Venezuela está definida como un país megadiverso que depende económicamente de un solo recurso natural finito: el petróleo. La explotación de este recurso, que comenzó hace casi cien años, cambió radicalmente la manera de vivir de los venezolanos y consagró la miseria productiva del país en otros ámbitos. Estamos a punto de cumplir cien años sobreviviendo y muriendo por este recurso y no hemos hallado la forma de repartir justa y equitativamente la enorme cantidad de dinero que produce. Europa se reconstruyó después de dos guerras con mucho menos dinero del que hemos percibido por nuestro petróleo. 

A ESAS CUENTAS LE HACEN FALTAN NUMERITOS Nunca hemos sabido el costo real de cada barril de petróleo. 

Ni siquiera hemos tenido el estudio de impacto ambiental correspondiente a cada actividad que la industria genera. 

Nunca hemos sabido el costo real de cada barril de petróleo. El costo del barril petrolero será la vida

Consecuentemente durante los casi 100 años de vida de la industria solamente se nos ha «vendido la idea» de las bondades de cada gota de petróleo sin tomar en cuenta el daño ambiental y por ende social que genera. Existe un daño al patrimonio natural de la nación que no ha sido contabilizado. Este impacto, brutal, pasa por la distorsión que nos ha creado como sociedad, y por la amenaza que constituye para los servicios ambientales, e ignora nuestros derechos ambientales consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en los convenios ratificados y firmados por la nación. Es hora de sacar mejor las cuentas. 

LOS PASIVOS AMBIENTALES En 2005 Marianna Párraga Omaña escribió en El Universal, (http://www.eluniversal.com/200 5/11/28/eco_art_28201A.shtml ), un reportaje sobre los pasivos ambientales de la industria. Según este trabajo periodístico, para ese momento se reconocieron 10.269 fosas, 120 mil mts cúbicos de desechos peligrosos, 533 mil mts cúbicos de lodos y 2.353 instalaciones abandonadas. El monto aproximado para trabajar en ello se acercaba al billón de bolívares. 

Para el año 2008 la Gerencia Corporativa de Ambiente e Higiene Ocupacional de Pdvsa reconoció que el trabajo debía encararse a un costo de 1.559 millones de dólares entre 2008 y 2012. Estos pasivos vistos con los ojos de la ciencia, la tecnología y la medicina de hoy, dejan por fuera muchos factores. Ninguno de ellos se suma a la hora de sacar los numeritos finales. Por ejemplo: no incluyen factores que a largo plazo comprometen a la salud humana y su consecuencia social. Así, aunque los Contaminantes Orgánicos Persistentes entren en la lista de pasivos ambientales, no sabemos cuántas dioxinas están generando los mechurrios, por lo tanto no tenemos idea de sus consecuencias sobre la salud humana y ambiental. Otro rubro que tampoco conocemos es el consumo energético de las refinerías. Sabemos algunas de las consecuencias de las aguas de lastre de los buques tanqueros, como la introducción de especies exóticas, pero no hay una vigilancia ni un control sobre eso. Por supuesto tampoco tenemos numeritos reales sobre los costos de cada accidente de la industria. 

LA IRRESPONSABILIDAD COMO MODELO PRODUCTIVO La industria petrolera ha sido el ejemplo a seguir, las demás empresas del Estado también contaminan, así como muchas empresas privadas. Definitivamente no es un problema entre capitalismo vs. socialismo del siglo XXI, porque después de 14 años de revolución, el rentismo petrolero se ha profundizado y han aumentado considerablemente los accidentes de la industria. Este modelo irresponsable comenzó hace un siglo con Juan Vicente Gómez y hoy está más vigente que nunca. 

Alcanza temas tan importantes como la relación entre salud y ambiente, de la cual no tenemos contabilidad alguna. Dentro de este modelo irresponsable siempre hemos visto al ambiente como ese gran supermercado sin cuidar la reposición de lo extraído o consumido. Esta actitud da cuenta de la inconciencia o ignorancia entre los tiempos de consumo humano y el tiempo de los procesos biológicos. 

Si continuamos al ritmo que vamos, el modelo irresponsable va a convertirnos en un gran pasivo ambiental sin que tengamos forma de recuperación. Nos habremos consumido nuestro futuro. El costo del barril petrolero será la vida. (María Eugenia Gil, Tal Cual, 03.07.12)

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