Si usted no vive debajo de una roca, debe conocer la situación por la que atraviesa Gustavo Cerati: el cantante argentino sufrió el domingo  un accidente cerebro-vascular que lo internó en el Centro Médico Docente La Trinidad. También debe estar al tanto de la situación de Franklin Brito, productor agropecuario que, a través de la huelga de hambre, exige la devolución legal de sus tierras, confiscadas por el INTI. Ahora bien ¿Dónde estos polos opuestos -música y reclamo de los derechos civiles- se tocan? Aparentemente acá, en Venezuela.En la tarde del martes, entre rumores y sustos, el locutor y melómano Alex Goncalves promovió una vigilia por la salud del cantante a través de Twitter. Los mensajes de solidaridad por parte de los fanáticos no se hicieron esperar, así como tampoco faltaron los mensajes de repudio por parte de un sector que lo consideró una pérdida de tiempo: “¿Por qué en vez de hacer una vigilia por Cerati no hacen una por Franklin Brito?”, era lo que más se repetía por las redes sociales -y algunas cadenas de Blackberry Messenger.

Ambas posiciones son plausibles, desde cierto punto de vista. Lo que Goncalves, y Evenpro, y los fans de Cerati hicieron no es más que un ejercicio de libre expresión. Pero en un país altamente polarizado como en el que vivimos, a veces ese tipo de acciones son mal vistas porque no tienen consecuencias directa sobre la vida política del país -y por ello el malestar de algunas personas sobre tan loable acto.

¿Por qué no se ha hecho una vigilia por Franklin Brito? Simplemente porque ninguna figura pública ha dado un paso al frente y ha propuesto tal iniciativa. Apostarse a las puertas del Hospital Militar para orar por la salud de este compatriota también es una acción digna. El problema es un problema de arrastre, de la persona que ponga la guía. Y como, a fin de cuentas, el dilema que sufre Franklin Brito no captó la atención de los políticos -más si el de la sociedad civil-,  se hace complicado que surja esa figura, que llame la atención al problema y organice semejante evento.

La vigilia por Cerati no tiene por qué ser odiada. La falta de vigilia por Franklin Brito tampoco. La música del argentino trasciende fronteras, razas, colores políticos. A su manera, el clamor de Brito también trasciende fronteras -hasta la OEA-, razas y colores políticos. Yo estaría en ambas, porque me gusta la música de Soda Stereo y no soporto ver tal injusticia. Algunas vez, en la sede del organismo multinacional, veía a la gente pasarle por el lado al agroproductor sólo para tomarse fotos con los estudiantes. Al menos Cerati no le hizo eso.

Por Arnaldo Espinoza
Publicado en www.codigovenezuela.com

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