Lo terrible de la economía venezolana hoy no es pensar que se profundiza la dependencia de la renta petrolera, hoy más escasa que nunca, y que genera una guerra a muerte entre los factores económicos que se creen con el legítimo derecho de poseerla. Tampoco es lo más terrible que hoy tengamos un aparato productivo devastado e inerte, y menos aún lo más terrible no es que tengamos una polarización forzada que alimenta su narcisismo en discusiones estériles por el bien de todo el país.
Hoy lo más terrible es darnos cuenta que después de tres años en la más profunda crisis económica, y posterior a anuncios que no anuncian nada, al fin nos damos cuenta que no es que este gobierno no quería tomar medidas antipopulares, sino que ni siquiera tenía medidas que tomar, que no había un diagnóstico, que no existían equipos preparados para dar respuesta a la crisis que estaban aguantados por la situación electoral, creo que lo más terrible es que no se tenía nada.
Pero todo no es tan malo o no puede serlo, porque hoy también podemos estar seguros que sobre esta soberana negligencia política, hemos salido de la seguridad de que se estaba haciendo todo mal para tener la duda de cómo lo hará el nuevo equipo económico.
Y es en ese sentido que me permito hacer algunas sugerencias, sin ninguna fórmula, que metodológicamente estoy seguro podrá facilitar el acelerar un proceso que tiene tres años de retardo (insisto, cosa que es aterrorizante).
El nuevo equipo político es absolutamente diverso, desde la concepción de vida hasta la concepción de país, y eso es favorable, aunque en la situación actual dificulta la viabilidad de desarrollar una propuesta que sea haga viable a corto plazo, por lo que la mejor ruta es que ese equipo no se atribuya el derecho divido de ser quienes detrás de unos escritorios y unos asesores, pretendan dar con la fórmula para la resolución de los problemas económicos.
Es por todo lo anterior que urge convocar de emergencia a todos aquellos que puedan realmente aportar propuestas concretas, y cuando digo todos incluyo desde Asdrubal Oliveros, José Guerra y Victor Álvarez, hasta Carlos Carcione, Jorge Giordani, Juan García, Manuel Sutherland o Tony Boza (que ya está autoconvocado), por citar sólo algunos de los nombres que se me ocurren, llenando el espectro de todo el continuum de izquierdas y derechas, porque todos deben ser escuchados, aunque la orientación política e ideológica del gobierno esté claramente definida, si es que lo está, con el fin de convocar al país entero a debatir lo que todos los simples mortales queremos debatir… la economía ¡coño!
Y lo expreso de esa manera tan vulgar porque así es la situación del país, vulgar. Pero, ¿Para qué convocar a estos y otros personajes que han formulado propuestas desde su enfoque al país? Sencillo, para que hoy en lugar de debatir desde trincheras debatamos desde la visión país que es imprescindible.
La anterior propuesta deberá generar un debate constituyente de lo económico, pero en un tiempo vertiginoso, que permita viabilizar propuestas para la salida a la crisis que deberá ser legitimada, mientras el equipo de gobierno garantiza una serie de condiciones adicionales para lograr el objetivo.
Lo primero es iniciar una cruzada contra la corrupción, necesitamos responsables, sanciones e incautación de cuentas, propiedades y bienes de quienes han desfalcado al país en la cuarta y la quinta, aunque debamos empezar por lo más reciente: Cencoex, Cadivi y Pdvsa. Por otra parte debemos sincerar el presupuesto nacional y poner a pagar la crisis a quienes corresponde, no a la mayoría que es víctima de este desfalco.
Y por último debemos dejar la pendejada de la falsa polarización que sólo favorece a unos que creen que hacer política es gritar más duro o insultar más al otro. Chávez en su etapa más clara y más lúcida desde lo político nos llamó a un «Golpe de Timón» y esta es la hora, pero además en privado, a los que hoy gobiernan les pidió, en su lecho de muerte, que llamaran a los mejores economistas para enfrentar lo que venía, háganlo, hagámoslo. Los procesos revolucionarios no se dan sólo con la tesis revolucionaria de algunos, o la antítesis contrarrevolucionaria, se logra con la síntesis histórica de los procesos, no hay tiempo para extremismos, sino para radicalismos (ir a la raíz) de los problemas.
Fuente: Aporrea. http://www.aporrea.org/