CARTA ABIERTA AL CIUDADANO PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
DE UN UNIVERSITARIO BOLIVARIANO
Mérida, 11 de julio de 2010
Ciudadano
Hugo Rafael Chávez Frías
Presidente de la República
Camarada Presidente,
Le aseguro que no es fácil la situación que estamos viviendo lo universitarios pertenecientes a las Universidades Autónomas del país. A estas alturas de la historia, a nadie le debe quedar duda de que nuestro gobierno popular y revolucionario ha asumido una estrategia de confrontación contra las instituciones donde hemos dado nuestro aporte al país y donde se han formado los principales cuadros que le acompañan en la conducción de este proceso revolucionario. Estoy convencido, Señor Presidente, de que en los primeros años de su gobierno se le dio una atención a las Universidades Autónomas mejor que las que habíamos tenido en los últimos lustros. Sin embargo, quizás desde el Golpe de Estado, es claro que la estrategia de gobierno hacia el sector universitario cambió y ese cambio no puede interpretarse de otra forma sino como otro frente de batalla.
Es natural que en un proceso revolucionario, el Estado en proceso socialista se vea en la necesidad de asumir distintas batallas dentro de la infraestructura económica y dentro de la superestructura política-ideológica. Así vemos como se han establecido distintos frentes de lucha para contrarrestar los ataques de una burguesía enquistada en distintos sectores de la vida nacional. Un ejemplo interesante ocurre en el asunto clerical donde hay una clara confrontación con el episcopado nacional, sin que esto implique un ataque a la iglesia y mucho menos al pueblo feligrés.
La confrontación contra los Universidades Autónomas y contra sus universitarios se manifiesta de distintas maneras. No sólo se trata de la existencia de un frente económico (congelamiento y recorte de presupuesto, incumplimiento en compromisos laborales, restricciones para adquisición de divisas, y dramática disminución de la capacidad adquisitiva de los trabajadores universitarios), sino que hay un frente mediático e institucional dirigido a mellar la “moral del enemigo”. Es claro que han disminuido los convenios y contratos institucionales entre el Estado y nuestras Universidades. Sus funcionarios gubernamentales han expresado que no quieren nada con la ULA, ni siquiera cuando se trata de proporcionar servicios gratuitos a la comunidad. Nuestros egresados tienen posibilidades disminuidas de hacer ejercicio profesional en el sector gubernamental y se percibe un trato discriminatorio entre los Estudiantes de sus Universidades (aquellas que ustedes quieren mucho) y los nuestros. Ahora bien, ninguna manifestación de guerra es más contundente que la declaración pública, aquí en Mérida, de su actual Ministro de Educación Universitaria quien dijo que las Universidades Autónomas no deben esperar nada de este gobierno, ni presupuesto adicional ni incrementos salariales, hasta que no haya transparencia en la administración de estas instituciones.
Antes de entrar en el tema de la justificación dada por el Ministro para arremeter en contra de nuestras Universidades, es necesario precisar quiénes son los verdaderos afectados por la “balacera.” En esta guerra, a diferencia de otras, no se ve por ninguna parte caer a los soldados de las tropas “enemigas”. Se actúa con tanta torpeza, que sólo nuestros aliados y las víctimas inocentes caen. Pregunto yo, ¿qué culpa tienen los trabajadores universitarios (Profesores, Empleados y Obreros) y sus familiares de que “no haya transparencia en la administración de estas instituciones”? ¿Son menos pueblo los Universitarios (Trabajadores y Estudiantes) que el resto de la población? ¿Con qué argumentos podemos los bolivarianos defender la política gubernamental en relación con el tema universitario, sin entenderla y mucho menos justificarla?
Mientras tanto, se consolidan los grupos hegemónicos que se han entronizado en el poder y siguen sacando provecho ilegítimo de las debilidades legislativas derivadas de una autonomía enajenada y distorsionada. Estos grupos, los mismos que auparon el Golpe de Estado, patrocinan guarimbas y mantienen su agenda golpista; están disfrutando de la torpeza gubernamental. Por otro lado, el grueso de nuestros universitarios, los que sólo pensamos en colocar nuestro grano de arena para el crecimiento del país, los no golpistas, y hasta los revolucionarios bolivarianos sufrimos como si estuviésemos pagando una culpa ajena.
Dado que ya el Ministro dejó claro cuál es la estrategia gubernamental en relación con nuestras universidades, cabe preguntarse cuáles son los propósitos que van asociados a tan nefastos medios. Algunos argumentan que lo que se busca es acallar las posiciones críticas que permanentemente salen de las Universidades Nacionales. Otros piensan que lo que está haciendo el gobierno es preparar el terreno para una intervención universitaria directa (más allá del bloqueo económico que estamos viviendo estos venezolanos). Ambas conjeturas son descartables dado que si la primera fuese cierta, la reacción sería opuesta, como efectivamente está ocurriendo. La intervención directa es por demás innecesaria, dado que el Estado tiene en sus manos la posibilidad de promulgar una nueva Ley de Educación Universitaria que dé las bases para que el mismo pueblo universitario ejerza controles sobre el funcionamiento interno.
Tampoco es verosímil la versión del Ministro de que lo que se busca es ejercer presión para conseguir saneamiento universitario. Aunque no se discute la necesidad de sanear ésta y muchas otras instancias de administración pública, sería un contrasentido ejercer esta acción sin activar primero la Ley de Educación Universitaria. Otra hipótesis que parece absurda es la de una retaliación contra las Universidades Nacionales debido al apoyo que le dio FAPUV a los golpistas, hace varios años. Dado que no encontramos respuesta, le agradecería inmensamente, camarada Presidente, que le explicara al país las razones asociadas con la estrategia gubernamental en relación con las Universidades. En todo caso, la estrategia es errada debido a que nosotros no somos ni seremos enemigos del pueblo y su proceso revolucionario.
Hay quienes señalan que los Universitarios nos merecemos esta situación debido a que no hemos actuado con la suficiente responsabilidad y contundencia como para evitar los desmanes en la administración de la academia dentro de las Universidades Autónomas. Hay que decir que a pesar de que es notoria la falta de transparencia en las distintas gestiones, esta misma carencia hace difícil que el pueblo universitario pueda detectar y denunciar las fallas. Por otro lado, en el aspecto político, es difícil que los sectores revolucionarios alcancen instancias de poder debido a que los grupos hegemónicos cuentan con fuertes respaldos mediáticos y cuentan con la propia torpeza gubernamental que viene ganándose el rechazo del colectivo.
A estas alturas todos debemos tener claro que el primer paso para adecentar las Universidades y hacerlas más participes del proceso socialista es mediante una modificación legislativa para las Universidades que esté acorde con nuestra Constitución y la Ley Orgánica de Educación. Sin embargo, nuestra Asamblea Nacional falló en su compromiso de elaborar la Ley Especial correspondiente, postergando nuestras intenciones de consolidar el poder popular universitario, establecer auténticos y efectivos mecanismos de contraloría, y superar la actual situación de dominio totalitario de quienes controlan los Consejos Universitarios. Muy al contrario del señalamiento expresado en el párrafo anterior, los universitarios participamos muy responsablemente en la discusión para hacer propuestas a la Asamblea Nacional sobre nuestros criterios relacionados con la Ley Especial de Educación Universitaria. A la Diputada Queipo le dimos las resoluciones del trabajo de ocho mesas en las cuales discutimos desde temas conceptuales hasta detalles de implementación. Queda claro entonces que la irresponsabilidad para con la Educación Universitaria y el mejoramiento de estas instituciones está allá en nuestra Asamblea Nacional. Ojalá que pronto nos paguen, a los universitarios y al país, esta otra deuda.
Esta irresponsabilidad no se restringe a la Asamblea Nacional, sino que se expresa de manera desconsiderada e irrespetuosa en quien encabeza el Ministerio de Educación Universitaria. A este servidor público se le ha solicitado de distintas maneras que atienda a la población universitaria que está urgida de respuestas, pero ni siquiera se comunica con los sectores bolivarianos. Su declaración de guerra y la ejecución efectiva de su estrategia atroz no admite ningún tipo de eufemismos. Pero más aún, usted, Camarada Presidente, ha podido asumir la responsabilidad de impedir que se desarrolle este cuadro. Es tiempo de que usted le hable claro al país en relación con el asunto universitario. Diga qué se está haciendo mal en nuestras instituciones y sugiera cursos de acción para superar los problemas; convoque a la población, especialmente la universitaria, a actuar de manera consciente; suspenda esta guerra absurda y perfile una estrategia apropiada para maximizar el aporte de las Universidades al proceso y al país.
Es importante precisar los saldos que nos está dejando esta guerra. Desde el punto de vista económico, el poder adquisitivo de las familias de los trabajadores universitarios ha disminuido drásticamente. Con ello, se ve afectada la economía social de poblaciones como la merideña que dependen fuertemente del sector universitario. Desde el punto de vista académico, hay una descapitalización intelectual importante debida a la creciente renuncia de personal y a los llamados de concursos que se quedan desiertos. Ya no se trata solamente de que las posibilidades de sueldos para profesionales y para universitarios sean superiores en países vecinos, sino que las ofertas económicas son mejores en muchas áreas de ejercicio. Un ingeniero recién graduado, por ejemplo, que trabaje en el sector privado nacional puede devengar cinco veces el sueldo de un Instructor y duplicar el sueldo de un Titular. También atenta contra la academia la disminución de los convenios y contratos con dependencias gubernamentales ya que se reducen las posibilidades de realizar extensión y por otro lado se han disminuido los aportes y estímulos a la investigación. Más aún, es decepcionante que mientras a algunos ciudadanos se les garantiza trabajo tras obtener el título, a nuestros egresados se le cierran las puertas en dependencias del Estado sin considerar el desempeño académico. De paso, existe el riesgo de que haya que paralizar las actividades docentes en pregrado, debido a retardos y recortes presupuestarios en servicios estudiantiles.
Las consecuencias de esta guerra también se perciben en el plano político. En épocas de la cuarta, los partidos políticos vinculados a los gobiernos de turno tenían opciones de poder debido, entre otras razones a la posibilidad que ellos tenían de negociar recursos con el gobierno. Hoy por hoy, los universitarios bolivarianos nos encontramos en una situación de desamparo político y de rechazo popular; somos identificados como cómplices de las incomprensibles estrategias utilizadas por el gobierno y no tenemos canales efectivos de comunicación con quienes tienen la responsabilidad de liderar las políticas en los temas de educación universitaria.
Para finalizar, preciso a continuación lo que los universitarios bolivarianos adscritos a instituciones nacionales autónomas estamos reclamando:
- Reconocimiento de la importancia del sector universitario en el país, similar al de médicos, militares y otros sectores de la educación.
- Cese del bloqueo económico e institucional contra las Universidades Nacionales Autónomas.
- Pago de la deuda con el sector universitario.
- Establecimiento de canales de comunicación entre el Estado y el sector universitario y participación en la definición de políticas sobre el sector que conduzcan al mejor impacto posible de nuestras universidades en los planes nacionales y en la consolidación del proceso socialista.
- Catalizar el proceso para promulgar la Ley Especial de Educación Universitaria y sentar las bases para el saneamiento de la administración de la academia y la consolidación del poder popular dentro de estas instituciones.
- Adjudicación presupuestaria justa.
Un último comentario y de carácter más personal está referida a mi condición indeclinable de revolucionario. Ni los aciertos ni los errores de quienes lideran hoy por hoy este proceso habrán de modificar mi voluntad de luchar por la humanidad. Asumí hace veinte años mi condición de Profesor Universitario muy a conciencia de que aquí tendría un espacio de posibilidades concretas de dar mi aporte doctrinario a la sociedad y a los sueños de un mundo mejor. Con la aparición de la variante bolivariana del proceso revolucionario se incrementaron mis expectativas de entregar dichos aportes. No obstante, en estos momentos y aunque luzca absurdo, pareciera que mi condición de Universitario y de Revolucionario estuvieran en conflicto. Tal conflicto nace, en mi criterio, de concepciones erradas acerca del asunto universitario por parte del Estado y a la estrategia de confrontación que ha asumido el gobierno que usted preside. Ojalá que se reflexione pronto sobre el asunto y se rectifique en consecuencia.
Con afecto revolucionario y respeto a su condición de máximo líder de este proceso,
Felipe Pachano Azuaje
Miembro del Frente Bolivariano Universitario
Universidad de Los Andes
Publicado en Aporrea