“Hay que ser un héroe hoy para terminar el bachillerato. Llegar a las 6, 7 de la noche, atravesar la comunidad llena de peligros… Eso día tras día. ¡Yo los admiro!” Y yo también. La expresión de la señora Blasina, catequista de la Parroquia San Martín de Porres, San Félix, y entrevistada para la investigación Ciudades Seguras e Inclusiva (LACSO), la recupero para esta columna, con motivo del Día de la Juventud ¡Son verdaderos héroes! Aunque nadie los vaya a condecorar.
Piense usted en la historia de Andrés. Hijo de guyaneses, de esos que vinieron e los 60 y 70 buscando mejor vida para sus hijos, y aquí se quedaron. Creció entre disparos y sobresaltos. “Tuvimos vecinos que eran de bandas”, me contó una vez. ¡Pero sobrevivió sano! Ni mató ni lo mataron. Estudió hasta el tercer año en la escuela de Fe y Alegría del sector, la única que tenía la escuela básica completa, y ahora está terminando su bachillerato en otra comunidad, ha tenido que madrugar a diario y llegar de noche, porque no hay ciclos diversificados cerca, debe ir lejos. Hay que tener familia que apoye y mucha ganas de estudiar y superarse. Como Andrés, que de paso es muy buen estudiante, son unos cuantos los que deben resistir a las tentaciones de ofrecimiento de alcohol y drogas en las esquinas y hasta en el propio liceo. Resistir también a la invitación a “tener sin trabajar”, pues bandas delictivas es lo que sobra, y canchas solo- en la comunidad de Andrés – solo dos, la de su anterior escuela y una que está medio abandonada.
Ahora hay que ser héroes incluso desde la primaria y hasta desde la educación inicial, pues ahora a las escuelas no solo las roban – Ciudad Guayana cerró enero con robos en 60 escuelas – sino que también las atracan en plena clase, con alumnos adentro. ¿No debe ser considerado héroe el hijo de la señora Giomar-para volver a su salón después de haber sido atracado en Araure? ¿Cómo logró su madre que volviera después de ese susto? ¿ Y los niños del preescolar de Guanare que fueron atracado la semana pasada? ¿Qué se les roba a unos niños de preescolar? ¿La meriende, los lápices? No, se les roba la sonrisa, las aventuras imaginadas en sus cabezas, ¿podrán volver a soñar que vuelan de verdad sus aviones de papel? ¿No deben ser considerados héroes si perseveran en la escuela?
Hace dos años, la señora Carmen Emilia, Madre Promotora de Paz de la comunidad de Buen Retiro, donde vive Blasina, decía en una rueda de prensa que ella no quería flores y discursos para el día de la madre, lo que quería era escuelas completas en su barrio y seguridad para sus hijos. Si yo fuera adolescente o joven en este país, parafrasearía a Carmen Emilia. “No queremos discursos sobre los héroes de La Victoria, queremos tener el derecho a llegar a viejos, queremos ir a los liceos sin pensar si seremos atacados en el plantel, o a la salida o a la llegada a nuestra casas”. Y yo, de adulta con canas, completaría, queremos políticas públicas de protección integral para nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
Queremos que el país tome en serio que hay mucho muchacho que cae en el camino, que no termina bien porque la vida se ha convertido en una carrera de obstáculos. Recordemos los datos de los estudios de CECODAP: se han reducido las muertes en la primera edad pero están muriendo más adolescentes. En Ciudad Guayana murieron de manera violenta 43 menores de 18 años: más de un salón de clases. ¿ y en el resto del país?
En el Día de la Juventud deberíamos rendir homenaje a los héroes anónimos y se debería pedir perdón por los liceos que no se han construido, perdón a los que no han sobrevivido y perdón a los que están creciendo solos en medio de esta guerra asimétrica.