MariaYanes-300x290En este momento, estamos en el transcurrir de una semana de gran reflexión y de Fe cristiana de mucho significado para los que profesamos la religión católica. No es simplemente un recuerdo histórico. La semana mayor simboliza, después del tiempo de cuaresma, la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Representa el mayor acontecimiento en la vida de todo cristiano en el que hay dos aspectos de suma importancia: Cristo nos libera del pecado a través de su pasión y muerte y el otro es, que a través de su resurrección, nos manifiesta la promesa de la esperanza de la vida eterna. Y es que la resurrección es la fiesta o el regocijo más grande para todos los cristianos; es la esperanza del Cristo resucitado que triunfó sobre el mal y el pecado.

Justamente, coincidiendo con la semana mayor, estamos atravesando  la crisis de mayor envergadura y trascendencia de nuestra historia, no solamente en el aspecto social, político y económico lo cual se ha nombrado en forma reiterada  y reseñado en todos los medios de comunicación en muchas oportunidades por los expertos y analistas, y es que a este trance se suma una gran crisis de valores, los mas importantes y esenciales del ser humano y que ha conllevado a que los valores espirituales que debe tener cualquier persona, sin distingo de creencia o religión decaigan. Es por esto que durante esta semana debemos asumir un compromiso espiritual que nos lleva a una gran reflexión. Nunca antes habían aflorado  tantos sentimientos o emociones negativas en los venezolanos como: el odio, la agresividad  y la violencia.

Quizás lo mas insólito es que estas manifestaciones tan nefastas  desde el punto de vista emocional han sido inculcadas o estimuladas por quienes ostentan el poder y de quien originalmente fue el artífice o punta de lanza de esta ideología absurda en la que Venezuela se encuentra atrapada. Quien no recuerda aquellas célebres frases pero a la vez  tristes y deplorables del difunto Presidente Chávez: “Me alegro que haya muerto ese demonio vestido de sotana, ojala se esté pudriendo en el infierno” en relación con la muerte  del Cardenal Castillo  Lara, o los insultos proferidos a los miembros de la Conferencia Episcopal a quienes llamó “Demonios, estúpidos y vagabundos”, a los opositores describiéndolos como “Cuerda de apátridas, oposición putrefacta, si salen a la calle los barreremos en las calles”, a los medios de comunicación los calificaba de “ golpistas y terroristas” , nadie se salvaba. Ni siquiera dirigentes internacionales, en los que privaba la diplomacia, inteligencia y mesura, características importantes de los grandes líderes independientemente  de sus errores o aciertos.

Estos eran víctimas del odio y desprecio de manera pública de este personaje de la historia venezolana. Quienes gobiernan actualmente han pretendido seguir esa senda de odio y rencor como una manera de perpetuarlo en la memoria de los venezolanos, construyendo un culto mesiánico hacia el finado sin merecerlo y totalmente absurdo lo que significa un gran retroceso e ignorancia en la historia de este país. No podemos permitir que antivalores como: corrupción, odio, violencia, maldad,  injusticia, impunidad, inequidad o ignorancia, falsedad y desprecio sean los que impere en la manera de gobernar o llevar las riendas de un país. En esta semana mayor y provistos de una gran Fe y esperanza, los venezolanos debemos proponernos a rescatar los valores más importantes como: solidaridad, honestidad, fraternidad, tolerancia, responsabilidad y altruismo así como la autonomía, la justicia y la igualdad de derechos, este es el reto más importante y difícil que tenemos por delante. Estamos en el año de la misericordia. Si aplicamos la misericordia nos acercamos a Dios y por lo tanto el bien vencerá al mal. En el sábado de gloria cantamos el pregón pascual: “Feliz la culpa que hizo que el bien venciera al mal “, “El bien sale victorioso en la Resurrección de Cristo”.

A los Jóvenes que nacieron  durante esta revolución y  que solo conocen sus malos ejemplos el Papa Francisco en su visita a México y en su encuentro con ellos les dijo: “De la mano de Jesucristo es posible creer que la vida vale la pena, que podemos dar lo mejor. Sean luz en medio de sus amigos, de su comunidad, de sus barrios y su familia”. Aprovechemos estos días para reflexionar en el rescate de los verdaderos valores y principios que tanto necesitamos los venezolanos y que nos servirán para la reconciliación y reconstrucción del país.

@mariayanesh

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