Resulta paradójico que un país de la importancia ecológica de Venezuela y que además se tilda de paladín de las causas socio- ambientales (sea la pobreza, sea el cambio climático) borre de un plumazo el Ministerio del Ambiente que fue el primero de este tipo fundado en toda la América.
El día 2 de septiembre, el presidente Maduro expresó los lineamientos para seguir profundizando el proyecto chavista y se refirió a la revolución territorial-ecosocialista que propugnará el Estado Comunal y que supuestamente debe ser construido de forma “sustentable”; para ello, propuso integrar el Ministerio de la Vivienda y del Hábitat con el del Ambiente de forma que las viviendas cumplan con los requisitos integrales de calidad.
Desconocemos quien asesoró al presidente ni de dónde sacó el “Ecosocialismo” para referirse a “desarrollismo”; con toda seguridad que no fue ni de los movimientos sociales ni de los expertos en ordenamiento del territorio y ambiente puesto que tal propuesta ya ha sido fuertemente cuestionada por las organizaciones y ONG’s ambientalistas.
De sopetón se desdibuja lo que debía ser uno de los ministerios más importantes en Venezuela y se le somete a los lineamientos desarrollistas de la Misión Vivienda. Se ignora lo que no sea el ambiente construido, fundamentalmente urbano, en uno de los países más diversos del planeta; también se deja de lado a las comunidades indígenas y sus hábitats severamente amenazados en sus derechos por la minería y el desarrollismo.
Quizás la razón para este desvarío sea la falsa premisa que el Capitalismo es la causa de todos los males socio-ambientales -incluida la pobreza y el cambio climático- y que por tanto, en un gobierno socialista, no se requiere de un ministerio que se ocupe del ambiente pues éste se cuida solo.
De esta forma, el gobierno continua siendo complaciente con las invasiones a los parques nacionales como el Henry Pittier, apropiándose de las Fundaciones Científicas ecológicas como la de Los Roques, acallando las demandas indígenas por la demarcación de sus tierras ancestrales como en el caso de los Yukpas de la Sierra de Perijá y descuidando la protección debida que exige la constitución a sus demandas frente a la voracidad del extractivismo.
Todo en nombre del Plan de la Patria, un plan de desarrollo económico y social desarrollista donde los derechos indígenas y ambientales se desconocen en nombre del extractivismo rentista.