El próximo 3 de diciembre se cumplirán tres años de haber sido reelecto el presidente Chávez. Ese mismo día, emocionado, se dirigió al país desde el Balcón del Pueblo y expresó que en su nuevo período de gobierno combatiría la ineficiencia, la corrupción y la burocracia: «Debemos redoblar los logros en la batalla contra la contrarrevolución burocrática y contra la corrupción». Así, enfáticamente, lanzó un mensaje a sus seguidores y a los funcionarios del Estado. Era a su vez la confesión de que la gestión pública que había dirigido durante seis años no estaba muy bien. Meses después el Presidente convocó a quienes le siguen y al equipo de gobierno a desarrollar la batalla «de las tres R: Revisión, Rectificación y Reimpulso». Luego, en el Aló Presidente número 278, del 27 de marzo del presente año, exhortó nuevamente al equipo de gobierno a luchar contra la corrupción, las desviaciones de recursos y la burocratización.
Iniciativas, obras, proyectos y políticas públicas no se ejecutan o se implementan con deficiencias. No hay continuidad en el diseño o ejecución de los planes. Las secuelas se constatan en el día a día de nuestra gente que padece los inadecuados servicios públicos, el racionamiento del agua y de la luz, la decadencia de varias misiones, la creciente inseguridad, la crisis hospitalaria, la basura que abarrota las calles, los proyectos de vivienda inconclusos. Se eternizan problemas que pudiesen tener solución a mediano plazo, pero la ausencia de planes, el no diseño de políticas, la carencia de evaluaciones sobre lo ejecutado, la corrupción y burocracia impiden que sobre esos problemas se incida de manera efectiva. No hay duda que hasta la fecha el presidente tiene perdida esa batalla. Y es que él mismo personifica la ineficacia al no acertar con los equipos de gobierno que designa. Al cambiar constantemente ministros y otros funcionarios de alta jerarquía obstaculizando la continuidad en la gestión pública.
Ese llamado a Revisar y Rectificar tiene plena vigencia y es urgente transformarlo en mejoras en la gestión de gobierno. El descontento de la población se acrecienta y las protestas se incrementan pues la gente se está cansando de padecer los errores del gobierno. Mientras tengamos alcaldes dedicados más a sus partidos que a gobernar, a ministros inmiscuyéndose en elecciones sindicales y en la conformación de consejos comunales y no dedicados a monitorear los proyectos, al Presidente más preocupado por los batallones partidistas que por la crisis hospitalaria, los ascendentes homicidios y secuestros y el estancamiento de los progresos de combate a la pobreza, seguiremos por mal camino. Mientras se gobierne así y además, sin voluntad de diálogo con la diversidad que conforma el país, la tarea de las tres R seguirá pendiente y la población se sentirá más defraudada.
Marino Alvarado
Coordinador General de Provea