No se me quita de la mente tu hija, Simonovis, esa quinceañera que se siente vieja de tanto sufrir. Muchos esperábamos que al fin se te concediera una medida humanitaria y pudieras haber ido a tomar un poco de sol entre los tuyos, que tanto han sufrido en estos 8 años, pero no, seguirás sin sol y sin el cariño sanador de tu familia. Al saberse la noticia, volvió a la pantalla aquella carta de tu hija. ¡Qué pena con tu hija!
En este país tenemos muchas leyes, algunas de las más avanzadas de América Latina en materia de Derechos Humanos. En nuestro país, por ejemplo, está por Ley, prohibido el maltrato para corregir a los niños, niñas y adolescentes -ver la Lopnna-, y el “buen trato” para los pequeños es obligatorio (Lopnna artículo 32 A). Son pocos los países que así lo contemplan. La Lopnna también establece como principio el “interés superior del niño”, según el cual, textualmente” este principio está dirigido a asegurar el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes” (Artículo 8). Alguien dirá que el problema no es con ella sino con su padre, acusado de un delito que aún no está claro. Pero es ella quien pide clemencia para su padre. No creo que se haya hecho justicia con tu hija. Tal vez ando buscando argumentos para aliviar el sufrimiento de tu hija, porque tienen derecho a vivir sus quince años como quinceañera y no como adulta precoz.
En este país se suele decir que hay muchos padres irresponsables que dejan solos a sus hijos, que no se ocupan de ellos, y por eso tenemos muchos hijos e hijas que crecen con ese resentimiento por la ausencia de la figura paterna, pero en el caso de tu hija, ella confiesa que está cansada de sólo tenerte cerca una vez a la semana, que quiere tenerte todos los días cerca, pero es por falta de un papel, de una firma, que te conceda la medida humanitaria de estar con tu familia, la que impide que tú estés con ella ¡Caramba, qué pena con tu hija, Simonovis!
Voy a seguir insistiendo en los derechos de tu hija, pues leo al artículo 26 de la Lopnna y me pregunto si no tendrá que ver con ella: “Derecho a ser criado en una familia. Todos los niños y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados y desarrollarse en el seno de su familia de origen. “Y luego, en el parágrafo primero, dice que los niños y adolescentes podrán ser separados en los casos estrictamente necesarios para preservar su interés superior… Sí, ya sé, la Ley los ha separado por un problema tuyo, pero ella tiene derecho a pedirte a su lado. ¿El interés superior de tu hija no será que tú estés con ella? ¡Qué pena con tu hija, Simonovis!
No se trata sólo de un asunto legal -aunque también hay leyes que te amparan a ti y a tu hija- se trata sobre todo de un asunto de humanidad, de corazón pues. Tú estás enfermo, muy enfermo. Creo que además de “corazón de patria”, este país, y tu hija en especial, requieren también de “corazón de pueblo”, y de “corazones que sientan”. Me gustaría conocer a las personas que forman parte del Tribunal Primero de Control del estado Aragua. ¿Ocho años no han sido suficientes? ¿No ven, no escuchan, no sienten el dolor de tu hija? ¿Es mucho, por el bien de ella, otorgarte esa medida humanitaria? ¡Qué pena con ella, Simonovis! (Correo del Caroní, 25.02.13)