El lenguaje de los derechos humanos es retórico, tiene una gran fuerza persuasiva, pero es mucho más cuando se objetiviza y se convierte en leyes, en instrumentos jurídicos. Más aún cuando se convierte en hechos, en jurisprudencia, en cantidad de casos resueltos y de víctimas que han recibido reparación. El problema está cuando los encargados de promover y garantizar los derechos humanos se quedan en la retórica.
Cuando altos funcionarios del gobierno dicen que “Venezuela es ahora un estado respetuoso y garante de los derechos humanos” pero la Comisión Interamericana de Derechos Humanos define las cárceles venezolanas como una de las más violentas de la región. Si garantizamos los derechos humanos ¿Cuales son las medidas que se han tomado para mejorar la prevención de la violencia en las cárceles? Por qué siguen las noticias de muertes, huelgas de hambre y de sangre, motines, hacinamiento, enfermos de VIH sin atención, que no se puede solucionar dejando el control de los penales a los pranes, sino con la responsabilidad activa que tiene el Estado venezolano de garantizar la seguridad de las personas en condiciones de detención.
Cuando los encargados de la Defensoría del Pueblo dicen que su despacho está abierto a las organizaciones sociales pero no exige de forma concreta al Estado sus obligaciones de garantía y respeto de los derechos humanos, según los Principios de París, la gente queda indefensa.
Cuando en el Plan Nacional de Derechos Humanos dicen que su base es una “visión crítica y relativista de los derechos humanos” sin un consenso de la sociedad venezolana, las acciones del gobierno se vuelven inestables, vacías e ineficientes.
Cuando el Estado manifiesta la importancia de los pueblos indígenas y sus derechos, pero el proceso de demarcación de tierras es sumamente lento, trayendo como consecuencia muertes y enfermedades para estos pueblos, los derechos humanos se quedaron lamentablemente en la retórica.
Por ello los derechos humanos deben aparecer limpios de concepciones ideológicas e historicistas para aparecer como instrumentos del perfeccionamiento del orden jurídico como tal. No pueden ser simples argumentos de los Estados para su beneficio político, porque sino se rebaja a los derechos humanos de su fundamento universal, igualitario y racional, pacificador y estable.
Así murió una niña y una mujer embarazada a manos de la violencia social.
Y al final la gente muere.