1º) ¿Qué hay del otro lado de la política? Sin duda que la política. No es la nada como algunos piensan. Ni la no política. Ni el vacío. Mucho menos la antipolítica que inventaron algunos para caer en una trampa. Creyeron, ingenuamente o con pleno sentido de lo que proponían, que podían actuar en política repudiando la política. Es decir, cuestionando el mundo de la política y a los políticos para de esta manera avanzar ellos por un terreno baldío lleno de escombros y cadáveres. Pero la política está en todo, hasta cuando se compra determinada marca comercial, ya que se hace inducido por algún mensaje publicitario de determinada empresa y orientación social. Nada escapa a la política y, por eso, la acertada frase de Napoleón de que «la política es el hombre». En todo lo que el hombre hace o deja de hacer está la huella de la política.
2º) ¿A qué vienen estas consideraciones? A todo cuanto ocurre en el país. Hay sectores que impugnan el proceso de cambio en marcha al asignarle una fuerte carga política, como si la alternativa que se ofrece no tuviera marcado acento político. El chavismo es política: política revolucionaria, así algunos cuestionen ese carácter. Mientras que la oposición también es política: política contrarevolucionaria, así algunos no lo acepten. En las encuestas, por ejemplo, aparece la figura del ni-ni. En las últimas la cifra es de aproximadamente 41%. Los analistas destacan el hecho y consideran que la clave de las elecciones parlamentarias de septiembre está en ese segmento. La evaluación del porcentaje ni-ni, de los que no aparecen comprometidos con el chavismo o con la oposición, carece de sustentación. Es superficial. ¿La razón? Ante todo porque los ni-ni no son apolíticos. El hecho de no estar ubicado en el escenario polarizado no significa que se carezca de definición política. Más bien se puede considerar que se trata de una actitud expectante. Que quienes asumen esa posición lo hacen conscientemente. Aguardan definiciones. Evalúan ofertas programáticas y hacen seguimiento a la actitud de los diferentes liderazgos. Pero al final se definen: o se mantienen en esa misma tónica hasta el final y forman parte de los abstencionistas que constituyen una constante en los procesos electorales o toman partido. De ahí que sea un error hacer cálculos alegres con el mundo ni-ni. A la hora de adoptar una posición, ese sector reaccionará políticamente y se inclinará por quien ofrezca la mejor política y no por quien especule sobre su posible inclinación. Ya que del otro lado de la política siempre está la política.
José Vicente Rangel
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