El presidente Nicolás Maduro viene impulsando la denominada Conferencia Nacional de Paz, un espacio según su punto de vista para promover el diálogo, la reconciliación y lograr la paz.
En paralelo ordena una brutal represión contra la protesta, avala las violaciones a los derechos humanos perpetradas principalmente por la Guardia Nacional Bolivariana e incita a la confrontación pueblo contra pueblo. ¿De qué paz estamos hablando?
La represión va dejando una estela de heridos a lo largo y ancho del país, de procesados judicialmente por protestar y de destrucción de propiedades realizadas por los organismos que deberían velar por su seguridad.
A menos de 24 horas de haberse realizado la primera reunión de la Conferencia ya varios ministros repetían su frase de moda “fascistas” para calificar a líderes de la oposición.
Pero el hecho más resaltante contrario a cualquier voluntad política de promover la paz lo constituye la orden dada por el presidente Maduro en su alocución el 05.03.14, en el marco del discurso realizado en homenaje del primer año del fallecimiento del ex presidente Hugo Chávez Frías a organizaciones pro gobierno para enfrentar pueblo contra pueblo, un aliento no solo para los paramilitares que ya viene actuando y dejando víctimas, sino exhortando a organizaciones populares a realizar labores de represión.
Dicho llamado, además, exhorta a la población a cometer actos ilegales e inconstitucionales, puesto que instruye en realizar actividades de control de orden público que sólo le corresponden a los órganos armados del Estado.
El artículo 332 de la Constitución es suficientemente claro sobre cuáles son los órganos que deben mantener el orden público en el país: Los órganos de seguridad ciudadana.
En ese mismo discurso el Presidente en lugar de llamar la atención a la Guardia Nacional Bolivariana por los excesos cometidos, optó por felicitarla.
Con tal actitud reafirmó su voluntad de continuar reprimiendo dando luz verde a este componente de la Fuerza Armada para que siga atropellando y cometiendo abusos con lo cual se hace responsable directo igualmente de las consecuencias que deje esa represión.
El presidente debe recordar que en el caso de violaciones a los derechos humanos es tan responsable quien ejecuta la acción como quien lo ordena. Y la represión vivida las últimas semanas tiene nombre y apellido: presidente Nicolás Maduro, ministra de la defensa Carmen Meléndez y ministro del interior Miguel Rodríguez Torres.
Es difícil que se avance en un diálogo de paz mientras desde el gobierno se mantenga la política de insultar, reprimir y promover la violencia. No es con violencia del Estado y azuzando a sectores de la población como se debe enfrentar los focos violentos de protesta.
Hay formas democráticas para controlar el orden público, solo falta voluntad política para instrumentarlas. Para lograr la paz hay que actuar con coherencia y es el gobierno quien debe dar el ejemplo.