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Uno de los resultados más destacados de la rendición de cuentas del presidente Nicolás Maduro el pasado 15 de enero ante la Asamblea Nacional y la población fue el reconocimiento que el país está en crisis económica. Durante años los medios de información pública y el Presidente cada vez que se encadenaba afirmaba que se estaba garantizando “el buen Vivir” y el ex -presidente Chávez nos hablaba que en pocos años Venezuela seria una gran potencia. Pero una mentira repetida mil veces no siempre se convierte en verdad y mucho menos transforma la realidad.

En 2007 se lanzó con mucha publicidad el “»Proyecto Nacional Simón Bolívar; Primer Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación, 2007-2013″. Se prometió la “Suprema Felicidad Social”. Luego en el 2013 se lanzó  el Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación y nos prometieron “la mayor suma de felicidad posible”.

Nueve años después de aquel primer Plan donde nos ofrecieron una Venezuela mejor el resultado es un país sumido en una profunda crisis que no solo es económica sino también social. El fracaso total de una forma de administrar y gobernar.

Pero muy bien que, hoy por lo menos, se tenga la voluntad de reconocer que estamos mal. Y no porque los precios del petroleo bajaron. Recordemos que ya en el segundo semestre de 2013 el Instituto Nacional de Estadísticas indicó que la pobreza pasó de 21,2% a 27,3% y fue el año de incesantes apagones a lo largo y ancho del país. Y para ese año la cesta petrolera venezolana cerró en 99,49 dólares.

Así que cuando el presidente Maduro afirma que la crisis se debe a la baja de los precios del petróleo le miente al país. Ya la crisis se arrastra desde hace años. Sólo que se trató de tapar su dimensión a través de un bombardeo de publicidad. La realidad que Venezolana de Televisión y los demás medios oficiales le presentaban al país, era totalmente distinta a la que vivía día a día de la familia Venezolana.

Hasta ahora el gobierno acepta la crisis económica pero no se atreve a reconocer la profunda crisis social que también tenemos. Niveles de pobreza mayores a ese 27,3% admitido en 2013. Una prolongada crisis en el sector público de salud. Precariedad laboral con cientos de empleos que no reúnen las mínimas condiciones de dignidad. Retrocesos en casi todas las Misiones Sociales, crecientes niveles de inseguridad y crisis en la prestación del servicio público de electricidad y la recolección de desechos sólidos. Se suma a ello, este año, una enorme crisis en el servicio público de agua que no se debe sólo al fenómeno natural del niño, sino a la ausencia de medidas eficaces para garantizar el mantenimiento de los acuedutos, embalses, construcción de nuevos embalses.  

La familia venezolana sobre todo la de más bajos recursos lo que vive hoy realmente es una suprema infelicidad. Un estado de angustia e incertidumbre.

Ojalá el gobierno tenga la suficiente autocritica para reconocer la dimensión de la crisis social y en otras actuaciones deje de ocultar las reales cifras de pobreza de 2014 y 2015. Para adoptar medidas adecuadas hay que partir de diagnósticos objetivos y reconocer las dificultades existentes.

La esperanza es la última que se pierde dice la sabiduría popular. Y por lo menos, un paso positivo por parte del gobierno es expresar la voluntad de diálogo. Los hasta ayer empresarios “enemigos de la patria” hoy son llamados a colaborar. Ya veremos si “los sindicalistas bandidos” también serán convocados, los jóvenes “manitas blancas” y las ONG “tarifadas” entre otros. Lo único seguro es que si no hay un diálogo sincero y acuerdos mínimos con muchos sectores del país para sumar iniciativas y fuerzas, no será posible salir de la actual crisis.

@marinoalvarado

www.derechos.org.ve

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