“Me gustaría que ese liceo que prometieron terminar para el 16 de septiembre lo concluyeran. Muchos muchachos ya perdieron el año”, dijo la señora Ana, de Core 8-Puerto Ordaz; “¡No hay semana sin tiroteos, y muchas balas consiguen sus blancos en cualquier esquina”, dijo Del Valle, de La Victoria; “No sé que darle a los muchachos para el desayuno, cada día cuesta más conseguir harina, no da la base darles dinero para que coman por fuera”, dijo la señora Yraida, de la UD-146.
Pasó octubre con su elección, pasó diciembre con su elección, vamos en abril, con otra elección, pero los problemas en el seno de las comunidades populares siguen ahí: no se paran las balas, los que no tenían cupo en septiembre continúan fuera de las aulas, los adolescentes en situación de riesgo permanecen en el limbo –más cerca del infierno que del cielo-, no hay presupuesto que se repita porque los precios suben sin freno, se ha incrementado la persecución de kilos de harinas y de papel sanitario, por eso no basta un día para hacer mercado, se requiere una semana… ¡Los problemas hay que resolverlos porque el cansancio tiene consecuencias!
Los que toman decisiones en el país tienen que afinar sus sentidos: ver los números con sus restas y sus sumas, mirar todas las franelas y no de un solo color, utilizar un buen telescopio que les permita recuperar los problemas antes de octubre y meditar si están presentes en abril; escuchar no sólo cohetes sino ruidos de ollas en lugares donde antes no parecían haber objeciones –al menos públicas-, usar un estetoscopio que ahonde en el “subsuelo”, lo que no se percibe a simple vista, como los problemas de la calidad de la educación venezolana, o la impunidad que modela a los adolescentes, o el drama de las madres/niñas, pariendo antes de los 18 años, o el irrespeto a la norma que está imponiendo “la ley del más fuerte, en detrimento de los más débiles…
Johan Galtun, fundador del Instituto Internacional de Investigación para la Paz (Oslo 1959), habla de tres erres después de la violencia: reconstrucción, reconciliación y resolución (Galtun, 1998), y si bien él se refería a las secuelas de conflictos armados y no a este conflicto político por un lado -siete millones de venezolanos frente a otros siete que expresan diferencias políticas-, creo que las tres erres que el experto menciona, pueden adaptarse, pues él habla de reconciliación de las partes -yo digo, gente que pida perdón y gente que perdone, sobre todo por la falta de reconocimiento del otro-, reconstrucción -la guerra destruye infraestructura, la violencia en Venezuela ha destruido vidas y ha destruido confianza-, resolución -del conflicto subyacente, dice Galtun, yo hablo de todos esos problemas que se han venido acumulando y que se han agravado.
El alto gobierno tiene el poder, dispone de medios, de recursos, tiene entonces la mayor responsabilidad en lograr acuerdos entre las partes y también en hacer rectificaciones, asumir humildemente errores y buscar ayuda -buscar ayuda es señal de inteligencia-, reorientar políticas y elaborar las necesarias donde no las hay -como las necesarias para proteger integralmente a niños y adolescentes-, en fin, el gobierno tiene que hacer su trabajo y utilizar su poder político para construir el bien común. Los problemas no pueden seguir sin respuesta. El cansancio tiene consecuencias. (Conflictove, 23.04.13)