Myra Lee MachadoCarmen se para a las 4 de la mañana y logra comprar 4 kilos de maíz. De regreso les dice a los niños que viven en la Casa de Abrigo: ¡hoy vamos a comer maíz! Y entre todos muelen el maíz. Carmen dice que es lo mejor, para que los muchachos se sientan integrados.

Con un Padre Nuestro comienza la Asamblea de las Entidades de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes. Después de leer la agenda de puntos a tratar, llega el tan esperado café junto con un pote de azúcar, y un vasito con agua que sirve para limpiar las cucharitas llenas de café con azúcar. Surgieron preguntas como ¿qué habrá pasado con el acuerdo que el Defensor del Pueblo dijo que había logrado para garantizar la distribución de alimentos de niños, niñas y adolescentes en casas hogar y albergues similares?.

Carmen se siente mal porque entre tanta confusión hay gente que le dice: pero porque no vas a los centros mayoristas a buscar comida para los niños, o porque no te paras más temprano o porque no haces esto o aquello. Y así hace. Se levanta muy temprano y se va junto con su esposo y otra compañera a buscar comida para los niños. Lleva su carnet que permite realizar compras al mayor. Al llegar allí, la escena de siempre, colas muy largas que desaniman a cualquiera, discusiones, conversas. Carmen y sus compañeros se quedaron parados frente a la cola, expectantes, pero con esperanzas y fe en Dios, sabiendo que un grupo de niños esperaban por ellos. Y entonces, apareció un ángel como ella la denomina: ¡tome señora le regalo este número!. Era el número trescientos.

Esta es la segunda Asamblea de Entidades de Atención y Programas de Protección de Niños Niñas y Adolescentes. Una de las razones de esta iniciativa es la preocupación existente de más de 4000 niños que se encuentran afectados por el acceso a los medicamentos y a los alimentos, ante los cuales los Ministerios de Alimentación y Salud se han hecho de oídos sordos. Así mismo, el Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (IDENNA), la entidad jurídicamente responsable de la supervisión de estos centros, no los está apoyando debidamente, tal como le recomendó al Estado venezolano, el Comité de los Derechos del Niño en sus Observaciones Finales del 13 de octubre de 2014: “adoptara con urgencia todas las medidas necesarias para que el IDENNA siga de cerca, supervise y apoye debidamente, mediante la asignación de los recursos humanos, técnicos y financieros necesarios, todas las instituciones y los programas de atención y publique periódicamente informes sobre ellos.”

Cuando el Centro Mayorista comenzó a sacar la comida llegaron los verdaderos dueños de los primeros puestos de la cola. Carmen fue desplazada: “¿Señora que numero tiene usted? el trescientos contestó. ¡Ay no señora para atrás, para atrás! No faltaron los ofrecimientos: ¡Bueno señora si usted quiere, yo le doy el número 60, pero usted al salir me da la mitad de todo lo que compre, y por supuesto, todo lo paga usted!.

Uno de los Coordinadores necesitaba nombrar a tres coordinadores más para asignarle otras funciones propias de la Asamblea. Le preguntaron a Carmen si quería ser coordinadora:

Bueno ya que Leonardo me dio la palabra quería dar gracias por este espacio y porque tenía más de dos días sin tomar café con azúcar. Esta situación ha hecho que ¡algunos saquen sus peores miserias, otros hemos salido fortalecidos!. Dice, y nos deja esa frase de esperanza.

Ante tanta corrupción en el mercado mayorista, Carmen se resistió. Logró comprar. Poco, pero compró algo, y también aceptó el cargo de coordinadora de la Asamblea. Carmen se resiste día a día  y no abandona la lucha por la infancia. Ella lucha por la alimentación, educación, salud, que no les pase nada cuando van a la escuela. Ella vive y sueña con ellos.

Para Carmen esos niños son reales, para el gobierno son invisibles.

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