Imaginemos que yo soy la “profe” de su hijo. Le invito a una reunión de “padres y representantes”, tema: la escuela que queremos.
Le explico que no se trata de estar a favor de ningún gobierno, sino de estar a favor de una educación de calidad, como lo dice la CRVB, se trata, en mi caso, de querer una escuela, que dé más felicidad a mis alumnos y a mí, pues esta que tenemos me está dando muchos dolores de cabeza.
Le pregunto: “¿qué cree usted que es lo más importante para mejorar la calidad de la educación en el país: la formación de los maestros, la participación de los estudiantes en la gestión escolar, la infraestructura y equipamiento o el cambio de currículo?”. Todos estos aspectos son importantes, pero con buenos maestros siempre tendremos más posibilidad de tener buena educación. ¿Qué opina usted?
Pasemos a otros puntos. ¿Cuál cree que es el papel de las familias en el mejoramiento de la calidad educativa: “participar de las actividades propias del plantel, participar en programas de formación de las familias, organizar movimientos de familias o sostener reuniones entre las familias y los docentes?”, ¿qué opina usted? Fe y Alegría siempre ha fomentado la formación de las madres y los padres, y sabemos que eso mejora el rendimiento y la conducta de los alumnos. En estos tiempos de violencia creciente, impulsamos un curso básico para que las madres tengan herramientas y puedan promover la convivencia pacífica en su hogar, en el colegio y en la comunidad, ¿no sería bueno eso para muchas más mamás?, ¿qué opina?
Me gustaría también imaginar a todos los docentes de mi escuela opinar sobre cuáles deben ser los objetivos de la educación básica. ¿Ustedes quisieran que “la educación que se imparta esté fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad? ¡Ah pues, yo también! Entonces digámoslo, de paso, eso está contemplado en nuestra Constitución. ¿A usted le preocupa que la violencia agarre terreno dentro de los planteles, y los docentes no tengamos herramientas para enfrentarla? A mí también, no me alcanza el año para ayudar a tanto educador que pide ayuda.
Además, hasta ahora no parecía que el MPPE reconocía la violencia escolar como un problema serio. Es el momento de expresar la angustia que sentimos sobre esa realidad. Otra cosa, a usted, director, ¿le parece que con tantos problemas que tenemos que atender en las escuelas, la supervisión de las zonas educativas quiera resolverlo todo pidiendo más papeles? ¿no le parece que a veces hay una discriminación negativa hacia colegios privados y subsidiados? ¿cree que la supervisión debiera ser más orientadora, por ejemplo? ¡Pues vamos a decirlo!
¿Crees que como educador tienes experiencias exitosas que podrían ayudar a otros? ¿Tienes algo qué decir sobre cómo debe ser la relación entre la escuela y la comunidad? ¿Qué tienes que decir sobre la participación de los alumnos en la gestión educativa? Pues creo que este es el momento de expresarse.
Puedo entender los miedos de algunos sectores del país, puedo entender la desconfianza, pero, aún a riesgo de ser etiquetada con horribles epítetos, pienso que la consulta educativa es una oportunidad para que educadores, directores, padres, madres, alumnos y sociedad en general expresen no sólo miedos sino, sobre todo, lo que quieren para sus hijos, para el país.
Todos los ejemplos apuntados arriba forman parte de la consulta que se está impulsando. No se trata, repito, de estar a favor de un gobierno, sino decir lo que es un derecho y un deber. Decir: queremos una educación que forme ciudadanos de una sociedad justa, fraterna, contribuir a que tengamos escuelas en donde la nota reinante sea el respeto por el otro, sea quien sea el otro. Sinceramente, yo aprovecharía esta oportunidad.