hacerlo: extranjería no les otorga la visa necesaria para permanecer legalmente en el país.
Una mezcla de tristeza y rabia puede verse en el rostro de esas familias que han sido beneficiadas por el acompañamiento de las hermanas. Ellas han escuchado sus problemas, les han ayudado a educar a sus hijos e hijas, han propiciado la formación de grupos en la comunidad, viven en la comunidad y han sufrido las verdes y las maduras ¡hasta las han asaltado!… ¿Cuál es el mal que hacen? ¿Por qué cuesta tanto conseguir visa para ellas? La comunidad de Brisas del Orinoco, cuando en noviembre las hermanas informaron que tendrían que irse por no poder renovar su visa, se organizaron, recogieron en pocos días 305 firmas, llevaron una carta a Extranjería en la cual preguntaban por qué no se otorgaba el documento a las hermanas. Volvieron en enero a insistir en una respuesta… ¡Nada! ¿No se merecen esas personas una respuesta? Mientras tanto, se han ido enterando que esa congregación no es la única con ese problema. Burocracia versus corazón del pueblo, podría llamarse este capítulo de la historia comunitaria… ¿Es negligencia? ¿Es que los afectos del pueblo pobre no importan? Sí, la verdad es que da dolor y rabia.
En la Ley de Extranjería aparecen los impedimentos para ingresar al país y no vemos que se les pueda aplicar ninguno de esos a las hermanas: no han venido huyendo de México -su lugar de origen-, no tienen ningún juicio pendiente en su país, no son narcotraficantes, no tienen alguna enfermedad infecciosa que ponga en peligro a los venezolanos… ¿Entonces?
“Nosotros también somos pueblo y tenemos corazón” -decía el domingo una señora. “Si al menos nos dijeran por qué no se las dan”, decía la señora Maudis, ambas de Brisas del Orinoco y de Inés Romero. Los ciudadanos tienen derecho a pedir información a los funcionarios y estos tienen la obligación de dar respuesta, pero los vecinos de esas comunidades no han conseguido respuesta- ¿Será que los vecinos de Brisas del Orinoco son muy pobres como para ser “ciudadanos”? me pregunto yo.
Sabemos que las hermanas Verónica y María Elena -por mencionar sólo dos- no son las únicas religiosas a las que se les ha negado la visa para quedarse construyendo el “Reino de Dios en Venezuela”. También “las azules”, que trabajan en un asentamiento campesino, vía Upata están por irse, igual las hermanas Salvatorianas -africanas y brasileñas algunas, que trabajan en La Victoria- no logran que vengan nuevas religiosas a fortalecer su acción misionera, en la misma situación están Las Brígidas, que acompañan a la comunidad de Los Monos -Puerto Ordaz-, y sigue la lista: la hermana Begoña -de las hermanas Vedrunas- que ha venido a apoyar a su comunidad en el barrio Las Amazonas -Puerto Ordaz- sigue sin poder obtener el papel; en Cojedes, las hermanas Josefinas, esperan desde hace dos años que una religiosa de nacionalidad salvadoreña, espera visa para entrar y fortalecer el equipo que está en una casa hogar. Unos sacerdotes de origen guatemalteco, se fueron hace dos años de El Baúl -también en Cojedes- se tuvieron que ir por problemas de visas… ¿Cuál es el problema con esos religiosos y religiosas que vienen a acompañar a nuestro pueblo pobre y sufriente?
La verdad es que no se comprende por qué “un papel” puede ser obstáculos para personas extraordinarias como las Maestras Católicas y todas las demás que están en las mismas condiciones puedan permanecer en el país.
Sé que en la Constitución no aparece “el derecho a tener afectos”, pero realmente ese es un derecho para ser feliz, y por eso también se lucha.
Sirvan estas líneas para agradecer a Verónica y a María Elena su amor por nuestro pueblo. (Conflictove, 04.02.13)