luisa pernalete“¡Todos los planes han salido bien, pero éste fue extraordinario! Creo que lo necesitábamos”. Así comentaba entusiasmada Vallita, madre promotora de Paz (MPP) de la comunidad de La Victoria, San Félix, lo que fue el último día del plan vacacional de este año.

Se dice fácil: un plan vacacional, pero eso no es algo que se prepara de hoy para mañana. Primero había que decidirse: un plan de una semana, para un montón de niños y de niñas, en estos momentos cuando todo está tan caro y tan escaso. Pero se decidieron. ¿De dónde saldrían los recursos? Dios proveerá.Y Dios proveyó: se pasearon todo el barrio pidiendo la colaboración de las bodegas, pues dar desayuno y merienda a 232 chamos no son dos conchas de ajo.

Y los bodegueros respondieron, saben que las MPP cumplen, que no son una organización “de maletín”, las cuentas son claras, pues todo el barrio sabe de esas actividades; y luego, nunca falta una mano extendida. Contaba una de las organizadoras que el sábado, el “señor Paco” trajo unos magos.

¿Que quién es el señor Paco?, pues el dueño de una ferretería, que vio la nota en Correo del Caroní -esa que escribió Diogelis, periodista Promotora de Paz también- y se enteró de que requerían apoyo, y allá se presentó el señor Paco, con unos magos, ¿pueden imaginar la alegría de los niños con unos magos de verdad al frente? “En todas partes hay gente buena”, decía Mandela, y eso lo han comprobado las madres de La Victoria.

Este año creció el número de “comadres”, así se llaman entre ellas porque van ahijando niños y niñas de la comunidad. “Hay que levantarse a las 4:00 de la mañana para hacer los desayunos. Esta vez a cada una nos tocaron 10 o 12 niños”, significa que deben preparar alimento para esa cantidad de participantes. Algunas luego acompañan a la muchachera a las actividades. Para algunos niños, esos paseos son su primera salida del barrio en su vida. ¡Increíble pero cierto!

Hubo payasos en la iglesia San Pedro Claver, hubo una visita a La Llovizna y otro día a Sierra Imataca, conocer los Castillos de Guayana, ¿Pueden pensar en la escena?; otro día pintaron murales por toda la comunidad, con mensajes de paz en unas calles acostumbradas a escuchar los tiros que intercambian bandas delictivas.

¡No recuerdan ese terrible tiroteo de 2012, cuando los disparos hicieron correr a los niños que caminaban a sus escuelas? Pues, en esas mismas calles, esta semana no hubo balas, sino cantos, consignas a favor de la convivencia pacífica, miradas de ángeles con manos arrugadas de tanto trabajo, ángeles que se han vuelto maestras amorosas enseñando a los niños a divertirse sanamente, a hacer la paz, en paz, como rezaba el lema de este año.

Yudith, Tanmi, Yecsimar, Griset, Grecia, Carmen, Claudia, Ana, María Betania, Yeni, Kely, Lisnet, Vallita y otras que se me escapan… Y hasta un “padre promotor de paz” que se ha asimilado al grupo.

El último día fue especial: la VI caminata por la vida. “Recorrimos todas, ese montón de muchachos, los recreadores, las madres, gente que se fue uniendo. También tuvimos la presentación de la coral de Larry Salinas. ¡Qué regalo, esa coral en nuestra comunidad!, y finalmente la misa, oficiada por el padre Néstor, ¡que se botó conversando con los niños!”. Vallita le saca punta a cada detalle. Contagia y hace a una partícipe de sus victorias.

¿Los recreadores, este año fueron de la propia comunidad, adolescentes entre 13 y 18 años que han participado en los planes anteriores. A la pregunta de quiénes los entrenaron, respuesta rápida, “¡Nosotras mismas!” ¡Caramba! No deja una de sorprenderse.

Creo que esas madres, que son comadres, merecen ser nombradas “Ministras de la Suprema Felicidad”, pues eso fue lo que se respiró en La Victoria esta semana, felicidad, endógena, además, pues sale del propio esfuerzo, de la decisión de esas madres de convertirse en muro de contención a la violencia. Siguen esperando que el liceo se termine de construir, siguen esperando que hayan políticas públicas que protejan a los niños de balas perdidas, pero mientras, ellas le ponen rostro de mujer a la esperanza. ¡Que Dios las siga acompañando! ¡No se cansen nunca!

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