Por Luisa Pernalete

Los venezolanos nos estamos acostumbrando a que cosas terribles, sean “normales”. Películas trágicas pasan a metros de nuestros ojos, y nosotros como si viéramos unas escenas de Alicia en el país de las maravillas.

En estos últimos días, en Ciudad Guayana, han sucedido hechos que debieran ponernos a muchos a actuar. Debiéramos estar indignados.

Me refiero, en primer lugar, a la muerte de 5 niños del pueblo Warao. No estamos hablando de Libia o de Biafra. Estamos hablando de Cambalache, aquí mismo, ¡cinco pequeños!, en un país con una de las legislaciones más avanzadas en América Latina en materia de Derechos para la niñez.

El niño es prioridad absoluta, según nuestra Constitución (artículos 75 y 78) y lo subraya  la Lopnna (artículo 7), y 5 niños waraos se mueren  a causa de “algo” que no se ha explicado. Creo que se mueren por el virus de la “indiferencia”, más grave que la gripe AH1N1. No se trata de correr a llevar alimentos y medicinas en un operativo, aunque eso ayude por un par de días, se trata de crear y desarrollar políticas públicas: planes con metas a corto, mediano y largo plazo; recursos, recursos, recursos; monitoreo; planes permanentes. “Lo único que ofrece la Alcaldía son urnas, y nosotros queremos otra cosa”, dice el padre Guillermo Van Zeland, que ha entregado su vida a este pueblo indígena.¡Ellos, los waraos,  quieren vida, quieren existir!

No es posible que las autoridades puedan dormir completo cuando pasan estas cosas. La Gobernación, la Alcaldía, las Defensoría, la del Pueblo, las de niños y adolescentes-, las encargadas de velar por los contenidos de la Lopnna… Y a nosotros, la sociedad civil, también nos toca nuestra parte. Si bien, el padre Guillermo tiene razón al decir que son los waraos “los que propicien la atención de las autoridades”, pero como mínimo, esos hermanos le animaría saber que a nosotros nos duele lo que les está pasando. La Fórmula Uno no puede ser más importante que los niños waraos.

El otro caso que nos debe llenar de indignación, es la muerte -¡otra muerte!- de un niño de 11 años, en el barrio Cristóbal Colón, en San Félix. Además de él, en el hecho murieron, por balas, 4 personas más. En la nota de Germán Dam, en Correo del Caroní, del lunes 11 de abril, se indica que el cadáver del niño yacía inmóvil a un costado del kiosco metálico, barbería improvisada, común en las barriadas populares. ¡Un niño de 11 años que debería estar jugando pelota, muerto por balas y no pasa nada!

Conozco esa comunidad, ahí se ha formado un grupo de Madres por la Paz. Les preocupa que no existan liceos en el barrio. Sólo una escuela que llega a sexto grado. Les preocupa que no existan espacios ni programas de recreación para sus hijos. Les preocupa la cantidad de balas que circulan impunemente por las calles. De un grupo de 22 madres, 11 comentaban haber perdido familiares a causa de la violencia. “Y duele profe -decían- saber que los posibles asesinos andan por ahí, sueltos”, recordemos que según datos del Observatorio Venezolano de Violencia, en el estado Bolívar, por cada 100 homicidios, 85 quedan impunes.

Una muerte anticipada -un niño de 11 años-, sumadas a las muertes -anticipadas también- de los 5 niños waraos -hace pensar que el vía crucis de los pobres en Venezuela no se vive el Viernes Santo. ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados?

Una respuesta

  • Tremendo escrito! En pocas y sencillas palabras usted llama a una profunda reflexion. Humildemente le solicito autorizacion para darselo a leer a otras personas que han mostrado interes en el tema de la violacion de los derechos humanos de la misma forma que usted bien lo ha expuesto, sin tintes politiqueros, pero haciendo un llamado de alerta ante una realidad profunda que como personas debe estremecernos pues no podemos ni debemos ser indiferentes. Gracias.

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